Continuamos esta serie con explicaciones y reflexiones que nos ayuden a comprender cómo alcanzar la Gloria Eterna o ir al Cielo, es decir, cómo conseguir la salvación de nuestra alma…
Pbro. Antonio Royo Marín, OP/ Teólogo
La Doctrina de la Iglesia es clara e inequívoca respecto a la Salvación, Cristo murió por todos los hombres del mundo, no solo por los predestinados o los fieles. Es herético decir que Dios con su voluntad antecedente excluye de la Salvación a algunos hombres pre destinándolos positivamente al infierno antes de prever sus deméritos. Luego es indudable que con su voluntad antecedente, Dios quiere con toda sinceridad que todos los hombres se salven.
El argumento principal se toma de los divinos atributos. Porque si Dios con su voluntad antecedente excluyera a algunos hombres de la Salvación, destinándoles positivamente al infierno antes de prever sus propias culpas, esto se pondría manifiestamente a su justicia, a su sabiduría, a su santidad y a su infinita bondad y misericordia.
En conformidad con esta voluntad salvífica universal de Dios, Cristo derramó su sangre y murió para redimir a todos los hombres, sin excepción.
Consta expresamente en la Sagrada Escritura, en la tradición patrística y en el Magisterio de la Iglesia. He aquí algunos testimonios bien explicados:
- La Sagrada Escritura. Enseña repetidas veces que Cristo es el Salvador del mundo y que derramó su sangre por todos los hombres sin excepción:
* Decían a la mujer: Ya no creemos por tu palabra, pues nosotros mismos hemos oído y conocido que este es verdaderamente el Salvador del Mundo (Is , 4,-41)
* Pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él (Jn 3,17)
* Cristo murió por todos, para que los que viven no vivan, ya para sí, sino para aquel que por ellos murió y resucitó (2 Cor 5,15).
Porque esperamos en Dios vivo que es el Salvador de todos los hombres, sobre todo de los fieles (1Tim 4,10)
Porque uno es Dios, uno también es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos (1 Tim 2, 5)
Él es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo (1 Jn 2,2)
- La tradición. Todos los padres repiten unánimemente estas enseñanzas de la Divina revelación.
- El Magisterio de la Iglesia. La Iglesia ha rechazado los errores y herejías que negaban la voluntad salvífica universal o la universalidad de la religión. Esto mismo se desprende con toda claridad de la fórmula del símbolo de la fe que repetimos en la santa misa:
Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos.
Conclusión
En virtud de esta voluntad salvífica universal y en atención a los méritos de Cristo, Dios prepara y ofrece a todos los hombres los auxilios necesarios y suficientes para salvarse.
Es una consecuencia lógica y obligada de las anteriores conclusiones, porque si, en cuanto está de su parte, Dios quiere sinceramente que todos los hombres se salven y Cristo ha muerto efectivamente por la Salvación de todos los hombres del mundo, síguese de manera oficial e inevitable que está dispuesto a dar y ofrece de hecho a todos los hombres los auxilios necesarios y suficientes para alcanzar su salvación eterna.
Principales auxilios para la salvación
Los auxilios principales para la salvación que Dios pone a disposición del hombre pueden dividirse en dos grandes grupos: los sacramentos y las gracias actuales. El primero afecta exclusivamente a los cristianos; el segundo, a todos los hombres, sin excepción…
Producir la gracia santificante de nuestras almas: Los sacramentos no solamente son signos, sino causas productoras de la gracia en cuanto instrumentos de Dios. Precisamente para eso los instituyó Nuestro Señor Jesucristo: para infundirnos la gracia divina, que es el precio infinito de nuestra Salvación y el medio absolutamente indispensable para entrar en la gloria.
Universalidad de los sacramentos
Estos medios primarios de Salvación tienen, de suyo, un carácter universal y ecuménico. Cristo Nuestro Señor no los instituyó únicamente para unos pocos predilectos iniciados, sino para que se aprovechen de ellos todos los hombres del mundo. Es cierto que no puede recibirse ningún sacramento sin haberse incorporado a la Iglesia mediante el Bautismo; pero a nadie se le impide el bautizarse y nada desea tanto la santa Iglesia católica -depositaria y administradora de los sacramentos por voluntad expresa de su divino fundador- como el que todos los hombres del mundo entren en el verdadero redil de Jesucristo, agrupándose unitariamente como un solo rebaño bajo el cayado de un solo pastor.
