Presencia
El próximo 27 de junio de 2025, fecha de la Solemnidad del Sagrado Corazón concluye el Jubileo por el el 350 aniversario de las apariciones del Corazón de Jesús a santa Margarita María en Paray-le-Monial (Francia).
“Devolver amor por amor” fue el lema que se asumió durante este Jubileo, que incluyó una serie de peregrinaciones, celebraciones litúrgicas y encuentros con el objetivo de difundir este llamado en un mundo con tanta necesidad.
Luego, el sábado 28 de junio la Iglesia celebra la Memoria del Inmaculado Corazón de María.
Jesús y María se presentaron de esta manera en revelaciones especiales, por ejemplo, a santa Margarita María de Alacoque, a santa Catalina Labouré, a los pastorcitos de Fátima, a santa Faustina Kowalska.
Al hablar de los corazones de Jesús y de María se hace referencia a los decretos del Magisterio de la Iglesia y la liturgia (festividades citadas).
Por otra parte, el Papa Benedicto XVI dijo que, en el lenguaje bíblico, el «corazón» indica el centro de la persona, la sede de sus sentimientos y de sus intenciones.
Así, el culto al Sagrado Corazón de Cristo significa adorar a ese Corazón que, después de habernos amado hasta el final, fue traspasado por una lanza y desde lo alto de la cruz derramó sangre y agua, manantial inagotable de vida nueva.
Y el corazón que más se asemeja al de Cristo es, sin duda, el corazón de María, su Madre Inmaculada.
Entrevista
En entrevista, Agustín Rosas, de la Mision por el Amor de Dios en todo el mundo nos explica qué significan estas devociones a los Sagrados Corazones, así como la consagración que los fieles pueden hacer al inconmensurable amor de ambos.
¿Qué es la consagración al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María?
Es dar mi vida a Dios para que Él haga su voluntad en vez de la mía. Es la entrega incondicional al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María como respuesta al amor que ellos nos tienen. Es reconocer que Cristo es mi dueño y el poder externarle que deseo ser suyo.
El propósito de la consagración es que se haga la voluntad de Dios en mi vida, así cómo el Señor Jesús hizo la voluntad de su Padre.
Lo fundamental de la consagración es la renuncia al pecado, a la tentación del mal y a Satanás. Al realizar esta consagración estoy eligiendo vivir la vida de la gracia, estoy eligiendo vivir los caminos de Dios renunciando a todo vicio y acción que me aleje de vivir la vida según el Evangelio y de acuerdo con los lineamientos que nos marca el Magisterio de la Iglesia.
Con esta consagración se renueva y profundiza de manera consciente la consagración bautismal.
¿Cuál es el resultado de la Consagración? ¿Qué bendiciones podemos esperar?
Que yo muero a mis propios planes y aspiraciones para someterlas y vivir haciendo sólo aquello que es voluntad de Dios. El resultado es mi propia conversión y luchar, mediante el propio testimonio de vida, por la conversión de todos aquellos que Dios ha puesto bajo mi cuidado: esposa, hijos, familia etcétera.
Nuestro Señor Jesús es nuestro ejemplo, Él no vino al mundo para hacer su propia voluntad. Él vino para hacer la voluntad de su Padre.
La bendición mayor está en encontrar la voluntad perfecta de Dios para mi vida. Dios tiene un proyecto para cada uno de sus hijos. Nos dice: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2, 10).
Cuando yo consagro mi vida a Dios Él me puede mostrar el trabajo que tiene para mí. Mi mayor satisfacción llega cuando encuentro la voluntad de Dios para mi vida y la hago. Recordemos la parábola de los talentos. (Mt. 25, 21).
¿Cuál es el valor de estas devociones para la fe católica?
Es muy importante consagrarnos a los Sagrados Corazones, en principio para reconocer el Señorío de Jesús; es además una forma de hacer algo por el prójimo, pero es necesario tener el deseo de cambio de vida y dar lo mejor de nosotros a Dios.
