Mensaje del obispo para la Cuaresma, en la celebración del pasado Miércoles de Ceniza en la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe…
Con la imposición de ceniza a los fieles que llegaron a temprana hora a la Catedral, el pasado miércoles primero de marzo, el obispo don J. Guadalupe Torres Campos dio inicio a la Cuaresma 2017.
En la misa, celebrada a las ocho de la mañana, se hicieron presentes el alcalde Armando Cabada y su esposa, así como algunos funcionarios de su gabinete que quisieron recibir el sacramental y participar de la celebración con la que se inicia este período de penitencia y conversión.
En su mensaje, el obispo llamó a los fieles a intensificar la oración en este tiempo, pero hacerlo de manera genuina, y no solo como apariencia.
Presentamos el mensaje textual del obispo:
Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Hermanos amados todos en el Señor. El miércoles de ceniza iniciamos la Cuaresma como un camino.
La Cuaresma es un camino que tiene una meta bien definida: Cristo que muere y resucita. Iniciamos este camino tomando ceniza pues nos encaminamos a la celebración del misterio más importante, central de nuestra fe: la muerte y resurrección de Jesús. Es un camino que nos lleva a un encuentro personal con Cristo vivo, con Cristo resucitado.
Esta cuaresma es un camino de alegría; por una parte de alegría porque experimentaremos, como siempre, el amor de Dios. Es un tiempo propicio para experimentar que Dios me ama y que Dios me expresa su amor, me manifiesta su amor a través del perdón, y que perdonándome, me llama a la conversión. Un camino de alegría, de amor de Dios.
Pero también, al experimentar yo que Dios me ama, es una oportunidad que esa conversión se traduzca en un amor hacia los demás. Por eso la caridad debe imperar en este tiempo. La caridad, el amor al otro, el respeto, el servicio, la amistad auténtica, la fraternidad.
Dios me ama y perdona, yo amo a mi hermano, me reconcilio con mi hermano, estoy en paz con mi hermano, vivo bien con mi hermano, me preocupo de los demás…Pero también (experimento) un camino de esperanza, confío en Dios, me pongo en las manos de Dios, tengo puesta mi esperanza, mi vida, mi confianza en el Señor.
Camino de penitencia
Este es un tiempo de penitencia, un camino de penitencia. Por eso el ayuno, por eso la abstinencia de carne en estos días, por eso es un tiempo para decir ‘tengo que alejarme de mis debilidades, de mis pecados, de mis ofensas a Dios y a mi prójimo’.
Por eso acuérdate que eres polvo y al polvo volverás… es la fragilidad del hombre, la fragilidad del mundo pecador, pero abierto con esperanza a la misericordia de Dios.
Dios me ama, me reconcilia, me perdona, me renueva, y yo decido, con la ayuda de Dios, cambiar, reorientar mi vida al bien, al amor, al servicio.
Es un camino de victoria porque Cristo vence al pecado, vence la tentación como escucharemos el próximo domingo, primero de Cuaresma …es un camino de victoria pues Cristo venció al pecado, al demonio, y nosotros, con la gracia y el amor de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo nos encaminamos a vencer al demonio, a vencer el odio, el egoísmo, la crítica, la maldad, la división, la guerra, el pecado mío, personal, familiar de la sociedad o como Iglesia.
Tiempo de oración
Este tiempo de Cuaresma que hoy iniciamos con la ceniza, nos debe llevar a intensificar mi oración: hay que hacer más oración, pero en lo secreto, dice hoy el evangelio, ‘ahí en lo secreto’, es decir hacer algo que no debe ser de apariencia, para quedar bien, sino que sea del corazón… ahí, en lo secreto, haz oración, ahí en lo secreto ayuna, ahí en lo secreto da caridad, ayuda al necesitado. Que brote del corazón, de la autenticidad de tu vida interior. Desde dentro ama a Dios, ora, sirve, dedícate a los demás desde el corazón, desde lo secreto, porque Dios conoce lo secreto de tu corazón.
Pidamos, queridos hermanos, la gracia de Dios durante este caminar y que deveras al tomar la ceniza y escuchar ‘arrepiéntete y cree en el evangelio’, que de veras lo hagamos.
decir: Creo, creo en Dios, creo en el amor de Dios, me arrepiento, creo en el evangelio, me decido a cambiar. Decir: ayúdame, dame tu gracia, dame tu fuerza para caminar, para no quedarme donde estoy, sino caminar a la victoria, a la Pascua, al encuentro con Cristo resucitado que murió por mí, que resucitó.
Señor, dame tu gracia, dame tu amor y que María Santísima, la mujer de la misericordia, la señora de la compasión, de la cercanía, que María, nuestra Madre, nuestra Reina, interceda por todos y cada uno de nosotros.
Vamos pues a participar de este rito de la ceniza con gran autenticidad, con sinceridad de corazón, deveras que demostremos con nuestra vida, con nuestros actos, pensamientos y con nuestras acciones, nuestra fe en Dios: Creo en Dios, pero también en el amor a Dios, en el amor al prójimo, en el servicio y en la entrega a los demás. Así sea.