Presencia
Con historias distintas, pero un mismo sueño, Keysi y Norma llegaron a Ciudad Juárez buscando cruzar la frontera.
La primera llegó con su hijo. Ellos estuvieron en esta localidad únicamente quince días y decidieron entregarse en la puerta 40 el pasado 7 de mayo.
La segunda vino acompañada por su hija de 9 años y después de cuatro meses de espera, finalmente logró una cita a través de la aplicación de la CBP One.
Ellas forman parte de los miles de migrantes que llegaron hasta la frontera de México con Estados Unidos, en Ciudad Juárez, justo antes de que expirara el Título 42 (el pasado 11 de mayo) la política del Gobierno de Estados Unidos mediante la cual se expulsó a migrantes bajo pretexto sanitario, debido a la Pandemia de la Covid 19.
Mucha confusión
Como se ha podido observar en las calles contiguas al bordo del Río Bravo, cientos de migrantes se han acercado a algunas de las puertas de la malla fronteriza instalada por el gobierno norteamericano.
Buscan entregarse a autoridades migratorias para comenzar un proceso en el que, piensan ellos, podrán permanecer en territorio estadounidense.
Sin embargo, esto no siempre es así, pues aunque las autoridades de EU han permitido a migrantes ingresar a territorio norteamericano, la mayoría son retornados a México ya sea por esta frontera u otras a cientos de kilómetros de Juárez.
Sin embargo, se corre la voz con otras versiones en el sentido de que el gobierno de EU ha otorgado permisos de tránsito por el país, a migrantes que llegan a entregarse.
Así el caso recientemente publicado en un medio local, de una familia venezolana. El hombre se acercó a agentes de la Patrulla Fronteriza para pedirles información y ellos lo llevaron detenido, lo retuvieron durante 14 días y luego lo expulsaron a México vía Tijuana.
Cuando pudo regresar a Juárez a buscar a su familia, decidió entregarse en la Puerta 36 junto a su esposa e hijos. Cinco días después, la familia fue liberada e El Paso con un permiso temporal, y una cita para consultar sobre su estatus migratorio en una Corte de Chicago, a miles de kilometros de la frontera.
Botín y mercancía
Ante este panorama, defensores de migrantes acusan al gobierno de Estados Unidos de generar ellos mismos una confusión.
Cristina Coronado, del la Pastoral de la Movilidad Humana del Servicio Columbano, que atiende a migrantes en la Catedral de Ciudad Juárez, ha denunciado en varias ocasiones la falta de información fidedigna y clara para que los migrantes puedan tomar las decisiones adecuadas.
“Supuestamente EU va a aceptar 100 mil migrantes bajo programa, pero es un juego político, es un acuerdo que no fue anunciado claro, con reglas… son acuerdos muy arriba.Y es preocupante que a los migrantes se les vea como botín, como mercancía”, dijo en entrevista con Presencia.
A ello se le suman los rumores malintencionados, que usan a los migrantes como cortina de humo o carne de cañón, dice Cristina, quien, junto a otros defensores de migrantes en Ciudad Juárez, se preparan para lo que se avecina tras el fin del Título 42.
“Es posible que vamos a tener de nuevo mucha gente en la calle, no sabemos bien cuándo… los migrantes van a estar de nuevo por cientos de miles en las calles, y no tenemos dinero, no tenemos una cabeza sabia visible en los gobiernos municipal, estatal o federal, que pueda convocar a hacer un plan”, aseguró.
Nuevos campamentos
Y así es. Como se puede observar en el Bordo del Río Bravo, cientos de migrantes siguen llegando (algunos recién bajados del tren que los trajo hasta el norte de México) y se apostan en las inmediaciones de las puertas 36 y 40, a la altura de la calle Arizona y Av. Francisco Villarreal, que topan con el Boulevard Juan Pablo II.
Ahí ya se han instalado campamentos con carpas y lonas para proteger a adultos, jóvenes y niños del ya inclemente sol del día, y del fresco de las madrugadas.
