A pocos días de que inicien las tomas de posesión de nuevos párrocos en la diócesis, Presencia presenta una breve reflexión sobre el sacerdocio, el ser y quehacer de los párrocos, ya sean diocesnos o religiosos…
Ana María Ibarra
Este mes de agosto se conmemora a San Juan María Vianney, llamado el Santo Cura de Ars y nombrado el patrono de los párrocos.
En el marco de esta celebración y a pocos días de que inicien las tomas de posesión de nuevos párrocos en la diócesis, Presencia presenta una breve reflexión sobre el sacerdocio, el ser y quehacer de los párrocos, así como las diferencias entre un sacerdote diocesano y un sacerdote religioso.
Esto con la ayuda del padre Alfonso García, Vicario de Pastoral, quien concedió una entrevista al respecto.
Diocesano o religioso
En la diócesis local, como en muchas otras, existen sacerdotes diocesanos y sacerdotes religiosos, ambos grupos atienden al pueblo de Dios desde alguna parroquia o algún servicio específico.
El sacerdote diocesano, explicó el padre Alfonso, es ordenado propiamente para una diócesis y su autoridad inmediata es el obispo. Cuenta con una espiritualidad propia en cuanto a Cristo el Buen Pastor y desempeña diferentes actividades dentro de la pastoral con los jóvenes, matrimonios, niños, y toda la comunidad.
“El sacerdote diocesano por lo regular no vive en comunidad con otros sacerdotes, sino que desempeña su ministerio desde la parroquia o alguna responsabilidad que el obispo le encomiende”, dijo el entrevistado.
Por otra parte, el sacerdote religioso pertenece a una congregación, a un grupo de hombres que, siguiendo los pasos de su fundador, su espiritualidad y su actividad pastoral, se esfuerzan por vivir esa espiritualidad concreta.
Como ejemplo, el vicario de pastoral habló de los salesianos, que tienen a su padre fundador San Juan Bosco; los franciscanos a San Francisco de Asís; los jesuitas a San Ignacio de Loyola. (En la diócesis local hay sacerdotes religiosos de siete diferentes congregaciones).
“El sacerdocio es el mismo. Participamos del sacerdocio de Cristo, nos formamos con estudios propios para el ministerio sacerdotal como son la filosofía y la teología. Algunos hermanos religiosos se especializan en su carisma, sea jóvenes, niños, matrimonios. Ellos tienen una tarea especifica dentro de su comunidad”, explicó.
Por otro lado, la autoridad inmediata de los sacerdotes religiosos es el superior de su congregación y dependiendo de dónde sean designados a servir, también deben obediencia al obispo.
Párrocos o vicarios
Los sacerdotes, sean diocesanos o religiosos, al ser enviados a una parroquia concreta suelen llevar un título: párroco o vicario.
“Al párroco se le encomienda la dirección de la parroquia, la administración pastoral, jurídica y económica. Es el párroco el primer responsable de una comunidad para llevarla al encuentro de Jesús, es la cabeza de la comunidad”, señaló el entrevistado.
Agregó que, inspirado por el Espíritu Santo y en una vida de comunión profunda con Jesús, el párroco guía a la comunidad hacia proyectos pastorales que vayan concretizando haciendo presente el Reino de Dios en ese territorio parroquial que se le ha encomendado.
“La misión evangelizadora del párroco no se limita, sino que se concreta en una parroquia”.
Por otra parte, el padre Alfonso explicó las funciones del vicario: hacer las veces del párroco, es decir, es quien lo asiste cuando no está, además, lo acompaña y lo apoya en la evangelización, en la pastoral y la catequesis.
“El vicario es colaborador del párroco y recae sobre él también la comunidad para acompañarla y guiarla. Como en toda administración debe haber una cabeza y esa cabeza es el párroco y el vicario vendría siendo el colaborador”.
Sobre la designación de un párroco, el padre Alfonso explicó que se elige bajo la luz del Espíritu Santo, quien ilumina al obispo para que decida, viendo las necesidades de las parroquias.
“Se busca que el sacerdote nombrado párroco sea el idóneo para continuar con la labor pastoral. Para ello se buscan las características que se requieren en cada parroquia. No es tan sencillo, pero consideramos que es el Espíritu Santo el que guía e inspira al obispo para que sepa, con su visión de pastor, cómo responder a las necesidades de cada parroquia”.
Tiempo en la parroquia
En lo que se refiere al tiempo en que un sacerdote puede permanecer en una parroquia, esto depende de la diócesis y el obispo local, pero generalmente suelen ser varios años.
El Código de Derecho Canónico favorece la estabilidad del párroco, estableciendo como ley que los párrocos sean asignados por tiempo “indeterminado”.
“Un pastor debe poseer estabilidad y por lo tanto ha de ser nombrado por tiempo indefinido. El obispo diocesano puede nombrarlo por un período determinado sólo si la conferencia de obispos lo ha permitido por decreto.” (Canon 522)
Por ejemplo, en 1984, la conferencia de obispos católicos de Estados Unidos hizo un decreto complementario que limitaba la asignación inicial de un párroco a a seis años, pero dejando la posibilidad de renovar este plazo, a la discreción del obispo diocesano.
De acuerdo a un artículo de Philip Kolsloski, publicado en Aleteia, los límites de mandato pueden verse como un medio para limitar el desarrollo de un culto malsano que puede rodear a los sacerdotes populares, pero otros argumentan que un límite de mandato no permite que un sacerdote se familiarice con su rebaño, obligándolo a mudarse cada pocos años.
Cualquiera que sea el caso, debe quedar claro que esto depende del obispo local y de las necesidades pastorales de cada diócesis.
RECUADRO
Siempre orar por los párrocos
Con el deseo de que, al recordar a San Juan María Vianney, patrono de los párrocos, este sea inspiración para los presbíteros y los ayude a ejercer su sacerdocio con amor, dedicación y fidelidad, el padre Alfonso invitó a la comunidad a orar por sus párrocos.
“Ser presbítero es una hermosa vocación, con sus retos, con sus tareas propias y lo importante es saber responder a las cuestiones actuales desde nuestro ministerio. Estamos llamados a seguir haciendo presente el Reino de Dios desde nuestro ministerio. Le pido a la comunidad diocesana que recen por sus sacerdotes, por los párrocos, los vicarios, y que promuevan las vocaciones entre los jóvenes”, invitó.
Recordando al Santo Cura de Ars, el entrevistado dijo sentirse inspirado a saber responder a los retos del momento, a tener creatividad para responder concretamente a lo que se presenta.
“San Juan María Vianney fue un cura de su tiempo, un sacerdote que, aunque su parroquia era pequeña y no tenía mucha vida pastoral, supo avivarla y hacer presente el Reino de Dios con su trabajo, con su ministerio muy peculiar. A todos nos toca responder desde lo que nos toca vivir, desde lo que somos, desde nuestro contexto social, cultural y religioso”, expuso.
De manera personal, el vicario de pastoral compartió que ha encontrado muchas satisfacciones en su ministerio.
“Sigo creciendo, sigo aprendiendo y eso será hasta el día que vaya a la Casa del Padre. Oren por nosotros para que seamos fieles al Señor Jesús y dignos representantes de nuestro Señor”.