- Peregrinan con motivo del Año de la Misericordia
Unas 40 familias de la parroquia Santa Cecilia peregrinaron el pasado sábado 23 de abril rumbo a Catedral para vivir el Jubileo de las Familias y, con motivo del Año de la Misericordia, entrar por la Puerta Santa y así ganar la indulgencia plenaria.
Las familias se reunieron antes del mediodía en la capilla La Ascensión del Señor para participar en la misa de envío presidida por su párroco, Aurelio Saldívar, después de haber vivido algunos días de preparación espiritual.
Durante la celebración, el padre Aurelio reflexionó con los fieles sobre el significado de la peregrinación y la entrada por la Puerta Santa.
“Es un salir de nuestro propio yo y ponernos en camino, entregarnos a Dios. Entrar por la Puerta Santa es entrar a una nueva vida que nos ofrece este jubileo de las familias. Ya comienza a palpitar en nuestro corazón el júbilo, la alegría, el gozo y la paz”, expresó el sacerdote.
Con mantas, globos blancos, cantos y vivas, niños, jóvenes y adultos caminaron durante hora y media bajo el sol.
Entrada por la Puerta Santa
A pesar del calor y el cansancio, los peregrinos no desistieron y su entusiasmo nunca decayó, por el contrario, su amor a Dios les dio la fuerza para continuar hasta su meta.
Ya en Catedral, el diácono permanente Francisco Lazo invitó a los asistentes a entrar por la Puerta Santa y los motivó a ser misericordiosos con los demás, como lo es el Padre.
“Pidamos al Señor por nuestras familias, nuestras necesidades y problemas”, invitó.
En actitud de oración, los peregrinos imploraron al Señor derramara sobre ellos y sus familias su misericordia.
Enseguida rezaron un Padre Nuestro, un Ave María, el Credo y la oración del Jubileo de la Misericordia para poder ganar la indulgencia plenaria.
Antes de salir de Catedral, algunos servidores parroquiales motivaron a los fieles a seguir reflexionando sobre los temas que les fueron impartidos como preparación a la peregrinación, donde reflexionaron sobre la familia y el amor al cónyuge y los hijos.
También fueron invitados a seguir orando en familia, en sus casas de oración y comunidades.
A quienes no pertenecen a ningún grupo se les llamó a una reunión semanal para darles seguimiento y no dejar apagar el fuego del amor de Dios.
Finalmente, los peregrinos se despidieron del Señor con alabanzas de gozo.