A propósito de la Solemnidad de Todos los Santos, el tiempo se vuelve propicio para recordar que todo bautizado está llamado a la santidad. Sacerdotes de la Diócesis ofrecieron consejos para vivir en santidad y alcanzar la vida eterna.

Ana María Ibarra/Diana Adriano
Al acercarse la Solemnidad de Todos los Santos, el tiempo se vuelve propicio para recordar que todo bautizado está llamado a la santidad.
Con sencillez y profundidad, sacerdotes juarenses invitaron a los fieles a fortalecer su relación con Dios a través de la oración, la vida sacramental y el amor al prójimo, recordando que la santidad no es un ideal lejano, sino un camino posible para todos los cristianos en la vida cotidiana.
Aquí las prácticas recomendadas para lograr ser santos y alcanzar la vida eterna.
1 Oración y reconciliación
La oración es un aspecto importante dentro de la vida del cristiano y es también una práctica que, hecha con devoción y detenimiento puede ser un medio para llegar a la santidad.
“La oración nos fortalece para seguir respondiendo a nuestro llamado, desde el ministerio sacerdotal o nuestro compromiso como cristianos en nuestra comunidad. Esta sería la primera práctica que recomiendo”, dijo el padre José Farías, formador del Seminario
Otra practica que el sacerdote mencionó es el sacramento de la Reconciliación.
“Cuando estoy bien con Dios y conmigo mismo, estoy buscando la paz para transmitir a Cristo a los demás. Es importante acercarse al sacramento de la reconciliación y no aplazarlo tanto”, señaló el sacerdote.
2 Unión con Cristo y amor
Por su parte, el padre Jesús Apodaca, párroco de la comunidad María Reina del Universo, resaltó la unión con Cristo como una práctica para lograr la santidad.
“No debe faltar en nuestra vida la unión con Cristo y esa unión se revitaliza cuando lo celebramos en la Eucaristía y los otros sacramentos, como la Reconciliación, que nos santifica. Sin él la vida cristiana no es plena y no hay santidad”, afirmó.
Un segundo medio para llegar a la santidad, mencionó el padre Apodaca, es el amor.
“Para alcanzar la santidad es necesario vivir el mandamiento que Cristo nos dejó: el amor. El amor a nuestra vida, el amor a Dios, el amor a los hermanos y desde ese amor responderle haciendo siempre el bien. Y dentro de la comunidad como fuera de ella, tener la capacidad de servir y edificar la vida de los demás”, señaló.
3 Examen de conciencia 3 momentos al día
Por su parte, el padre Victor Manuel Ortega Vega, vicario de San Martín Obispo, recomendó la práctica de establecer propósitos para el día:
“Al iniciar el día, es importante hacerlo con la intención de establecer propósitos que nos ayuden a ser mejores discípulos de Cristo.
Al mediodía, conviene detenernos un momento para revisar cómo vamos con esos propósitos y reconocer qué necesitamos mejorar para aprovechar mejor el resto del día.
Antes de dormir, es momento de reflexionar sobre cómo fuimos discípulos en esta jornada: pedir perdón por nuestras fallas, pero también reconocer los aciertos que nos fortalecen y nos impulsan a ser mejores discípulos de Cristo mañana.
4 Docilidad, humildad y Eucaristía
Para el padre Diego Guadalupe García Camacho ser santo es aceptar el proyecto de Dios en la propia vida.
“La docilidad y la humildad son actitudes fundamentales para recorrer un camino de ascesis que permite ir trabajando la santidad en la vida del creyente. La santidad no es solo un deseo alcanzable por mérito humano; si bien requiere una respuesta y un esfuerzo personal, la gracia exige humildad y docilidad para que Dios pueda hacer su obra en nosotros”, dijo.
Por otra parte recomendó vivir la Eucaristía. Explicó que ser santo es dejar que “Dios sea en mí”.
“A mí me corresponde ser tierra buena, y para lograrlo, la Eucaristía es imprescindible: ella configura mi vida, mi mente, mi corazón y todo lo que soy. La Eucaristía es Cristo mismo que toca mi cuerpo, mi mente y mi alma; al entrar en contacto con lo más sagrado, entro en comunión con el querer de Dios y con su gracia, que me santifica y transforma”.
