- Amar al prójimo como Dios nos ama: debemos entender al cónyuge, a los hijos, a los padres, a los abuelos, tíos y toda aquella persona que interactúe con nosotros. No necesariamente amarlos como a nosotros mismos, porque a veces pasa que nosotros mismos no nos amamos, pero Dios siempre nos ama de manera incondicional y sin reserva.
- Tener una vida de oración constante: Si permanecemos en comunicación con Dios en todo momento, sabremos qué es lo que a Dios le agrada. Y la violencia ejercida contra nuestra pareja o nuestros hijos no es algo que a Dios le agrade, por lo tanto, trataremos en todo momento de agradarle y la violencia no será parte constante en nuestra vida.
- La práctica del rezo del Rosario: invitemos a María a que haga morada en nuestro corazón para que nos haga dóciles a la Palabra de Dios, nos dé paz, mansedumbre, y la capacidad para resolver cualquier situación de manera pacífica e inteligente.
- En la medida de lo posible una vida sacramental: Acudir constantemente a la Confesión y comulgar los más días posibles.
- Lectura constante de las Sagradas Escrituras: Al estar en constante contacto con la Biblia, Dios nos va guiando, orientando y haciendo mejores seres humanos.
- Hay que saber que La violencia doméstica es el abuso infligido hacia una persona de forma física, sexual, psicológica, espiritual, emocional, social o financiera dentro de una relación íntima o familiar, el cual crea patrones de comportamiento coercitivo y controlador.
- La violencia doméstica y cualquier otra forma de abuso es inaceptable e irreconciliable con los principios cristianos y con la vivencia cristiana.
- La violencia doméstica es un serio problema…sucede dentro de la Iglesia, así como en la sociedad en general.
- Proactivamente escucha, apoya, y ayuda a los afectados por la violencia doméstica.
- Siempre pondrá como prioridad la seguridad física y emocional de las mujeres y sus niños.
- Hay que trabajar en conjunto con organizaciones que apoyan y dan soporte a víctimas de violencia doméstica, aprender de ellas y apoyarlas adecuadamente.
- Debemos dar a conocer que la violencia doméstica es un pecado.
- Creer en un Dios de amor, justicia, misericordia y perdón.
- Enseñar lo que significa el ser un hombre y una mujer creados igualmente a la imagen de Dios.
- Buscar designar agentes de pastoral que se aseguren que la iglesia tiene una provisión adecuada de guía e información sobre este tema y mantener a la Iglesia al tanto de nuevas publicaciones o información.