Ana María Ibarra
Un camino rumbo a la santidad emprendió hace siete años la familia Álvarez Castillo al consagrarse al Inmaculado Corazón de María a través de la formación que ofrece el movimiento Lazos de Amor Mariano.
Ahora, padres e hijos prestan su servicio promoviendo la consagración y participando en la formación de otras personas. Vueltos a la fe verdadera
Después de que su hijo Diego, entonces de 15 años, viviera un retiro espiritual, Sandra y Jaime decidieron también vivir su retiro al mirar el cambio que hubo en su hijo. Esto los llevo a consagrarse al Inmaculado Corazón de María como familia.
En medio de su etapa de adolescencia y rebeldía, Diego fue invitado varias veces por una tía a vivir un retiro espiritual en Lazos de Amor Mariano hasta que un día, el joven de entonces 15 años fue inscrito por su tía y su mamá a dicho retiro.
“Podría decirse que fui a fuerzas. Pero me di cuenta de que era donde tenía que estar. Ahí lloré lo que nunca había llorado, abrí mis sentimientos. Cuando salí del retiro empecé a rezar el Rosario diario, y mis padres se sorprendieron pues fue un cambio radical. Al retiro siguiente mis padres asistieron y a partir de ahí fuimos llamados a la consagración”, recordó Diego, ahora de 22 años.
El cambio de su hijo mayor y devoción al rezo del Rosario impulsó a Jaime y a Sandra a rezar en familia.
“Rezar el Rosario trajo cambios a nuestra familia, nos animó a vivir el retiro a mi esposa y a mí. El retiro nos quitó la venda de los ojos y nos dimos cuenta de que no vivíamos la fe como debería de ser. Empezamos a llenarnos de amor por la Eucaristía y a buscar frecuentemente la Confesión”, compartió Jaime, el padre de familia.
Sus otros dos hijos, Hiram y Fátima aún era pequeños y no podían vivir el retiro, pero la familia Álvarez decidió iniciar su formación para consagrarse.
“Vimos que la consagración no era rezar todo el tiempo, como pensábamos, aunque es muy importante la oración, nos dimos cuenta de que la consagración está aplicada al tiempo que vivimos. Son temas que nos hablan de las virtudes, de conocer el pecado, las ideologías con las que nos quiere engañar el mundo”, expuso Sandra.
La consagración, añadió la madre de familia, los ayudó a dejar de ser católicos light y a esforzarse por ser verdaderos católicos viviendo las promesas bautismales.
«La conversión lleva un proceso, es diaria, ayuda a sanar heridas y a dar al sufrimiento que estamos viviendo un sentido en la vida. Eso nos enamoró de la consagración. Además de conocer a la Virgen María ya que no la teníamos muy presente ni con una verdadera devoción”, reconoció Sandra.
Fortalecidos para la santidad
Vivir las 33 lecciones de la formación fue un reto para la familia Álvarez en medio de su vida cotidiana.
“Había complicaciones, pero la Virgen María, cuando te atrapa, te lleva a ella”, afirmó Sandra.
Aunque en aquel entonces Hiram y Fátima tenían tan solo 12 y 10 años, respectivamente, no entendían lo que era la consagración, pero con cada tema Jesús iba poniendo una semilla en sus corazones.
“Los frutos los vivimos desde que iniciamos la formación, pero los fuimos fortaleciendo en el transcurso de nuestra vida. En la escuela, al ver a nuestros compañeros haciendo algo que para ellos era normal, nosotros pudimos darnos cuenta de que eran cosas que no nos llevarían al cielo. Ahora podemos ver con ojos maduros las cosas de las que Jesús nos ha salvado”, expresó Hiram.
Dijo que esta consagración los ha ido fortaleciendo en su crecimiento y como jóvenes así lo experimentan.
“La consagración nos ayuda a fortalecer nuestra voluntad. No estamos diciendo que somos los más santos, tenemos muchas complicaciones, dudas, pero gracias a la consagración podemos hacer las cosas como Dios quiere e intentar ser santos. En Lazos de Amor Mariano tenemos una frase: seremos santos o moriremos en el intento”, mencionó el joven de 20 años.
Para estos jóvenes el vivir en este mundo con tantas idelogías que van en contra de lo natural, la consagración los ha hecho conscientes de no apoyar lo que no es correcto, aunque lo haga la mayoría de la gente.
Fátima confirmó que pudo descubrir que aún en una corta edad existe el pecado.
“La consagración me dio bases que me han acompañado en mi vida y me ayudaron a prevenir las ocasiones de pecado, y alejarme de amistades que no llevan a Dios. A pesar de ser pequeña, teniendo como meta el Cielo fui creando un estilo de vida que va dirigido a la santidad. En compañía de mi familia vamos todos juntos y si alguien baja la guardia estamos para acompañarnos y llegar juntos al Cielo”, expresó Fátima
Un antes y después
Un antes y un después de la consagración marca la vida de la familia Álvarez, pues ante las situaciones difíciles, personales y familiares, se saben acompañados por la Virgen María y por Dios.
“Nuestro matrimonio se vio fortalecido porque entedimos que para amar al otro debemos primero amar a Jesús. El amor entre nosotros se ha incrementado gracias a que Dios está en el centro de nuestras vidas”, compartió Jaime.
“Aceptar la voluntad de Dios como familia nos ha ido fortaleciendo y uniendo más sabiendo que la Virgen nos acompaña en cualquier momento”, agregó Diego.
Consagrados
Cabe mencionar que la familia Álvarez se consagró el 27 de junio de 2018, día de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en una ceremonia en la parroquia Jesús Maestro.
Desde entonces han visto en su vida cumplirse las promesas de la consagración.
“Una de las promesas es que, si un miembro de la familia se consagra, los demás miembros también se consagraran. En nuestra familia, primero se consagró nuestra tía, hermana de mi mamá, seguimos nosotros, después los papás de mi mamá, la mamá de mi papá, mis primos, mis primas. Pensé que no era cierto, pero al ver la cantidad de personas de mi familia que se están consagrando, veo los frutos”, dijo Hiram.
Son estos frutos los que llevaron a la familia Álvarez a integrarse como misioneros en Lazos de Amor Mariano, continuando con su formación e invitando a otras personas a que se consagren.
“Queremos que todo mundo se consagre para que esté guardado en el Inmaculado Corazón de la Virgen María. Recordemos lo que Jesús le dijo a Juan en la cruz: ‘ahí tienes a tu madre’, y desde ese día se la llevó a vivir con él. Todos los consagrados nos llevamos a María a vivir a nuestra casa y es una súplica que nos ella nos hace”, concluyó Sandra.
Para saber…
El siguiente ciclo de formación para la consagración inicia 25 de junio en la parroquia Santa María de la Montaña. Informes al tel. 656 753 9924