Todo avanza conforme al plan para celebrar la edición de plata del Rosario Viviente diocesano justo en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario…
Clara M. de Montes
El próximo 7 de Octubre del 2017 se cumplirán 25 años del primer Rosario Viviente en Ciudad Juárez. Y seis días después, el 13 de Octubre, cerraremos el Centenario de las apariciones de Nuestra Madre Santísima en Fátima, Portugal.
Así mismo estaremos celebrando 60 años de la Fundación de nuestra diócesis.
Estos acontecimientos marcarán profundamente a nuestra comunidad diocesana, por la lluvia de bendiciones que se derramarán en esta ciudad tan querida y tan lastimada.
Historia
Ahora recordamos la manera sorprendente en que la voluntad de Dios dispuso que se realizara el primer Rosario Viviente el jueves 7 de Octubre de 1992.
Pero me he remontado al 10 de Mayo de ese mismo año, cuando tres laicos de nuestra comunidad tuvimos la gracia de ser invitados por el Pbro. Eusebio Salazar, sacerdote de la Natividad de María, para quedarnos a vivir el 42 Rosario Viviente en León, Guanajuato.
Ignorantes completamente de qué se trataba, cómo se organizaba, en qué consistía, etcétera, pero a la vez sorprendidos y emocionados, nos preguntamos, al terminar de vivir esta experiencia, si acaso la Santísima Virgen quería lo mismo para Juárez.
Y las Dioscidencias permitieron que en un desayuno con el entonces obispo, el sr. cardenal Don Juan Sandoval Iñiguez, nos animara a visitarlo para programar una posible fecha para realizar este magnífico evento en nuestra diócesis.
Primer 7 de octubre
Quedamos sorprendidos y asustados cuando el cardenal escogió el 7 de Octubre de 1992, como el día adecuado para vivir nuestro Primer Rosario Viviente.
Y ocurrió que a cuatro meses y días de esta fecha, con tan sólo la vivencia de León, Guanajuato y una buena memoria, tendríamos que recrear todo lo que vimos, sin tener un cinco en el bolsillo, cero colaboradores, cero instalaciones y cero recursos mediáticos. Pero milagro tras milagro, se fueron abriendo las puertas, los medios y los recursos para realizarlo, hasta vivir con un gozo sobrenatural una experiencia que nos marcó de por vida. Siendo jueves a las seis de la tarde, con pronósticos sombríos de poca o nula asistencia, el boicot de los hermanos separados, y un equipo de personas extrañas entre sí, pero unidas por la fe y la dirección espiritual de monseñor Leonardo Lucero (que en paz descanse), cerramos esa actividad con broche de oro, en una travesía de absoluta fe y abandono a la voluntad de Dios.
¡Qué maravilla la suma de tantos pequeños y grandes milagros que dispuso la Divina Providencia para que fuéramos testigos de un acontecimiento jamás visto en nuestra diócesis!
Alrededor de 35 mil almas llenaron el Estadio Olímpico Benito Juárez y cinco minutos antes de las seis de la tarde, el señor cardenal don Juan Sandoval Iñiguez observaba con profunda alegría y satisfacción al Pueblo de Dios reunido alrededor de la Madre Santísima. se observaban ríos y ríos de personas que llegaron caminando o en camiones y comenzaron a llenar las gradas del Estadio. Y así, contra todo pronóstico, tuvimos casa llena.
Cada minuto, cada detalle y cada momento particular que conforma el desarrollo de un Rosario Viviente, lo estábamos viviendo casi exactamente como se realizaba en esa ciudad hermana de León, Guanajuato, desde hacía 42 años.
Años siguientes
Luego de aquella experiencia y por instrucciones del señor cardenal, conformamos el equipo organizador bajo la dirección espiritual de monseñor Leonardo Lucero y la colaboración incondicional y generosa de los dos Movimientos más importantes de la diócesis por su número de integrantes y su presencia en nuestras parroquias: Legión de María y Renovación Carismática.
Además se unieron otros muchos grupos y personas voluntarias dispuestas a dar lo mejor de cada quien según sus dones, carismas y recursos.
Luego de unos años, por instrucciones de nuestro obispo Don Renato Asencio León, el Rosario Viviente se volvió una tradición diocesana y un encuentro del Pueblo de Dios con su pastor y guía, además de un encuentro de la Madre de Dios con sus hijos.
25 años después de aquellos primeros momentos, nuestros obispo don José Guadalupe Torres Campos ha dispuesto, desde el inicio de su episcopado en esta frontera, animar y continuar con esta hermosísima tradición.
Gracias a Dios
Agradecemos a Dios nuestro Padre, que, en Jesucristo Nuestro Señor, por la acción de su Espíritu Santo, nos reunirá de nuevo bajo el Manto de María Santísima, para rezar el Santo Rosario. Y le suplicamos a Dios nos conceda la Paz que el Mundo no nos puede dar, y que sólo Jesús nos concederá como signo de su presencia en medio de nosotros.
Preparemos nuestros corazones para tan magno acontecimiento, con fe, oración, con pureza y simplicidad de corazón, animados por un amor filial y tierno a nuestra Mamá del Cielo.
Invoquemos al Espíritu Santo, para que, en la unidad de la Sacrosanta e Indivisible Trinidad, todos los grupos, movimientos, religiosos, laicos, sacerdotes, autoridades y sociedad civil, trabajemos en un mismo espíritu, para que así se cumpla la Oración de Jesús
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. (Jn 17,21)