Seguimos esos temas de reflexión que nos ayudan a crecer. Hoy quiero tocar un tema muy importante, el tema de la amistad.
La amistad es una forma del amor. Dios nos hizo sus hijos Dios, nos dio la capacidad el don de amar, Él es amor y nosotros somos esencialmente también capaces de amar por naturaleza, somos capaces de relacionarnos y un aspecto del amor, de las relaciones humanas, es la amistad. La amistad es un espacio en el que podemos compartir, entonces eso es muy importante. Ya desde ahí le damos un plus a la amistad al compartir: no espero nada a cambio, yo comparto porque es mi amigo, comparto mi vida, comparto mis sentimientos, comparto mi tiempo, mi afecto.
La amistad es un espacio para divertirnos; el hombre necesita divertirse, estar a gusto, contento, disfrutar; entonces la amistad también es un espacio de diversión sana para también despertar en nosotros el descanso, el recobrar las fuerzas en momentos agradables con los amigos.
La amistad también implica confianza: para que haya una verdadera amistad debe haber confianza, confiar en el otro, y la confianza en el otro implica la aceptación: te tengo confianza, te creo, te acepto y eso me da la capacidad de abrirme; porque te tengo confianza te abro mi corazón, porque sé que me vas a respetar, me vas a escuchar, me vas a entender, me vas a ayudar, no me vas a solapar, no me vas a mal aconsejar, sino me vas a ayudar para crecer.
Sentirnos queridos es muy importante dentro de la naturaleza humana, el sentirnos amados. La autoestima es muy importante en unos ámbitos de sectores de la humanidad: “nadie me quiere, a mi nadie me pone atención”, pues bueno ver ¿yo que estoy haciendo? más bien ¿yo cómo me estoy comportando? ¿qué tanto cultivo la amistad?…sentirnos queridos es importante, entonces es empezar un proceso de apertura hacia los demás, eso hay que trabajarlo cada día (para) sentirnos aceptados. Siempre es bueno, humanamente hablando, que me quieran y que me acepten como soy, lo cual no significa que ya porque me quieren y aceptan, yo me quedo estacionado, conforme, en una actitud de no crecer, sino debemos crecer y madurar.
En ese plano de la amistad quiero remontarme a las Sagradas Escrituras. Hay ejemplos de amistad muy significativos: David y Jonathan. David tenía una gran amistad con Jonathan, hijo de Saúl, una entrañable amistad de confianza y una ayuda mutua y a pesar de que hay un poco de diferencia entre Saúl y David, eso no es obstáculo para que entre ellos haya una amistad, una confianza y una ayuda mutua. Hablamos de San Pablo en la carta a Timoteo y le encarga a Filemón la amistad hasta verlo como un hijo que lo ha concebido en la cárcel. Una amistad donde Pablo ve por Filemón, un amor entrañable… pero el ejemplo más grande, bíblicamente hablando, que hemos visto, es Cristo en dos aspectos.
Uno en una amistad real con su amigo Lázaro: como Cristo procura a esta familia, como descansa en esta familia, se siente querido, busca siempre esa Betania saludable de la familia con Lázaro y cuando muere, Jesús llora por la muerte de su amigo Lázaro. Y el otro pasaje es la indicación que seamos amigos: “ya no los llamo siervos a ustedes, los llamo amigos”, es decir, desde el plano de la fe también tenemos que cultivar la amistad, tener amigos, que nos hagan crecer a un el aspecto espiritual.
Y aquí me remonto a algo todavía más fundamental: la amistad con Dios… ¿cómo andamos en la amistad con Dios? ¿cultivo esa amistad de parte de Dios para conmigo?… no hay duda de que Él me quiere, me ama, me procura, me da todo, confía en mí, me ayuda, pero yo hasta qué punto correspondo a Dios en la amistad ¿busco a Dios? ¿me abro a Dios? ¿dialogo con Dios? ¿le tengo confianza a Dios? ¿le creo a Dios? ¿me dejo ayudar por Dios?
«La amistad con Dios entonces es muy importante, la amistad en todo sentido, la amistad con Dios, la amistad con los amigos, la amistad en la familia»
Ciertamente sabemos que no podemos ser amigos de todos, hay niveles y hay gradualidades en la amistad, pero no podemos andar en la vida sin cultivar la amistad. Por eso el papa nos dice en ese sentido que debemos trabajar la hermandad del corazón, salir de nosotros mismos, romper con nuestra cerrazón, con nuestro egoísmo y salir al encuentro con los demás.
El papa nos invita, en la amistad, a cultivar un auténtico espíritu de fraternidad que vence todo egoísmo individual y al vencer este egoísmo individual nos abrimos desde la amistad a vivir una auténtica libertad y armonía con los demás.
El papa habla haciendo relación con lo que les comentaba hace momento: con Dios. El papa hace una relación entre la piedad como sinónimo de amistad con Dios. Sabemos que uno de los dones del Espíritu Santo es la piedad. Hay que pedirle al Espíritu Santo que nos dé el don de la piedad para que con este don cultivemos una amistad profunda con Dios que me lleve a la santidad.
Es la gracia de Dios que me da a través del Espíritu Santo que llena mi alma de alegría y de paz, entonces la amistad es como un motor desde el corazón que me fortalece en otros aspectos. Alegría, paz, fraternidad, solidaridad dice el papa.
Jesús quiere entablar con sus amigos una relación que sea el reflejo de la relación que Él mismo tiene con el Padre… insiste mucho Jesucristo con sus apóstoles: “mi Padre y yo somos uno”, y quiere Jesús que así sea entre los discípulos, quiere Cristo que así sea entre los cristianos, que haya una verdadera relación de amistad recíproca de confianza, plena, de íntima comunión para con todos.
En ese sentido, queridos hermanos, los invito a trabajar esa virtud: a tener amigos, que no tengamos miedo, que no nos encerremos. Todos como adultos, como jóvenes tenemos que cultivar en los niños que sean espontáneos; los niños son buenos y facilísimos para hacer amigos. No frenemos este espíritu libre de los niños para que cultiven la amistad y la sigan manteniendo en los años sucesivos.
Yo les ofrezco mi amistad, mi amor de padre y pastor a todos… quiero salir siempre con esa actitud y cuando voy a las parroquias demostrarles mi cariño, mi amistad y en ese sentido agradezco de todo corazón la amistad y el cariño que ustedes le tienen a la figura del obispo, en este caso hoy a su servidor. Que Dios los bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. AMEN