- Psicólogo católico explica por qué este tipo de violencia se ha acentuado por el confinamiento debido a la pandemia de Covid 19, y ofrece consejos para enfrentarla desde nuestro ser cristiano.
Diana Laura Adriano
El incremento que se registra actualmente en el número de casos de violencia doméstica es una realidad palpable que se manifiesta ya como un problema de salud pública dada su extensión, magnitud y consecuencias.
Este tipo de violencia afecta de manera desproporcionada a las mujeres, a los niños y a los adolescentes y se ha acentuado por el confinamiento en casa.
Así lo aseguró el psicólogo católico Juan Jesús Hernández, quien actualmente atiende este tipo de casos en la Fiscalía del Estado, y compartió con Presencia algunos consejos para poder poner freno a esta “pandemia” alterna. Aquí la entrevista:
¿Qué es la violencia doméstica y cómo se sabe cuándo está presente?
La Organización Mundial de la Salud define a la violencia como: El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.
Mientras que la violencia doméstica sería el acto u omisión, único o repetitivo, cometido por un miembro de la familia en contra de otro u otros integrantes de la misma, sin importar si la relación se da por parentesco consanguíneo de afinidad, o civil mediante matrimonio, concubinato u otras relaciones de hecho, independientemente del espacio físico donde ocurran.
Hay algunos indicadores de la violencia, como golpes, marcas, hematomas, intimidaciones, control emocional, miedos que se observa en las víctimas, cambios del estado de ánimo, aislamiento, así como también algunas conductas agresivas de los victimarios.
¿Cómo han cambiado los índices de violencia doméstica en Ciudad Juárez durante la cuarentena?
Han aumentado considerablemente en estos meses, se han disparado en un 235% con relación a los años anteriores. El repunte puede atribuirse principalmente a la falta de tolerancia a la frustración, al escaso conocimiento de manejo de las emociones, al estrés generado por el confinamiento.
En nuestra realidad pasada no estábamos acostumbrados a vivir tanto tiempo juntos y encerrados, eso hace que los niveles de tolerancia a la frustración se vayan disminuyendo, por el cansancio, fastidio y estrés. A las personas se nos complica la convivencia cuando estamos acostumbrados a estar sólo por momentos en casa, porque salimos al trabajo, a la escuela. Ahora que se sale poco o no se sale, no sabemos manejar esta situación. De pronto estar todos en casa, se vuelve caótico. Aunado a esto, si ya existían antecedentes de violencia familiar, al estar siempre en casa, esto se agrava, se potencializa.
¿Cómo se puede detectar a un padre- esposo, madre-esposa abusador… que genera violencia doméstica?
La manera más fácil de detectar cuando hay violencia familiar es a través de la conducta de las personas, ya sea víctima o victimario emiten una serie de conductas que nos hace saber que dentro del hogar hay algún tipo de violencia, ya sea física, psicológica, emocional, económica o sexual.
Otra manera en la que podemos detectar que posiblemente hay violencia intrafamiliar es conociendo la historia de la pareja. Si alguno o ambos vivieron violencia en sus hogares de origen, es altamente probable que repitan patrones violentos, pues en la primera infancia se aprenden patrones conductuales, y en esa etapa aprendemos a través del modelaje, es decir, a través de lo que vemos, y nuestros primeros modelos son nuestros padres, si ellos resolvían sus problemas cotidianos a través de la violencia, será algo que los hijos aprenderán. Hay hogares en los que se normaliza la violencia, los hermanos pelean, los padres pelean, los tíos, abuelos, primos pelean, por lo que no es difícil darse cuenta que ese mismo patrón se seguirá en casa una vez que crezcan.
¿Cómo se resuelve el problema de la violencia doméstica?
Es un problema que no tiene una solución sencilla. A lo largo de la historia de nuestra ciudad se han creado programas y proyectos para disminuir los índices de violencia intrafamiliar, a través de campañas televisivas, trípticos, talleres, pláticas, conferencias y terapias psicológicas a víctimas, sin embargo al ver las estadísticas mensuales en la Unidad Especializada en Delitos contra la Seguridad Sexual, Violencia Familiar y Trata de Personas donde se atienden a niños, adultos mayores y hombres víctimas de violencia intrafamiliar, así como en la Fiscalía de la Mujer, nos damos cuenta que si bien es cierto, han tenido un impacto en las personas, sobre todo víctimas, en lo general o de manera global, se sigue viviendo un alto índice de violencia doméstica en nuestra comunidad. El impacto de estos programas, aunque buenos, no ha sido suficiente para erradicar esta situación.
Hace 10 años, tuve la oportunidad de trabajar como coordinador del área de Psicología y Trabajo Social de la Unidad Especializada en Violencia intrafamiliar y al hacer un estudio sobre el re ingreso de personas generadoras de violencia, nos dimos cuenta que toda la ayuda estaba enfocada en las víctimas, no de manera integral, es decir, los agresores no tenían ningún tipo de apoyo, ayuda, programa de rehabilitación ni nada, por lo que dos excelentes psicólogos, un hombre y una mujer, diseñaron un proyecto piloto para trabajar con hombres y mujeres generadores de violencia. Aparte de trabajar en las víctimas, se puso en práctica un taller reeducativo, cuya premisa era el reaprendizaje y erradicación de patrones conductuales. De un 93 por ciento de reingresos que había, se redujo a un aproximado de 13 por ciento. Después se implementó una segunda fase meramente terapéutica y una tercera fase como especie de restauración y reintegración a la sociedad y a la familia.
Podría decir en este momento que (la solución) es a través de una reeducación y re estructuración en el sistema de creencias y valores, donde se enseñe a las personas a tener más tolerancia a la frustración, solución pacífica de problemas, estrategias de afrontamiento, una nueva forma de interacción entre hombres y mujeres donde no exista ni el machismo, ni el feminismo radical, sino una cultura de paz y de respeto de uno por el otro, una cultura de complementariedad donde todos tengamos la misma dignidad y valor, ante los ojos de los demás.