Lectio Divina correspondiente al 13 de febrero del 2022, Domingo VI del Tiempo Ordinario… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…

Carl Bloch, 1890
Samuel Pérez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 6, 17. 20-26.
Bajando después con ellos, se detuvo en un llano donde estaban muchos de sus discípulos y un gran gentío, de toda Judea y Jerusalén, y de la región costera de Tiro y Sidón. Entonces Jesús, mirando a sus discípulos, les decía: Dichosos los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tienen hambre, porque Dios los saciará. Dichosos los que ahora lloran, porque reirán. Dichosos serán ustedes cuando los hombres los odien, y cuando los excluyan, los injurien y maldigan su nombre a causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de felicidad, porque su recompensa será grande en el cielo; pues lo mismo hacían sus antepasados con los profetas. En cambio, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya han recibido su consuelo! ¡Ay de los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de los que ahora ríen, porque se entristecerán y llorarán! ¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de ustedes, pues lo mismo hacían sus antepasados con los falsos profetas! (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de la lectura del evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor reflexión:
Al detenerse Jesucristo y sus apóstoles en un llano ¿quiénes estaban y de dónde procedían?
¿Quiénes son señalados por Jesucristo como “dichosos”?
¿Cuál es la recompensa para quienes viven estas situaciones a causa del Hijo del hombre?
¿Quiénes son los advertidos por Jesucristo?
¿Por qué estas situaciones son presentadas como causa de desdicha?
Breve Estudio Bíblico
En el sexto domingo del Tiempo Ordinario la Liturgia de la Palabra nos coloca ante la elección entre los poderes del mundo y el Reino de Dios. El oráculo divino del profeta Jeremías lo expone claramente con palabras duras: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón”. Bendito es el hombre que se mantiene firme, confía en el Señor y en él pone su esperanza. En la segunda lectura el apóstol san Pablo nos llama a reflexionar y a poner nuestra fe en la resurrección. Hoy en día, existen personas que al igual que algunos de la comunidad de Corinto argumentan que los muertos no resucitan. Si fuera así, Cristo no resucitó y por lo tanto la fe del creyente sería vana y carecería de objeto y fundamento. San Pablo nos aclara que Jesucristo murió por nuestros pecados, Dios Padre lo resucitó y lo constituyó primicia de los que van a resucitar. Esto nos da la certeza de la resurrección de los cristianos a la luz de la resurrección de Cristo.
En el Evangelio, san Lucas nos presenta a Jesucristo después de la elección de los Doce en el llamado Sermón del Llano sobre las bienaventuranzas. Las situaciones de pobreza, el hambre, el llanto y la persecución son señaladas por Jesucristo como contrarias a la voluntad de Dios y consecuencia de las injusticias del hombre. Quienes las provocan son advertidos de la llegada de su desdicha. A quienes viven estas situaciones los llama “dichosos” porque ante el Reino de Dios toda injusticia ha de desaparecer como un proyecto hecho realidad por sus verdaderos discípulos. Su misión es hacer del Reinado de Dios una realidad, lo cual es motivo de alegría y gozo para aquellos que sufren de la injusticia humana; su recompensa será grande en el cielo.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en la meditación, seamos sinceros al responder las siguientes preguntas:
¿Quiénes son los dichosos y los advertidos hoy en día?
De acuerdo con mi actitud ante los pobres, los que tienen hambre, los que lloran y los perseguidos, ¿a qué grupo pertenezco, a los dichosos o a los advertidos?
Si optamos y nos esforzamos porque el centro de nuestra vida sea Dios, ¿podemos realizar este proyecto al margen de nosotros mismos y nuestros hermanos? ¿Por qué?
¿Qué valores y principios deberían promoverse y vivirse para que nuestro trabajo por el Reino no se asemeje a los reinos de este mundo, es decir, a lo contrario de lo que Cristo propuso?
¿Qué he hecho esta semana para hacer del Reinado de Dios una realidad?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
perdón por las injusticias cometidas a mis hermanos.
Me reconozco necesitado de ti y me abro a tu amor y tu gracia.
Ayúdame a desprenderme de aquello que me ata al mundo y me priva de ti.
Quita de mí el egoísmo y la indiferencia,
pon en mi corazón la compasión y el amor que vienen de ti
y se conviertan en acciones para mis hermanos.
¡Confío en ti, Señor, en ti pongo mi esperanza!
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe y enriquezca nuestro servicio:
«Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza» (Jeremías 17, 7).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Ser verdadero discípulo supone la convicción de involucrarse en el proyecto del Reino de Dios.
Propuesta: Hoy en día miles de migrantes tienen que dejar su patria por causa de las injusticias humanas. Apoyemos a la Casa del Migrante de nuestra ciudad con donativos, ropa y alimentos
(C. Neptuno #1855. Tel. 656 687 0676). ¡Hagamos del Reinado de Dios una realidad!
Primera Lectura: Jeremías 17-5-8
Salmo 1
Segunda Lectura: 1 Corintios 15, 12. 16-20
Color: Verde