La humanidad tiene necesidad, hoy más que nunca, de la bondad divina, del amor y de la piedad, eso es lo que recibimos al consagrarnos a los Sagrados Corazones de Jesús y de María; si vivimos según la consagración. Consagrarnos es responder a ese amor tan grande que ellos nos tienen.
¿Cómo se preparan para la consagración a los sagrados corazones?
Es importante resaltar que nosotros no consagramos personas, más bien las preparamos para su consagración con una catequesis durante 30 o 33 días. Las oraciones toman aproximadamente solo 20 minutos de cada día. La preparación se puede llevar a cabo de manera presencial o virtual según las necesidades o bien de manera mixta.
Las preparacione son diferentes. Tenemos para adultos y para niños. Es necesario enfatizar que para que la catequesis pueda rendir los frutos esperados, se requiere la plena concientización de la conversión personal, familiar, laboral y de todo el pueblo en general. Sólo así se podrá confiar en que ésta sea transformante y transformadora de todos los contextos de nuestra vida. Sólo así se podrá lograr la paz y la santificación de toda la sociedad, una vida digna y libre de toda violencia.
También se pueden consagrar países, negocios, colegios, territorios parroquiales, hogares; todo, porque finalmente todo le pertenece a Dios.
Reconocer el señorío de Jesús en nuestras vidas y nuestra entrega total a la voluntad de Dios, entendiendo que dicha consagración nos debe llevar a la renuncia de todo aquello en nuestra vida que sea contrario a Dios. Cambiando nosotros primero, transformaremos nuestros contextos de vida y poco a poco, se logrará la transformación de una realidad social.
¿Por qué consagrase a los corazones de Jesús y de María?
Cuando hablamos del Corazón de Jesús y de María pensamos en Jesús y en María bajo el aspecto de la riqueza de la vida interior de ellos dos, especialmente en su amor hacia el Padre celestial y hacia nosotros, los hombres.
La humanidad tiene necesidad, hoy más que nunca, de la bondad divina, del amor y de la piedad. El Papa León XIII consagró en el año 1899 a toda la Iglesia y al mundo entero al Sacratísimo Corazón de Jesús. También El Papa Pío XII le consagró al Inmaculado Corazón de María toda la Iglesia y el mundo entero en el año 1942. Y El Papa Juan Pablo II realizó esta consagración al Inmaculado Corazón de María en el año 1984 y en el 2000.
Somos conscientes que vivimos días en que la confusión crece en el corazón de muchos creyentes. Como ovejas dispersas se mantienen en silencio a pesar de observar como la inmoralidad, la corrupción y la maldad aumentan cada día más en los pueblos, ciudades, países y alrededor del mundo.
Muchos han comenzado a sentir la necesidad imperativa de hacer algo contra el mal que nos rodea, pero no saben qué hacer o cómo hacerlo. La consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María nos ofrece la herramienta que necesitamos y en la que podemos depender, ya que está basada en la historia de la Iglesia Católica y en las Sagradas Escrituras.
La consagración es voluntaria, Dios no obliga a nadie, ni tampoco es mágica, los frutos de esta preparación son de acuerdo a que tan consiente estoy haciendo mis oraciones, o solamente lo estoy rezando teniendo mi mente en otras cosas.
Y es continua, mi consagración se inicia con el hecho de entregarme al Señor, pero no termina ahí. Debo vivir continuamente mi consagración.
¿Cómo promueven estas devociones y consagración en la diócesis?
Desde el equipo de Misión por el amor de Dios en todo el mundo promovemos las consagraciones a través de la invitación a los sacerdotes y sus parroquias; una vez que el sacerdote está interesado en que se promuevan estas consagraciones invitamos a los laicos en las misas y a través de redes sociales.
Y existen otros hermanos que también llevan a cabo estas preparaciones para la consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Las personas interesadas nos pueden contactar en La Parroquia Todos los Santos con nuestro asesor, el Padre Amadeo Ruiz Moya, al tel de oficina 6566255771 ó al celular de Norma Carrillo 6562879629
Actualmente estamos ahí en la Parroquia Todos los Santos, en María Reina del Universo con el Padre Jesús Apodaca, en Riveras del Bravo con el Padre Jesús Salinas.