Diana Adriano
Después de cinco décadas dedicadas al servicio religioso, el padre Jesús Antonio Lozoya decidió presentar su renuncia y vivir su retiro en la Casa Sacerdotal, lo que sin duda representó un paso significativo en su vida.
Ahora, en este nuevo capítulo de su vida, el sacerdote tiene tiempo para reflexionar sobre su vocación y los numerosos momentos significativos que vivió durante su servicio a la Iglesia.
En una emotiva entrevista, el padre Lozoya recordó que su llamado vocacional surgió de manera inesperada durante una Semana Santa en el año 1964, cuando decidió acompañar a un amigo a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en la que los padres religiosos del Espíritu Santo lo conmovieron con sus enseñanzas, despertando así su vocación religiosa.
A partir de su ordenación y durante estos 50 años, el padre Lozoya ha llevando a cabo una labor incansable como guía y apoyo a incontables de feligreses. Su carisma, sabiduría y dedicación han dejado una profunda huella en la vida de quienes lo han conocido y compartido su camino.
Un nuevo hogar
Entrevistado ya en la habitación que le fue asignada en la Casa Sacerdotal, donde vive desde hace casi un mes, luego de haber entregado su última parroquia, Mater Dolorosa, el padre Lozoya compartió:
«Yo conocía la Casa Sacerdotal por fuera, pero no por dentro, ¡y está preciosa! Nos tienen muy bien, la comida es extraordinaria y la soledad nos brinda tiempo para hacer oración. La capilla siempre está abierta, lo que nos permite ir a hacer nuestras oraciones y agradecer por los 50 años de servicio como sacerdote».
El padre Lozoya mostró una gran satisfacción y alegría por la compañía de los demás presbíteros en la Casa Sacerdotal, a pesar de que algunos de ellos se encuentran enfermos.
En particular, mencionó al padre Guillermo Sías, director del recinto, resaltando su generosidad y cariño hacia los sacerdotes que se hospedan allí, y agradeció así a la Iglesia de Juárez por proporcionar estas instalaciones que ofrecen un espacio de cuidado y retiro para los hombres consagrados que han dedicado sus vidas al servicio de la fe y la comunidad.
Preparado para el retiro
Este nuevo capítulo en la vida del padre Lozoya parece estar lleno de gratitud, tranquilidad y fraternidad, permitiéndole disfrutar de un merecido descanso mientras continúa fortaleciendo su conexión con la espiritualidad y su vocación sacerdotal.
El padre Jesús Antonio Lozoya compartió con humildad que su preparación para el retiro se fue construyendo a lo largo de su trayectoria sacerdotal, que abarcó varias etapas. Su dedicación y formación como sacerdote se reflejan en los siguientes periodos:
- Seis años como maestro en el Seminario, donde adquirió los fundamentos teológicos y pastorales necesarios para guiar a la comunidad.
- Seis años como párroco en Verbo Encarnado, donde se comprometió con su primera experiencia como líder de una parroquia, sirviendo y acompañando a los feligreses en su camino de fe.
- 12 años en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, continuando con su servicio pastoral y fortaleciendo su conexión con la comunidad.
- 12 años en Cristo Redentor, donde continuó su labor de evangelización y servicio a la comunidad cristiana.
- Y finalmente, 16 años en la parroquia Mater Dolorosa, cerrando un ciclo lleno de entrega y devoción en esta última etapa de su vida sacerdotal.
El mejor regalo
El padre Lozoya compartió con gran emoción lo que más disfrutó en sus 50 años de servicio como sacerdote.
«El cariño de la gente fue lo que más disfruté. Fíjate que es muy importante para el sacerdote porque lo hace sentirse parte de esa comunidad y muy querido, es muy importante», dijo.
El afecto y reconocimiento de los feligreses en cada una de las comunidades en las que sirvió fueron una fuente constante de alegría y gozo para él. Sentirse valorado y apreciado por la comunidad es un aspecto significativo de su vocación sacerdotal.
Por otra parte, destacó que en todos los lugares en los que estuvo, vivió momentos muy placenteros y llenos de alegría y entusiasmo, siempre con el deseo de servir y aportar lo mejor de sí mismo a la comunidad que lo rodeaba.
Asimismo, recordó sus años en el Seminario, en los que desempeñó el rol de maestro durante seis años. Esta experiencia le brindó la oportunidad de encontrar serenidad y madurez, mientras impartía Filosofía y formaba a los futuros sacerdotes.
Un mensaje para los jóvenes
El entrevistado, también mencionó que, en retrospectiva, considera que no tuvo grandes retos a lo largo de su trayectoria sacerdotal, ya que fue bendecido con una experiencia tranquila y armoniosa. Si bien enfrentó pequeños desafíos, estos fueron superados rápidamente, lo que le permitió sentirse a gusto y pleno en su servicio.
“Me siento muy contento y agradecido con la gente por el cariño y el apoyo que siempre me brindaron”, expresó.
Igualmente quiso compartir un mensaje especial para la comunidad de Mater Dolorosa, su última parroquia, la cual coronó su servicio sacerdotal.
“En esta comunidad, experimenté una generosidad y cariño excepcionales, lo que lo hizo sentirme muy bien como sacerdote y párroco. Disfruté enormemente el tiempo con ellos y guardo un agradecimiento especial hacia esta comunidad, ya que fue una experiencia significativa al ser la última etapa de mi servicio sacerdotal”, subrayó.
Una sabia orientación
En su mensaje a los nuevos sacerdotes, el padre Lozoya enfatizó la importancia de integrarse plenamente en la comunidad a la que les toca servir.
Les animó a identificarse con los feligreses y a comprender que su sacerdocio es un servicio dedicado a una comunidad en particular. Asimismo, les recordó que el amor hacia la gente es un pilar fundamental en su vocación y les instó a amar profundamente a quienes están a su cargo espiritual.
Igualmente los exhortó a permitirse ser amados por la comunidad que servirán, ya que el intercambio de amor y cuidado es esencial para un ministerio fructífero y enriquecedor.
Con esta sabia orientación, el padre Lozoya desea que los nuevos sacerdotes encuentren una fuente inagotable de inspiración y gratitud en su servicio, y que su dedicación al sacerdocio sea un faro de esperanza y amor para aquellos a quienes guiarán espiritualmente.