Ver hacia dentro de nosotros
Carlo Mejía Corona/Misionero y cantante católico
La mayoría en esta nueva civilización o era, la cual estamos atravesando nos hemos concentrado en llevar una actitud frívola o superflua. Estamos empeñados en alcanzar nuestras más anheladas metas, con el fin de ser ante los seres humanos ¨personas importantes¨. En cierta medida porque los distintos escenarios, circunstancias o hechos así lo ameritan. La sociedad moderna y golpeada por la prisa o la rapidez nos ha empujado a tomar una postura poco comprometedora con las cosas de arriba; las cosas del cielo; los temas que conllevan a reflexionar y a cuestionarnos respecto a nuestra conducta en relación con el todopoderoso.
Los seres humanos modernos nos preocupamos por realizarnos en el ámbito profesional; tener logros en este mundo, para ser reconocidos en todos los terrenos de un mundo que cada vez es más competitivo.
El mundo nos distrae y nos orilla a enfocarnos en cosas materiales y pasajeras, haciéndonos creer que este vida física y momentánea es la definitiva, todo con la finalidad de absorber a los más indefensos o vulnerables. Ciertamente, existe una carrera o una competencia entre unos y otros con tal de lograr nuestros más altos deseos; llegar hasta la cúspide del éxito con tal de ser aplaudidos y elogiados y admirados para alimentar nuestro ego o vanidad.
Todo ese ruido ensordecedor de la vanidad o del orgullo nos impide o nos dificulta ver hacia adentro de nosotros mismos. Y, eso conlleva que nos refugiemos en nuestro intelecto, nuestras profesiones, poniendo nuestra confianza en las bases y en las estructuras de este mundo que es pasajero.
Adentrarnos en las profundidades de nuestra alma es tener la osadía o el atrevimiento de llevar a cabo una expedición en el consciente e inconsciente; en nuestros recuerdos, en nuestra memoria donde se encuentra la voz interior; es como adentrarnos en las profundidades del océano. Realizar una evaluación o un examen. Apagar la luz de nuestra habitación interior para encender la lámpara de la consciencia e indagarnos ¿cuál ha sido nuestra postura hacia la vida que nos ha sido prestada? Charlar con nuestro Creador. Comprometernos con hacer un cambio con responsabilidad y enderezar nuestro camino.
Ciertamente nuestro soplo de vida no puede pasar desapercibido. Por alguna razón todos estamos convocados a ser partícipes de este rol tan importante, que es lidiar en el gran terreno de existir, de respirar y de actuar con responsabilidad según nuestras obligaciones o deberes.
El mismo Arquitecto de la vida nos ha plantado en este orbe por una razón que tiene que ser descubierta por nosotros mismos, pero para eso, deberemos tener la valentía de vernos en ese espejo interior; vernos a nosotros mismos como seres hechos a semejanza de Dios. Y, por esta razón, ser testigos de que somos una verdadera obra de arte que necesita retoques o una gran pulida. No somos perfectos, pero somos perfectibles y la mano de Dios es como la de un alfarero que le da forma al barro.
Atrevámonos a emprender hacia ese viaje por las profundidades del alma y de la mente. Realizándolo, nos percataremos de que somos seres limitados y necesitamos de ese poder supremo que es Dios para llegar el objetivo que es el cielo y dando muchos buenos frutos aquí en la tierra, tal como nos lo pide nuestro gran maestro, Jesucristo.
Somos como los árboles, estamos llamados a dar fruto con nuestras acciones.