Diana Adriano
Vanessa Olivares Toledo, una niña devota de la Iglesia, siempre tuvo una gran pasión por servir como monaguilla. Desde la temprana edad de 3 años se destacó por su compromiso y devoción a la Santa Comunión, lo que la llevó a ser una de las más destacadas en su comunidad, y para asombro de todos, recibir su Primera Comunión a los 6 años.
Sin embargo, en septiembre de 2017, Vanessa recibió un diagnóstico devastador: un tumor cerebral. A pesar de ello, la niña, que entonces tenía 9 años, mantuvo su fe y su compromiso con la Iglesia, ofreciendo su sufrimiento por todos los monaguillos de la diócesis.
Durante su viacrucis personal, Vanessa se convirtió en un testimonio de fe y valentía para todos los que la conocieron. A pesar de los momentos difíciles que enfrentó, nunca perdió su sonrisa ni su alegría de vivir.
Después de una lucha valiente, Vanessa fue llamada a la Casa del Padre, hace poco más de dos meses. Hoy, en el Día del niño, su testimonio es recordado con cariño y admiración por todos aquellos que la conocieron.
La historia de Vanessa es un ejemplo de cómo la fe puede ser una fuente de fortaleza y consuelo en los momentos más difíciles de la vida, incluso para los niños. Su dedicación a la Iglesia y su amor por el servicio a los demás son un legado que perdurará por siempre en la comunidad que la vio crecer.
Fue diagnosticada
Vanessa sirvió en la Capilla Oratorio de Guadalupe, perteneciente a la parroquia El Espíritu Santo. Fue en esta comunidad en la que comenzó su camino como monaguilla y en la que se hizo muy cercana a los sacerdotes Cruzados de Cristo Rey, especialmente al padre Antonio Cerda. Así lo recordó Margarita Toledo, mamá de Vanessa.
Los Cruzados de Cristo Rey fueron una parte importante de la vida de Vanessa, quienes la apoyaron y acompañaron durante su lucha contra la enfermedad. Juntos, oraron por su sanación y la sostuvieron en los momentos más difíciles, relató la madre de familia.
“Mi hija amaba su servicio como monaguilla. Ella desde muy pequeña miraba a sus hermanos y deseaba estar en el altar junto a ellos. Siendo monaguilla le tocó ir a recibir al Santo Padre en su visita a Ciudad Juárez. Estuvo en el aeropuerto. Recuerdo que venía con una emoción muy grande, que solo decía, ‘es que me daban muchas ganas de llorar porque sentía muy bonito”, rememoró Margarita con una notable nostalgia.
Vanessa comenzó a experimentar síntomas de su enfermedad en septiembre de 2017. Al principio, ella llegaba de la escuela cansada y con dolores de cabeza. En diciembre, los dolores de cabeza se hicieron más recurrentes, pero los exámenes de laboratorio no arrojaron ningún resultado preocupante.
El 25 de marzo de 2018, un Domingo de Ramos, Vanessa y su familia asistieron a la celebración solemne en la comunidad y todo transcurría con normalidad. Después de la ceremonia, Vanessa comenzó a sentir dolor de cabeza de nuevo, y su madre le dio una pastilla para el dolor, pero poco después, Vanessa vomitó y perdió el conocimiento.
Rápidamente, la familia llevó a Vanessa al hospital, en el que le realizaron una tomografía. Al día siguiente, la madre recibió la noticia devastadora de que Vanessa sufría de hidrocefalia debido a un tumor cerebral. Vanessa tenía sólo 10 años en ese momento.
Un camino difícil
La noticia fue muy difícil para la familia, pero encontraron consuelo en la fe. Al día siguiente de su diagnóstico, el padre Antonio asistió al hospital para darle la Santa Unción, ya que sería intervenida quirúrgicamente.
Margarita compartió que desde ese momento, los Cruzados de Cristo Rey estuvieron siempre al pendiente de la familia, brindándoles apoyo y orando por la recuperación de Vanessa.
