Entrevista a monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la familia, quien asegura que el punto central del documento conclusivo, es la misericordia…
Andrés Beltramo Álvarez
“Un milagro”. Así calificó Vincenzo Paglia al consenso alcanzado al final de la asamblea del Sínodo de los Obispos, que concluyó este domingo 25. En entrevista, el presidente del Pontificio Consejo para la Familia reconoció la existencia de alguna “operación no lineal” contra el acuerdo entre los “padres sinodales”, alcanzado después de tres semanas de sesiones a puertas cerradas. Pero constató que el espíritu promovido por el Papa logró disipar esa “neblina”.
¿Cuál es el balance de este sínodo?
Ciertamente positivo. Tres semanas de trabajo intenso y apasionado.
¿Está satisfecho con el documento final?
El documento que hemos votado es un documento unitario. Este es el primer gran fruto de este Sínodo. Ha sido entregado al Papa. A él los obispos le pidieron un futuro texto suyo. El Papa Francisco quiso hacer público el actual: Es como un acto de franqueza del Papa que, en cierto modo, quiere hacer partícipe al pueblo de Dios del trabajo realizado. Este texto es una válida ayuda para proseguir el trabajo sinodal para que sea escrito en las páginas de la vida real.
¿Ha sido difícil alcanzar un acuerdo final, también sobre los temas más discutidos?
El Sínodo ha visto centenares de discursos y casi mil 500 propuestas, gracias a este intenso trabajo se alcanzó una síntesis compartida de parte de una gran mayoría de obispos que está también abierta a ulteriores desarrollos. La dialéctica del debate –el Papa invitó a la “parresia”- hizo madurar un fruto de unidad eclesial importante en un mundo cada vez más conflictivo.
Sobre el tema de los divorciados vueltos a casar, ¿cómo definiría el acuerdo?
El texto aprobado anima con decisión la integración en la vida de la comunidad cristiana de aquellos que viven situaciones matrimoniales irregulares. Este es el verdadero punto, dentro del cual puede ser leída en modo eficaz también la cuestión específica de la comunión a los divorciados vueltos a casar. Si no se tiene en cuenta la cuestión verdadera de la integración se corre el riesgo de una doble reducción: o la concesión falsamente “buenista”, o la reivindicación de un falso derecho. ¡La eucaristía es un don que salva!
¿Qué significa el concepto de “discernimiento” en estos casos?
El momento crucial ocurrió cuando la mirada se fijó más en las personas que en las fórmulas. Sea san Juan Pablo II, sea Benedicto XVI habían exhortado a discernir la diversidad de las situaciones. Me surge decir que el Sínodo obedeció a estas indicaciones que Francisco había ya anteriormente subrayado. En este sentido se indicó un camino que deberá ser mejor especificado.
Termina de leer esta entrevista este próximo domingo (31/10/2015) en nuestra edición impresa.
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