Ana María Ibarra
“Es una situación dramática que nos lastima, nos interpela a vivir el mandamiento del amor, a quitar nuestro egoísmo. (El Señor) …nos pide el compromiso de salir a su encuentro, velar por su integridad física, en la ayuda jurídica, de una manera integral”.
Así se refirió el obispo don J. Guadalupe Torres Campos al complejo fenómeno migratorio que se vive en México-Estados Unidos, y a los migrantes y desplazados, durante la misa con la que se celebró la 107 Jornada del Migrante y Refugiado.
Más de 300 migrantes hospedados en la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, y algunas personas de la comunidad diocesana, así como de Chihuahua y de El Paso, Texas, se congregaron el pasado 18 de septiembre afuera de las instalaciones del albergue, para celebrar esta Jornada, la número 107 en la historia de la Iglesia.
Invitación del papa
La celebración fue presidida por monseñor J. Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez, acompañado del padre Javier Calvillo, director de la casa, y del padre Guillermo Morton, párroco de Corpus Christi, en Anapra.
Abanderados con distintos estandartes de naciones como Honduras, Brasil, Venezuela, Perú, entre otras más, los migrantes acompañaron al obispo y sacerdotes en la procesión de entrada mientras el canto inicial era entonado por un mariachi.
En su homilía, el obispo reflexionó, a la luz de la Palabra de Dios y del magisterio del Papa Francisco, sobre la 107 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, a celebrarse hoy 26 de septiembre.
“El Papa Francisco nos invita a tener esa actitud de cercanía, caminar juntos todos de la mano en solidaridad con nuestros hermanos migrantes y refugiados”, dijo el obispo.
Monseñor Torres lamentó la crisis humanitaria que se vive actualmente en el mundo que lleva al ser humano a apartarse de Dios. Y citó el evangelio de San Marcos y señaló dos condiciones del discipulado: ser el último y ser el servidor de todos.
“Cristo nos ha dejado el mandamiento del amor: servir a Dios y al prójimo, al más débil, al enfermo, especialmente en esta pandemia; al migrante. El papa nos invita a abrir el corazón para el “nosotros”. Somos uno, somos hermanos”, expresó.
Situación dramática
Monseñor Torres resaltó el número de hospedados en la Casa del Migrante, un total de 340, pero enfatizó que existen más en otras casas que se encuentran en Ciudad Juárez, además de otros tantos que viven en situación de calle.
“Es una situación dramática que nos lastima, nos interpela a vivir el mandamiento del amor, a quitar nuestro egoísmo. El apóstol Santiago nos invita a derrumbar esos muros del egoísmo y crear la fraternidad, esa familia de los hijos de Dios”.
Para lograr lo anterior, expresó, se requiere trabajar en la sensibilidad al dolor, al sufrimiento del hermano.
“Debemos reconocer en el hermano a Cristo y cumplir el mandamiento que nos ha dejado Jesús. En esta jornada 107, a mis hermanos migrantes, quiero animarlos en la fe. Que el Señor los ayude, los anime, él está con ustedes, los cuide y los proteja. No pierdan la fe, sean fuertes”, motivó.
Y al resto de la comunidad expresó: “A nosotros nos pide el compromiso de salir a su encuentro, velar por su integridad física, en la ayuda jurídica, de una manera integral”.
El obispo agradeció a Dios por la Casa del Migrante y encomendó a Santa María de Guadalupe guíe y conduzca a la comunidad en el “nosotros del amor”.
Al concluir la celebración, el padre Javier Calvillo agradeció al obispo su presencia y su cercanía, y lo invitó a que, junto con los migrantes, partir y compartir un pastel conmemorativo para la celebración.