“Nos tocó estar la Semana Santa ahí. Fue una operación rápida, con éxito, pero me dieron la noticia de que tenía que ser trasladada a Torreón para operar el tumor, ya que este doctor solo le había puesto una válvula para drenar el fluido del cerebro”, dijo la entrevistada.
María siempre presente
Luego de sus intervenciones, la niña siguió sirviendo. En una ocasión, Vanessa y su madre tuvieron que faltar a un Rosario en la Iglesia porque le tocaba una revisión médica en el hospital. Sin embargo, en el camino de regreso a casa, decidieron rezar el Rosario juntas. Mientras oraban, ambas comenzaron a percibir un aroma dulce y agradable que parecía venir de ninguna parte.
De repente, se dieron cuenta de que el perfume que estaban oliendo era muy parecido al olor de las flores frescas. Vanessa y su madre se emocionaron mucho al darse cuenta de que estaban sintiendo la presencia de la Virgen María con ellas. Se sintieron muy reconfortadas por esta experiencia.
Después de varios meses de tratamiento, Vanessa fue sometida a una cirugía en junio de 2018. A pesar de que el médico les advirtió que era una operación muy arriesgada y que podía tener consecuencias graves, ella y su madre confiaron en Dios para guiar a los médicos durante la intervención.
Cuando llegó el día de la cirugía, la niña fue preparada y llevada al quirófano. Y cuando estaban a punto de comenzar, una enfermera gritó repentinamente «Bajen a María Auxiliadora».
Vanessa y su madre se sorprendieron al escuchar esto y, justo en ese momento, volvieron a percibir el aroma de flores frescas que habían percibido antes.
La niña se emocionó mucho y le dijo a su madre que la Virgen María estaba allí con ellas.
Aunque la cirugía fue un éxito, Vanessa continuó luchando contra su enfermedad con gran fe y devoción, y ella siempre encontró consuelo en la presencia divina que la acompañaba
Ofreció su sufrimiento por los monaguillos de la diócesis
En entrevista con Presencia, la mamá de Vanessa recordó cómo su hija luchó valientemente contra su enfermedad y pasó muchas veces por el hospital para recibir tratamiento. A pesar de las dificultades y todos los malestares que vivió, su fe y su amor por la Iglesia nunca disminuyeron.
Algunos de sus amigos monaguillos la visitaron en el hospital para hacerle compañía y durante esa visita, Vanessa les habló con gran sinceridad y les compartió su dolor y su miedo, pero también su fe y su confianza en Dios. Fue entonces cuando, en un gesto conmovedor, ofreció su enfermedad por todos los monaguillos de la diócesis, para que pudieran seguir sirviendo a la Iglesia con valentía y entrega.
Este gesto de amor y generosidad conmovió profundamente a sus amigos, quienes se dieron cuenta de la gran fortaleza de espíritu de Vanessa y su compromiso con su fe. Su testimonio sigue siendo una fuente de inspiración y motivación para todos los que la conocieron y para todos aquellos que buscan el consuelo y la guía de Dios en momentos difíciles.
Llamada a la Casa del Padre
Por desgracia, a pesar de haber vencido al tumor, Vanessa sufrió otras complicaciones médicas que finalmente le causaron la muerte a la edad de 15 años. Esto ocurrió el pasado 16 de febrero de 2023.
La noticia de su fallecimiento impactó a toda la comunidad, especialmente a sus amigos en el Oratorio de Guadalupe y a los Cruzados de Cristo Rey, quienes la habían acompañado en su lucha contra la enfermedad.
La misa de exequias por Vanessa se vio abarrotada de personas de la comunidad que la vieron crecer y atestiguaron su fe y su valentía.
“Yo no sé por qué Dios nos eligió para una prueba tan grande, pero le damos gracias por la hermosa niña que nos permitió tener. Hay que aceptar de Dios los buenos momentos, pero también los malos, la enfermedad, las pruebas, y en este caso, la ausencia. Como mamá, me gana la humanidad, el sufrimiento, pero sé que Dios la tiene entre sus manos”, concluyó Margarita.