Presencia
Como se sabe, la trata de personas es un delito mundial que vulnera los derechos humanos de las víctimas en todas sus dimensiones. Es un comercio de la persona que atenta contra su dignidad, su salud física, psicológica y espiritual, arruinando su vida y sus sueños.
Se lleva a cabo mediante la seducción, la captación, el transporte, la acogida o la utilización de personas, recurriendo a diversas formas de coacción como el rapto, fraude, o engaño, con fines de explotación, como: la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, el trabajo esclavo o forzado, la servidumbre doméstica, la extracción de órganos, la adopción irregular, la maternidad subrogada, la mendicidad, los matrimonios infantiles, forzados o serviles, y las actividades delictivas entre otros.
El tratante puede ser alguien desconocido o alguien muy cercano como un familiar, un amigo/a.
Por diversas necesidades, millones de personas siguen cayendo en esta trampa, como en el caso de Soledad, quien ha decidido compartir su testimonio como una forma de visibilizar la existencia de este delito y convocar a los fieles católicos a reflexionar sobre la necesidad de actuar para prevenirlo y erradicarlo.
Testimonio
Me llamo Soledad, nací en Querétaro. Cuando tenía 17 años conocí a Pedro y comenzamos a salir. Un día me invitó al cine, le pedí permiso a mi mamá, pero me dijo que no, entonces cuando ella salió a un mandado, guardé algunas cosas y me fui, no solo al cine, sino a vivir con Pedro. Él me llevó a la casa de sus papás, donde también vivía una hermana y un hermano. Pronto, su mamá me asignó las labores de limpieza en la casa.
Al principio, pensé que éramos pareja y formaríamos una familia, ese era mi sueño, pero cual fue mi sorpresa, que un día, Pedro llevó a otra chica a la casa. Yo no entendía por qué. A los pocos días viajamos a Michoacán, no sabía para qué, pero pronto me di cuenta que llegamos a un sitio donde prostituían a las mujeres.
La familia de Pedro sabía todo, incluso su hermano también se dedicaba a reclutar a mujeres en su casa para luego prostituirlas como lo iban a hacer conmigo.
Pedro se reunió con sus “amigos” quienes se dedicaban a lo mismo. La esposa de uno de ellos era quien se encargaba de cuidarnos. Yo no tenía muchos clientes y decidieron llevarme de nuevo a Querétaro para generar ingresos a como diera lugar. Me tocó ver que llegaban más chicas.
En la frontera
Al poco tiempo, viajamos a Monterrey y luego cruzamos de manera ilegal a Estados Unidos por Ciudad Juárez. Pedro me colocó en una casa y se fue en busca de más chicas. En donde yo estaba había una mujer que monitoreaba todo el tiempo. Pedro me visitaba cada semana para que le entregará todo el dinero; él se encargaba de acordar los encuentros con los clientes y otros se encargaban de llevarme y recogerme.
En ocasiones me dejaban sola, ya no era tan vigilada. Entonces conocí a Oscar, que trabajaba ahí mismo. Pasamos una semana juntos y nos enamoramos, le conté mi historia, también supe que es de Honduras, entonces me propuso irme con él. Yo quería, pero no lo hice, tenía miedo. Entonces regresé con Pedro, pero se percató que quería dejarlo y me golpeó mucho. Entonces le pedí ayuda a Oscar y me llevó con él, pero entonces nos dimos cuenta de la necesidad económica.
Le dije que yo podía seguir en lo mismo un tiempo, mientras él conseguía trabajo. Al principio se negó, pero pronto aceptó. Cuando se dio cuenta que yo generaba buenos ingresos, ya no buscó trabajo, pronto empezó a tomar, luego se buscó a otras mujeres y también empezó a consumir drogas. Al poco tiempo me empezó a maltratar con mucha violencia.
Un día, Oscar atropelló a una persona porque conducía borracho, la policía lo seguía, entonces me buscó en los departamentos donde me encontraba con unos clientes y me dijo que nos teníamos que ir.
Así que volvimos a Querétaro, ahí estuvimos un tiempo y nació nuestra primera hija. Cuando la bebé tenía aproximadamente dos meses, Oscar se la llevó a su mamá y le dijo que nos teníamos que ir para “trabajar”, yo no puse resistencia, obedecía lo que me pedía. La intención de Oscar era que volviéramos a Estados Unidos, pero al llegar a Ciudad Juárez, llamé a su mamá para preguntar por mi hija, entonces me dijo que había muerto.
Rescatada
Al no contar con dinero, nos dedicamos a pedir limosna por unos días y dormíamos en la calle. Pronto me di cuenta que había hoteles donde las mujeres se prostituían, y ahí empecé otra vez a lo mismo para poder comer, dormir y cubrir las necesidades básicas. Al reunir suficiente dinero, Oscar me llevó a Honduras, ahí tuvimos otra hija y luego fuimos a Chiapas, y yo continuaba prostituyéndome. Ahí estaba la mamá de Oscar y un día descubrió que yo me prostituía porque me encontró con un cliente, así que me espero hasta que salí del cuarto para burlarse de mí y llevó también a mi hijita para que me viera.
Entonces Oscar le pidió a su mamá que se fueran a Honduras y se llevara a la niña para que la cuidara y nosotros pudiéramos “trabajar” para darle una vida mejor. Oscar y yo también nos vinimos a Ciudad Juárez donde me manipuló, controló y chantajeó con mi hija durante largos 20 años.
Un día, las hermanas Oblatas llegaron al hotel a visitar a las chicas, ahí las conocí y me empecé a dar cuenta que no todo estaba perdido, que podía aprender otras cosas y salir delante de una manera digna. Me costó mucho, pero me armé de valor y pude dejar a Oscar. Empecé a ir al proyecto Cihuatl, aprendí a leer y escribir y eso me está abriendo nuevos horizontes. Yo continúo yendo a clases y sigo en mi proceso de sanación. No es fácil, pero estoy contenta y aunque voy despacio, sé que me voy fortaleciendo. Les mando dinero a mis padres y tengo esperanza de recuperar a mi hija y traerla conmigo.
Sé que es Dios quien, en medio de todo, me ha cuidado y no me ha abandonado, estoy agradecida con las hermanas oblatas, por ser una luz en mi camino.
Campaña Corazón Azul 2025
La Campaña Corazón azul es el símbolo internacional de la lucha vs la trata de personas. El Azul representa el dolor de las víctimas y el compromiso colectivo con su dignidad.
El lema de la campaña este 2025 es: “La trata de personas existe y enfrentarla es nuestra misión”.
La campaña es una iniciativa de Naciones Unidas, para sensibilizar a los Gobiernos, Sociedad Civil, Sector empresarial. a sumarse a las acciones de prevención y atención de la trata de personas.
El corazón azul representa la desolación de las víctimas y la insensibilidad de quienes compran y venden seres humanos.
La Iglesia Católica a través de las redes de Talitha Kum y la comisión CLAR contra la trata de personas, se adhiere a esta campaña siempre abierta.
“Queremos que la población se entere, conozca y se comprometa en las acciones de prevención y atención a víctimas y sobrevivientes de la trata”, dice un comunicado de la campaña 2025.
También pide difundir esta campaña, hablar de ella en redes sociales y con familiares y conocidos, así como apoyar las acciones que se realizan en contra del delito de Trata.