A nadie se excluye y a todos se llama y convida a tomar parte en el divino banquete de los santos sacramentos. Id por todo el mundo -les dijo Jesucristo a sus apóstoles- y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado se salvará, más el que no creyere, se condenará (Mc 16,15-16)
No bastan los sacramentos para la salvación de todos los hombres
Sin embargo, a pesar de su eficacia soberana y de su universalidad, intentada y querida por el mismo Jesucristo, no bastan los santos sacramentos para asegurar la salvación de todos los hombres del mundo. La inmensa mayoría de ellos (Más de dos mil millones entre los habitantes del mundo actual ) está fuera de la Iglesia católica por haber nacido en el paganismo o en la herejía. Poquísimos de ellos recibirán el Bautismo antes de morir. Ahora bien: la infinita misericordia de Dios no puede permitir que toda esa inmensa muchedumbre de seres humanos se pierda para siempre por no haber podido recibir los santos sacramentos, que son el medio oficial y externo con que Dios confiere a los hombres la gracia santificante. Ya se comprende que al margen de ellos Dios dispondrá de procedimientos suficientes para facilitar la Salvación a todos los hombres de buena voluntad (Lc 2,14) , o sea, a todas las almas rectas y sinceras que estén de buena fe en el paganismo o en la herejía. Tal es el papel de las llamadas gracias actuales que vamos explicar en el siguiente recuadro:
Las gracias actuales
Por gracias actuales se entienden en teología, ciertos auxilios sobrenaturales y transitorios por los cuales Dios ilumina el entendimiento y ayuda a la voluntad para realizar actos sobrenaturales.
La gracia actual coopera con nosotros de dos modos: Inmediata y mediatamente.
El primer modo recae directamente sobre el entendimiento y la voluntad; el segundo, a través de las potencias inferiores.
1.Inmediateamente: recae sobre facultades propiamente humanas
– Iluminando el entendimiento para que veamos lo que nos conviene para la Salvación. Y así al pagano o infiel le abre los ojos del alma para que perciba la verdad de la religión cristiana; al pecador, para que advierta la malicia de su pecado, y al justo, para que conozca la belleza de la virtud. Por eso nos dice la Sagrada Escritura que Dios ha hecho brillar la luz en nuestros corazones para que demos a conocer la ciencia de la Gloria de Dios en el rostro de Cristo (2 Cor 4,6) y nos concede espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de nuestro corazón (Ef 1 17-18)
Estas ilustraciones se distinguen de una verdadera revelación en cuanto que no manifiestan necesariamente alguna verdad nueva, sino que ayudan simplemente a la inteligencia para que entienda mejor lo que lee o escucha; y porque la mayoría de las veces no advertimos con claridad su verdadero origen divino.
– Ayudando a la voluntad, dándole el deseo y la potencia para querer y hacer las cosas necesarias para la Salvación, y así, excita en el corazón del pagano o infiel el deseo de buscar la verdad, a la vez que le da fuerzas para abrazar la religión cristiana, despreciando los halagos perniciosos del mundo y de la carne; al pecador, le solicita e impulsa a apartarse de sus iniquidades, volviéndose a Dios por el arrepentimiento y la penitencia, y al justo le mueve de mil maneras a santificarse cada vez más. Por eso dice la escritura que nadie puede venir a mí (Cristo) si el Padre, que me ha enviado, no le trae (Jn 6,44) que Dios es el que obra en nosotros el querer y el obrar según su beneplácito (Fil 2,13) y que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el incremento (1 Cor 3,7)
2.Mediatamente: la gracia actual
* Entendida en sentido más amplio- obra en el entendimiento y en la voluntad a través de las potencias inferiores (sentidos externos e internos) y lo hace de dos modos:
* Excitando los actos indeliberados de las facultades sensitivas (de la memoria, imaginación, apetito sensitivo, etcétera) que pueden impulsarnos al bien sobre natural o impidiendo que surjan en ellos movimientos desordenados o tentaciones. De esta forma se modera la mala inclinación de la concupiscencia y se le ofrecen al alma espirituales consolaciones en lugar de las terrenas y pecaminosas.
* Utilizando los sucesos externos para excitar en el alma piadosa pensamientos y buenos deseos que la lleven a la práctica del bien. En este sentido se vale Dios de las buenas lecturas, sermones, buenos consejos, acontecimientos prósperos o adversos, etcétera. Que son otras tantas gracias actuales de las que el alma se puede aprovechar.
Y así leemos en los Hechos de los apóstoles que el Señor había abierto su corazón para atender a las cosas que Pablo decía (Hch16,14), y que el Señor envió a san Pablo a los gentiles para que les abras los ojos, se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, y reciban la remisión de los pecados y la herencia entre los debidamente santificados por la fe en mí (Hch 26,18)