La escuela, ayuda, la Iglesia ayida, las instituciones ayudamos, pero ustedes papás, son los primeros educadores y no pueden delegar esta vocación de formar a sus hijos.
Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Como siempre les saludo con mucho cariño, amor de padre y pastor. Hoy toca reflexionar el capítulo siete de esta exhortación apostólica del papa, “Amoris Laetitia”: “Fortalecer la educación de los hijos”.
Este capítulo totalmente está dedicado a resaltar la importancia de la educación de los hijos. Los papás siempre inciden en el desarrollo físico y ético, pero también en el desarrollo de fe y de moral de sus hijos. Así comienza el papa este capítulo: “tienen la misión de educar en todo sentido”.
Esta misión, dice el papa, debe ser consciente. Que los papás tengan esa conciencia: “soy educador, formador, entusiasta y no ver como una carga esto. Pero educar razonablemente, no con puro sentimiento y corazón, sino razonable y apropiada a cada hijo según la etapa, momento o circunstancia. Cuatro aspectos de esta misión educativa de los papás: consciente, entusiasta, razonable y apropiada.
Al mismo tiempo es una tarea compleja. Todos los papás dicen ¿dónde nos enseñan a ser padres? ¡y tienen razón! Sin embargo hay que prepararse, hay que dejarse formar también y la iglesia tiene varias instancias para que se formen antes, en y después del matrimonio.
El papa comienza también esta reflexión con una pregunta que nos cuestiona ¿dónde están los hijos?…¡que pregunta tan fuerte! ¿dónde están? y con esto el papa no se refiere a si están en el cuarto o en la sala, ¡no! ¡dónde están existencialmente, cómo están!… y cada padre de familia, papás y mamás juntos deben saber dónde están, en qué etapa, conocerlos bien, atenderlos bien, formarlos bien.
La familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento y guía de los hijos en el área educativa, aunque deba reinventar sus métodos y encontrar nuevos recursos. No es lo mismo educar a los hijos hace 50 años, que hace 20 años, que hoy. Necesitan reinventarse en sus métodos y encontrar nuevos recursos, como dice el papa a propósito de la evangelización. Es lo mismo que una evangelización nueva en su ardor, nueva en sus métodos, nueva en sus expresiones, así la misión educativa de los papás.
Qué fuertes también palabras del papa sobre el abandono, es decir que los papás abandonan a sus hijos. Y abandono no sólo se refiere a ese sentido de los dejo, me voy con otra persona, sino al abandono aún cuando están físicamente presentes. Hay un abandono cuando no hay un acompañamiento, no hay diálogo, no hay presencia viva… ¡cuidado papás! ¡no abandonen a sus hijos!…esto nunca es sano, y cita el papa un principio: “el tiempo es superior al espacio, es decir, se trata de generar procesos más que espacios.
El papa señala que el peligro es controlar a los hijos y que piensen que con eso es suficiente…el tiempo está por encima del espacio, entonces un error es ser controladores nada más pues de ese modo no se preparan los hijos para fortalecerlos, no los educan bien, no los preparan para enfrentar los desafíos.
Así el papa empieza como una introducción en este capítulo. Luego toca algunos temas específicos. Un primer tema es “Formación ética de los hijos”. Dice el papa en el documento, “aunque los padres necesitan de la escuela para asegurar una instrucción básica de sus hijos, nunca, nunca pueden delegar completamente su formación.
¡No papás!, ustedes son los más interesados, los primeros educadores de sus hijos. La escuela ayuda, la Iglesia ayuda, las instituciones ayudamos, pero ustedes son los primeros educadores y no pueden delegar esta vocación de formar a sus hijos.
La tarea de los padres incluye una educación de la voluntad, incluye un desarrollo de hábitos buenos e inclinaciones afectivas a favor de el bien. Toca también el tema de la libertad, educarlos en la verdadera libertad como algo grandioso. En ese sentido la educación moral es un cultivo de la libertad a través de propuestas, motivaciones, aplicaciones prácticas, estímulos, premios, ejemplo, modelos, símbolos, reflexiones, exhortaciones, una serie de tareas, líneas de acción que los padres deben implementar en la educación moral de sus hijos.
Otro punto que toca el papa es el valor de la sanción como estímulo, es decir, sensibilizar al niño o al adolescente para que advierta que las malas acciones tienen consecuencias. Va en ese sentido: advertirle al hijo que las malas acciones traen consecuencias y hay que evitarlas. Es importante también educar al niño en el perdón y reparación del daño ocasionado a los demás, que desde chiquitos aprendan a perdonar y reparar el daño.
También es importante valorar y reconocer los esfuerzos del hijo: “hijo hiciste muy bien tu tarea, te portaste bien, estás siendo buen hijo”, etcétera. Valorar y reconocer los esfuerzos del hijo y que los padres den confianza al niño y que este el hijo perciba la confianza que sus papás le dan. Con esa confianza el hijo adquiere seguridad y crece en todo sentido.
En el próximo número la conclusión de la catequesis del obispo sobre el capítulo 7 de Amoris Laetitia