Así, dijo, cada quien puede abrazar su proyecto y dejar que la voluntad de Dios conduzca su vida, “para conquistar un día el cielo que, desde ahora, Él nos promete”.
Hemos sido hechos para grandes cosas
Ya hace algunos años, el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, en una carta pastoral titulada «Hemos sido hechos para grandes cosas», realizó una recopilación -basándose en la vida de los santos y maestros de la vida espiritual-, de seis prácticas que pueden ayudar a alcanzar la santidad.
En esa carta pastoral el prelado indicó que para ser semejantes a Cristo «se necesita un plan de vida» y tener «un propósito».
«Nuestras vidas deben ser conducidas por un deseo alegre de trabajar con la gracia de Dios para ser más como Cristo día tras día, año tras año», aseguró.
Mons. Gómez recomendó entonces trabajar «los buenos hábitos» y presentó seis prácticas concretas, entre las que se cuentan algunas de las que ya mencionaron los sacerdotes juarenses.
- Ser conscientes de la presencia de Dios
El Prelado indicó que es necesario tener contacto con Dios a través de una sencilla oración al comenzar y al terminar el día. En la mañana se le ofrece el día al Señor y en la tarde se reflexiona sobre lo que se hizo en la jornada.
«A lo largo del día, traten de estar conscientes del ‘sacramento del momento presente’. Nuestro objetivo es tener la certeza de que nosotros estamos vivos bajo la mirada amorosa de Dios y que con su gracia es posible hacer todo por amor a Él», señaló.
- Darse un tiempo todos los días para orar
Mons. Gómez señaló que el propósito de la oración es llevar al hombre a la presencia del Dios vivo en una actitud de humildad, de amor y alabanza.
Además, aconsejó hablar con Dios de forma honesta y simple. «Dile a tu Padre qué te mantiene ansioso, qué quieres hacer por Él. Háblale sobre las áreas de tu vida que quieres mejorar. Dile que lo amas y que quieres amarlo más. Dile que quieres hacer su voluntad, como lo hizo María, nuestra Madre.
También afirmó que repetir el nombre de Jesús durante el día «es una hermosa y poderosa oración».
- Leer todos los días un pasaje del Evangelio
Realizar la lectio divina. Esta consiste en leer un pasaje de los Evangelios y meditarlo en oración preguntando: «¿Dios, qué me dices en este pasaje? ¿Qué me estás pidiendo hacer?».
“Mientras más recemos con los Evangelios, tendremos más ‘mente de Cristo’. Sus pensamientos y sentimientos» se harán nuestros, y podremos ver «la realidad a través de sus ojos».
- Asistir con frecuencia a la Eucaristía
El Arzobispo de Los Ángeles recomendó, como los sacerdotes juarenses, buscar todas las oportunidades para encontrarse con Cristo y adorarlo en la Misa y el Santísimo Sacramento.
Así, la relación personal con el Señor crece y se transforma en una profunda amistad.
- Hacer un examen de conciencia diario y confesarse con frecuencia
Esta es otra práctica ya sugerida, pero el obispo de Los Angeles asegura que la Confesión frecuente brinda «una sensación de liberación y paz» en el alma cuando los pecados son perdonados.
Comentó que a lo largo de su ministerio pastoral se ha sorprendido de cómo «actúa la gracia de Dios en la vida de la gente» a través de ese sacramento.
“Poder pronunciar su palabra de perdón, poder perdonar los pecados en su nombre. No hay mayor privilegio que pueda imaginar, ni algo más hermoso sobre la tierra», subrayó.
- Realizar obras de caridad espirituales y materiales
El Arzobispo de Los Ángeles también destacó como práctica: “Amar es la forma de imitar a Cristo. Necesitamos amar a los otros como Jesús los ama, comenzando por la gente que está más cerca. Empezar por nuestras familias y luego salir»,
Por ello, recomendó servir a Dios a través de los pobres, los abandonados y los vulnerables.


































































