Un gran regalo recibió la Diócesis de Ciudad Juárez el pasado 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María y clausura del Año de San José:
Ana María Ibarra
Cinco nuevos sacerdotes y dos diáconos transitorios fueron ordenados de manos del obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos en el templo de El Señor de la Misericordia.
Andrés Villalobos Cisneros, Diego Guadalupe García Camacho, Francisco Javier Bueno Guillen, Jesús Iván Flores Romero y Víctor Alberto Pineda Álvarez recibieron esa noche el orden del presbiterado, mientras que David Hernández Martínez y José Farías Ruíz recibieron el orden del diaconado.
Encomendados a san José
Minutos antes del inicio de la celebración eucarística, jóvenes estudiantes del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez entraron en procesión con la imagen de San José y, ya en el templo, la colocaron a un costado de la Virgen de Guadalupe.
El obispo incensó la figura de bulto y oró a Dios pidiendo por los seminaristas. Pidió también la intercesión de San José, protector y guía de la Sagrada Familia.
“Que Dios inspire en ustedes el querer y la actividad para realizar su designo de amor, los bendiga y reafirme su devoción”, oró el obispo.
Ordenación presbiteral
Después de participar en la liturgia de la Palabra, familiares, amigos y miembros de la comunidad diocesana, escucharon los nombres de los cinco candidatos al presbiterado.
Uno a uno, después de recibir la bendición de sus padres, subieron al presbiterio y ante el obispo dijeron: presente.
El rector del Seminario, padre Jesús Manríquez, pidió al obispo el orden sacerdotal para cada uno de ellos y expresó la dignidad que poseen para recibir el sacramento, por lo que monseñor Torres los aceptó y el pueblo expresó su alegría con un aplauso.
“Agradecemos por la vida, por la vida cristiana, por la vocación. Bendito sea Dios que nos ha dado tantas bendiciones. Hoy, para nuestra diócesis: cinco nuevos presbiterios y dos nuevos diáconos”, expresó monseñor Torres.
Dirigiéndose a los candidatos a las ordenes sagradas, el obispo les externó el llamado que el Señor les confirmaba ese día.
“Vendrá en ustedes un proyecto de salvación. Sí, personal, pero debe estar al servicio de la Iglesia en una donación plena y total. Que su vida sea un cántico, porque ha hecho maravillas, cada día en el servicio. No tengan miedo, confíen en el Señor. Sean honestos, sinceros, de testimonio en la Iglesia y en el mundo”.
Promesa de fidelidad
Con el interrogatorio del obispo, los cinco candidatos al presbiterado, expresaron su deseo y voluntad de ejercer dicho ministerio, prometiendo obediencia a la persona del obispo, uniéndose a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Uno a uno, los ordenandos hicieron su promesa de fidelidad ante el obispo y luego se postraron rostro en tierra mientras el pueblo entonó las letanías.
El obispo pidió los dones para los futuros sacerdotes a quienes colocó sus manos en la cabeza para orar en silencio. Los sacerdotes presentes, aproximadamente 80, también hicieron lo mismo.
Acto seguido, les fue retirada la estola al estilo del diaconado y fueron revestidos por sus padres y padrinos con las vestiduras sagradas de los presbíteros.
Manos consagradas
El obispo derramó el Santo Crisma sobre las manos de los nuevos sacerdotes, consagrándolas así para el sacrificio. A cada uno de ellos, monseñor les ató las manos, siendo sus padres y padrinos quienes las desataron.
Las familias de los nuevos sacerdotes acercaron al obispo el pan y el vino, y este a su vez los entregó a los recién ordenados como signo del sacrificio que celebrarán cada día.
Para concluir el rito de ordenación, el obispo y los sacerdotes dieron a los nuevos presbiterios el abrazo de paz y de bienvenida.
Vocaciones en la familia
Don Guadalupe agradeció a los padres de los futuros sacerdotes y diáconos por su donación.
“Es importante la familia en toda vocación. Gracias por su ejemplo y su testimonio. Siguen siendo sus hijos, pero los han entregado al servicio”.
“Me siento muy agradecida con Dios por haberle permitido aceptar su llamado para que sea feliz y poder ayudar a los demás. Pido a Dios que lo ayude porque no es fácil”.
“Agradezco a Dios por habernos dado esta dicha tan grande de tener un hijo que sea servidor de Él, que Dios le dé luz para que logre ayudar dentro de la Iglesia”.
Leticia Cisneros de Villalobos Ignacio Villalobos./ Papás de Andrés Villalobos Cisneros
“Me siento más que nada agradecida con Dios. Como siempre, Él es fiel a su Palabra y llegó el día. Pasaron muchas cosas buenas, otras tristes, algunas muy difíciles, pero aquí estamos. Pido a Dios que lo sostenga en fidelidad, en honradez, en valentía y sin miedo. A la comunidad le pido que se apoyen mutuamente porque sin la comunidad no se puede avanzar”.
María Dolores Camacho/ Mamá del padre Diego Guadalupe García Camacho
“Doy gracias a Dios por este logro. Primeramente, porque puso su mirada en mi hijo y él ha sido obediente y siguió esa voz que lo llamaba. Pido a Dios que sea un santo y celoso sacerdote. Como familia estamos emocionados”.
“Estoy feliz. No hay palabras para decirle al Señor lo que siento. Estoy agradecida con Dios y muy orgullosa de mi hijo porque ha perseverado al llamado, lo dejó todo por seguirlo. Pido a Dios que lo siga iluminando y guiando para que sea sacerdote santo”.
Martha Guadalupe Guillen Francisco Javier Bueno Mendoza, diácono permanente Papás de Francisco Javier Bueno Guillen
“Estoy muy emocionada, muy agradecida con Dios. Pido a Dios que nunca lo suelte de su mano para que sea un buen sacerdote, que siempre siga el camino de Dios. Pido a la comunidad sus oraciones para que haya más sacerdotes que los necesitamos mucho”.
María Romero Mamá del padre Jesús Iván Flores Romero
“Me siento con un corazón lleno de gozo y de agradecimiento a Dios por este regalo.
Le pido que lo siga acompañando en este camino y que la Virgen lo cubra con su manto y que siempre esté renovando su amor a Dios, esa será la base para continuar en este camino”.
“Es un día muy especial, le pido a Dios que le conceda ser santo sacerdote, con humildad, perseverancia, entrega. Le doy gracias a Dios por este regalo”.
Víctor Pineda y Lolys Álvarez Papás del padre Víctor Alberto Pineda Álvarez