Ana María Ibarra
Llenas de fe y esperanza y con el corazón dispuesto a ser sanado, mujeres de distintas edades asistieron al II Encuentro Diocesano de Mujeres organizado por el Movimiento de la Renovación Católica Carismática en el Espíritu Santo.
Este encuentro se llevó a cabo bajo el título “Sanando a la mujer herida” y la temática corrió a cargo de la doctora en Psicología y cantautora católica, Martha Reyes.
Tres actos de perdón
En uno de sus temas, la doctora expresó que los milagros de parte de Dios se pueden sentir todos los días.
“Dios me da más fuerza, más fe, más confianza para lidiar con la misma persona cada día, con las mismas situaciones de todos los días, con otra actitud, con otra percepción. Todo depende del corazón que va sanando”, expresó.
La expositora invitó a las mujeres a cuestionarse sobre cómo es su relación con su pasado.
“Nada de lo que se da, se da fuera de la voluntad perfecta de Dios. Hay una razón para todo y si no encontramos el propósito del por qué, encontremos el para qué. Por una mala decisión del pasado cuesta ser feliz en el presente. Por estar pensando en el pasado, estás saboteando el presente y el futuro”, señaló.
Asimismo, les expuso tres actos de perdón para la sanación.
“Primero, sanar con mi persona y mi realidad. Me perdono, dejo de ser la culpable, dejo de ser la que más me hiera. Segundo, perdono a los demás y puedo decir como Jesús: los perdono porque no sabían lo que hacían. Y tercero, buscar el perdón de Dios. El perdón no cambia el pasado, pero cambia el futuro”, sentenció.
Adoración para sanar
Para reforzar esta sanación, las asistentes tuvieron un momento de encuentro con el Santísimo Sacramento en un momento de adoración, postrándose ante él, orando y llorando para sanar.
La doctora Martha las iba guiando en la oración y con alabanzas, mientras las mujeres iban desahogando su interior, mostrándose ante el Rey de reyes como sus hijas, tal cual son.
Todas y cada una de ellas pusieron ante Jesús Sacramentado las situaciones doloras de su vida, de su niñez, su adolescencia, su juventud y las que viven en su edad adulta pidiéndole al Señor un corazón nuevo, un corazón sano, una nueva historia.
Las asistentes salieron fortalecidas, con un corazón renovado, confiadas en que, a pesar de las adversidades que puedan surgir, el Señor siempre estará a su lado para fortalecerlas.