Mtro. Luis Alfredo Romero/ comunicólogo
Buscaba sintonizar una misa dominical y me encontré de pronto en el interior de la basílica de San Pedro en Roma. Era la festividad de Corpus Christi. El coro excelente, la liturgia impecable, en las bancas unas cincuenta personas conservando la precavida distancia. Después del evangelio Francisco nos atrapó con la sencillez de su estilo y lo impactante de su homilía.
“La Sagrada Escritura es un memorial para que no nos olvidemos del Señor. Para que no olvidemos las maravillas y prodigios que hemos recibido de Dios.
Sin memoria nos dejamos llevar como hojas secas por el viento y caemos fácilmente en el olvido. Con memoria, la Fe ya no se vuelve privada sino común, con una memoria que nos une a los demás.
En la Biblia el mensaje se transmite de generación en generación, de padres a hijos y ese método debe continuar en nuestros días en cada familia. Debemos pensar ¿qué pasaría si esa cadena de comunicación se rompe?
¿Qué poca comunicación habrá del mensaje de Dios si la cadena de comunicación se rompe y el evangelio no llega a las siguientes generaciones?
Dios sabe lo frágil de nuestra memoria y por ello nos dejó un memorial no sólo en la escritura y en los símbolos, sino también en el alimento, en la comida, en un sabor difícil de olvidar, el sabor a pan, ese sabor que no se olvida.
La Eucaristía es el Señor, es el memorial vivo de su Cuerpo y de su Sangre que se acuerda de mí en cada misa, porque la Eucaristía es la Pascua del Señor que se renueva en cada misa por nosotros. Al celebrar la Eucaristía nos reunimos como en una familia a celebrar el memorial del Señor y comemos el pan de los ángeles que Él nos dejó.
Maravillas de la Eucaristía
En nuestros días estamos viviendo una época de orfandad, de falta de caridad y de afecto. Pero Dios puede curar a través de la Eucaristía esas heridas infundiendo el amor del Padre que cura cualquier tipo de herida ya que en la Eucaristía Dios nos comunica el amor del Espíritu Santo que sana cualquier herida.
Y Si después de comulgar no salimos con la alegría a servir a nuestros hermanos, esteremos equivocados”.
Son muchas las maravillas que suceden con la eucaristía, dijo el Papa Francisco, pues al recibirla recibimos una prueba más de que el Señor nos sigue amando a pesar de nuestros pecados, que son como enfermedades infecciosas, pero que podemos, con Jesús, inmunizarnos de nuestra tristeza, caídas, temores y suspicacias, antipatías y arrogancias. Porque sólo el amor cura el miedo de raíz.
“Jesús es el pan partido que se da a sí mismo y se ofrece en la sencillez de un pedacito de pan consagrado, quitándonos el hambre de las cosas materiales. La Eucaristía nos levanta y nos saca de nuestro sedentarismo y confort. La Eucaristía también nos mueve para alimentar al prójimo. Esta alimentación debe ser concreta, debe ser real, como concreto es el pan que él nos deja como alimento en su memorial eucarístico.
Pan concreto
En estos tiempos difíciles hacen falta cadenas de solidaridad, debemos ser pan concreto, que nuestra ayuda sea solidaria. Cada vez que comulgamos somos transformados y debemos ser lanzados en ayuda de los más necesitados. Que nuestro prójimo, al que ayudemos, llegue a repetir “éramos esclavos y el Señor hizo prodigios en nosotros”
El memorial del pan y del vino es un tesoro con el que cuenta la Iglesia. Conservemos viva la memoria eucarística transmitiéndola a nuestros hijos d