Ana María Ibarra
Previo a la fiesta de Pentecostés, la comunidad parroquial del Sagrado Corazón de Jesús realizó una vigilia de 12 horas para adorar a Jesús Sacramentado y pedir descender al Espíritu Santo. Iniciaron el sábado 4 de junio a las 6:00 de la tarde, y concluyeron el domingo 5 a las 6:00 de la mañana.
Cómo ser testigos
“Hoy celebramos que Jesús nos da su Espíritu Santo. Ofrecemos esta celebración por nuestra parroquia, el decanato, por la diócesis y la Iglesia Universal”, expresó el padre Efrén Hernández, párroco del Sagrado Corazón de Jesús, al iniciar la celebración.
A la luz del evangelio, el padre Efrén dirigió su homilía resaltando la cincuentena pascual que concluiría el domingo de Pentecostés, celebrado el 5 de junio.
“La cincuentena inicia con el Espíritu Santo y termina también con el Espíritu Santo. Jesús llena del Espíritu Santo a los apóstoles y estos salen de su escondite. La gente se desconcierta porque los escucha hablar en su lengua. Fueron capaz de perdonar y perdonarse”, expresó el sacerdote.
El padre Efrén señaló que Espíritu Santo se manifiesta pensando en el bien común.
“Cuando nosotros compartimos nuestra experiencia de las maravillas de Dios, sin duda estamos ayudado al que nos escucha. Si buscamos vivir reconciliados, es el Espíritu Santo el que está actuando. Si actuamos mal, entonces es mentira que hayamos acogido al Espíritu Santo”, expresó.
La reconciliación, el servicio, y la caridad, dijo el sacerdote, se puede vivir en la familia, en la sociedad, en algún servicio comunitario, y esto dará testimonio de haber recibido al Espíritu Santo.
“Evitemos ser cristianos encarnados en la casa. Busquemos participar en algún servicio en la Iglesia, de acuerdo a nuestros dones recibidos en el Bautismo y Confirmación. Que el perdón sea un signo que hemos recibido de Cristo y el Espíritu Santo”.
Atentos al Espíritu
Al finalizar la Eucaristía, el padre Efrén expuso el Santísimo Sacramento para ser adorado durante la vigilia invitando a la gente a dedicar un tiempo para estar ante Jesús Sacramentado.
“Los invito a que vengan, especialmente en el horario que más nos cuesta, a la dos o tres de la mañana”.
Los fieles pasaron momentos en silencio ante Jesús, poniendo ante Él todo lo que sus corazones albergaron esa noche.
Los grupos parroquiales, uno a uno fue llegando a distintas horas para dirigir oraciones y cantos al Espíritu Santo y al Santísimo Sacramento. El primero en hacerse presente fue un grupo de jóvenes quienes, con canto y oración, adentraron a los presentes en un ambiente de recogimiento.
La invitación, aunque dirigida a los jóvenes, fue recibida también para el resto de las personas que se encontraba en el recinto, quienes pidieron, en voz alta o desde su interior, la presencia del Espíritu Santo.
Una tenue luz dirigida al Santísimo Sacramento evitó que los asistentes distrajeran su atención, poniendo su visión, su oración y sus sentidos atentos al amor de Jesús presente.