La enfermedad Covid 19 casi lleva a la muerte al párroco de santa Inés, quien luchó durante casi un mes contra el virus y hoy agradece, comprometido, la nueva oportunidad de vida.
Ana María Ibarra
Con una conciencia clara de que su misión en esta vida no ha terminado, el sacerdote Hugo Muñoz se sientemás comprometido después de la lucha contra la Covid 19 que lo mantuvo en cama por 26 días.
Agradecido con Dios por una nueva oportunidad de vida, el sacerdote compartió su experiencia, motivando a los enfermos de este virus a no dejar de orar y luchar para vencerlo.
Aquí su experiencia:
Llegó el virus
Como cada año lo hace, el mes de octubre el padre Hugo Muñoz viajó a la Ciudad de México a una reunión de generación con ex compañeros del Seminario de Monterrey.
“Esa noche de domingo en el hotel pedí algo de cenar y no me cayó bien. En la mañana del lunes me di cuenta que algo pasaba, como si me fuera a resfriar. El martes amanecí bien, pero el miércoles me dio fiebre y comencé a tomar ibuprofeno, sentía que dormía y despertaba con fiebre”, recordó el sacerdote.
Para el jueves, el padre Hugo notó que la comida le sabía a sal, y algunas verduras no le sabían a nada.
“Supe que ya no era normal. Me di cuenta que no era el único, sino que algunos otros de los padres también traían síntomas. De regreso a Juárez, en el avión me dio mucha temperatura”, compartió.
Sin embargo, el sacerdote no fue detectado con síntomas en los filtros localizados al llegar a la ciudad.
“Una noche antes me puse en reflexión, recordé tantas muertes, pero al mismo tiempo me sentía acompañado por Dios. En ese momento aún no quería aceptar la enfermedad. En el avión comencé a sudar y con pesadillas. Curiosamente cuando llegué a Juárez se me quitó la temperatura, pasé los filtros, las cámaras no detectaron nada”.
Al llegar a su casa, el sacerdote llamó al médico para comentarle sus síntomas: falta del gusto, del olfato y con fiebre. Le mandó tomar medicamento y aplicarse inyecciones.
“Hasta ese momento no sentía nada más, pero los síntomas se fueron dando poco a poco. En esa semana tenía un funeral, lo celebré y después de eso perdí el sentido de todo, no recuerdo nada”.
A pesar de su malestar, esa tarde, al recobrar el sentido, el sacerdote salió en ropa de verano a dar de comer a sus perros, lo que le agravó los síntomas al grado de comenzar a bajar su oxigenación, mientras que la fiebre no cedía.
Semana crítica…con Jesús
En esa su semana más crítica, según definió el sacerdote, estuvo acompañado por su compadre David y otro joven de la parroquia San Lucas.
“El día que bajó mi oxígeno a 62, me atreví a mandar un mensaje al chat del presbiterio para pedir apoyo y conseguir un tanque. Fue el padre Istibal quien me consiguió un tanque grande, después otras personas me trajeron más tanques pequeños, y los del club Rotario me trajeron un concentrador de oxígeno”.
Además, el sacerdote debió dormir boca abajo para elevar su nivel de oxígeno, pues se encontraba demasiado bajo y podían colapsar sus pulmones.
“En ese momento mi vida pasó en un instante. No sé si dormí una hora, media hora, pero vi desde mi infancia, lo que yo recuerdo, mis alegrías, bondades, errores, aciertos, tristezas, todo pasó rápido, era la película de mi vida. Al final vi la figura de Jesús que me tomó de la mano y me animó”.
En su pensamiento, el padre confió estar preparado si ese era el final de su vida.
“Istibal me había dado la unción de los enfermos, pero al ver la figura de Jesús me animé, sabiendo de que mi misión aun no terminaba, la presencia de Jesús fue ese signo para seguir adelante”.
Nueva oportunidad
Después de esos días, sus cuidadores ya no podían acompañarlo, y aunque se resistió, el sacerdote fue llevado a casa de una familia de la parroquia San Lucas, pues la otra opción era ser hospitalizado.
“Mi miedo era que los fuera a infectar, pero al hospital no quería ir. Ahí empecé mi lucha interior, no solo del sacerdote, sino del ser humano que anhela vivir. Cuando llegué a la casa de Tino y Lupita, ya no llevaba fiebre, mi oxigenación comenzó a subir y le di gracias a Dios por esa oportunidad nueva que me daba”.
El padre Hugo reconoció que hubo un momento en que reclamó a Dios, pero se dio cuenta que, en medio de la enfermedad, de la muerte, del luto, que se vive por la pandemia, fue muy bendecido ya que pudo ser atendido y apoyado con el oxígeno a tiempo.
“Hubo una familia que me recibió, un buen samaritano que me ayudo, no sufrí como otras personas, estuve bendecido por Dios”, reconoció.
Rescatado de nuevo
Al terminar su proceso de enfermedad, el padre Hugo sintió una sacudida a su interior al darse cuenta del gran amor del Señor, que no es la primera vez que lo rescata.
“Pasé dos infartos, la operación de la vesícula, cuando me entró agua a los pulmones y aquí estoy. Me hice una tomografía al final de esta enfermedad y resultó que mis pulmones están bien”.
Ante esto, el padre Hugo se cuestiona qué le pide Dios, o para qué lo está preparando.
“Dentro de mi ministerio estoy haciendo las cosas lo mejor que puedo, con mis errores, pero me doy cuenta que hay algo especial de Dios para mí. Lo que sea, estoy abierto a ello, si es más dolor, una experiencia más difícil, estoy dispuesto a vivirlo por todas las oportunidades que me ha dado”.
El padre Hugo comenzó con síntomas del Covid el 20 de octubre yfue dado de alta el 16 de noviembre. Hoy que sigue con tratamiento, sin dejar sus caminatas, ni los ejercicios de respiración, compartió que rezar el Rosario fue algo que le ayudó mucho para salir adelante. Por ello ora más que nunca y, comprometido con su misión, motiva a otros enfermos a hacerlo.
“No debemos abandonarnos. La gente oró por mí, pero también yo tenía que hacerlo. Sentí mucho la presencia de la gente que oraba por mí, no sólo porque me lo decían, sino porque en mi interior sentía una fuerza que me impulsaba. Ahora me siento más comprometido a dar todo de mí, no quedarme con nada”, finalizó.
Decálogo del padre Hugo para luchar vs el Covid.
- A los primeros síntomas consultar médico, aunque sea en línea.
- Seguir los consejos de tu médico y no mezcles con los consejos particulares. No te automediques.
- Básico: una buena alimentación, sopas y caldos calientes. Bebidas calientes con limón y miel de abeja. Hacer 5 comidas de preferencia (almuerzo, desayuno, comida, merienda y cena).
- Reposo absoluto, descansar lo más que puedas. Evita agitarte.
- Oxígeno cuando de verdad lo necesites. No es ponerse nada más porque sí. Si el médico te lo pide, hazlo entonces.
- La higiene es necesaria en la medida de lo posible báñate o que te ayuden hacerlo.
- Déjate conducir y permite que otros te ayuden.
- Muestra tu mejor cara y no te dejes llevar por la ansiedad, el miedo o la desesperación.
- Deja a un lado todas tus preocupaciones y concéntrate en vencer la enfermedad. Hay muchos que todavía te necesitan.
- Lo más importante: No dejes de orar. Reza El Rosario y busca la unción de los enfermos.