Muchos de estos migrantes cruzan en grupos la avenida para ir por provisiones a la tienda de conveniencia ubicada justo bajo la Gaza Heroes de la Salud. Otros van un poco más lejos, a otras tiendas enclavadas en los fraccionamientos cercanos.
Los automóviles y trailers de carga pasan a altas velocidades y sus guiadores solo atinan a ver el nuevo panorama que presenta la frontera Juárez-El Paso, mientras algunos vecinos de fraccionamientos cercanos al bordo, reniegan por la abundante presencia de migrantes en “su” zona.
Librar al hijo de las maras
Un camino largo y lleno de obstáculos y peligro experimentaron Keysi y su hijo de 15 años, procedentes de Honduras.
“Tenemos un mes de estar viajando hacia acá y no ha sido nada fácil. Hemos venido en el tren, nos quisieron secuestrar al entrar a México y nos escapamos. Ha sido un buen tramo lo que hemos recorrido”, compartió Keysi.
Entrevistada en el Bordo fronterizo, la mujer hondureña señaló que salió de su país porque las maras amenazaron de muerte a su hijo, ya que no aceptó ser reclutado.
“Es difícil para un joven de 15 años vivir en Honduras, hay muchas maras y la presidenta que tenemos no nos ayuda. Preferí atravesar este camino que dejarlo en manos de las maras”, dijo la madre de familia.
Madre e hijo llegaron a Ciudad Juárez el 5 de mayo y aunque Keysi llenó el formulario en el CBP One, al no recibir una respuesta decidió entregarse por la puerta 40.
“Todo mundo está agarrando para acá, decidimos venir también. La fe es que Estados Unidos nos reciba, si salimos de nuestro país es para superarnos como familia. Soy madre soltera, tengo tres niños y me toca la lucha diaria. Tengo también a mi mamá de 75 años y un tío con esquizofrenia, tuve que dejar mis otros dos hijos pequeños para salvar la vida de mi hijo”, agregó.
Ante la incertidumbre de lo que pueda pasar, Keysi se decidió arriesgarse, pero tiene puesta su fe en Dios de que el resultado sea favorable.
Viacrucis de Madre e hija
Otro es el caso de Flor, originaria de Guatemala, quien emprendió la huída de su país de origen, ya que el padre de su hija se la quería arrebatar.
“Salimos de Guatemala hace siete meses. Nos llevó dos meses viajando sin dinero, sin comer y casi sin dormir. Sufrimos mucho mi hija y yo. Estuve a punto de ver morir a mi hija, pero tuve fe y llegamos hasta Juárez”, compartió Flor.
Flor y su hija durmieron en la calle, pues se quedó sin dinero para viajar en autobús.
“Veníamos perdidas, pero gracias a Dios llegamos hasta aquí. Traía un poco de dinero, pero me lo robaron. Algunas personas nos daban algo para comer y un poco de agua”.
Al llegar a Ciudad Juárez, Flor se acercó a COESPO y de ahí fue llevada al albergue de Casa Eudes, donde la mujer y su pequeña pudieron al fin tener un lugar digno donde dormir, comer y descansar.
“Por varios meses estuve intentando tener una cita con la CBP One, pero no había podido. Gracias a Dios el 6 de mayo finalmente obtuve una cita. Me siento bien, contenta. Vi varias personas llegar aquí y obtener la cita y yo nada, me ponía a llorar, pero seguí intentando”, dijo la mujer.
Al tener esta cita, Flor se siente con la esperanza de que podrá cruzar a Estados Unidos y obtener asilo para una vida mejor.
“En Estados Unidos tengo a mi sobrino. En mi país se quedó mi mamá, pero tengo la esperanza de que la situación cambie y pueda pronto verla otra vez”, finalizó.
Así como Flor y Keysi, muchas otras personas provenientes de Venezuela, El Salvador, Honduras, Guatemala y hasta Colombia, siguen su marcha rumbo a la puerta de la malla fronteriza, a la que llegan tras cruzar cuidadosamente el alambre de navaja enrrollado a la orilla del Río Bravo…
Y llevan puesta la esperanza de que la puerta se abra y ellos puedan tener, quizá, la oportunidad de sus vidas.