Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con gran cariño. Estamos en el domingo 20 del Tiempo ordinario. Deseo que se encuentren todos bien. Seguimos la temática eucarística de estos domingos con el evangelio de san Juan, que hace revelaciones muy fuertes que desconciertan a los judíos.
Nuevamente escuchamos esta afirmación de Jesús: ‘Yo soy el Pan Vivo que ha bajado del cielo’. Ya reflexionamos que se revela como pan y alimento que da vida, es el verdadero pan bajado del cielo, pero luego dice, ‘el que coma de este pan vivirá para siempre’, ofrece vida eterna, en plenitud.
Necesitamos alimentarnos de este pan bajado del cielo para tener vida en abundancia, vida de gracia en Cristo, ser eucarísticos, porque la Eucaristía es vida para nosotros, pues se nos dice, ‘el que coma tendrá Vida Eterna, pero luego sigue añadiendo: “El Pan que yo les daré, es mi carne’, pasa a un plano superior, y ese pan es Jesús mismo. Por eso en la Eucaristía está toditito Jesús, su cuerpo y gracia.
Este es el Cuerpo de Cristo, claro que esto desconcierta a los judíos que reclaman y muchos hermanos no creen en la presencia de Cristo en la Eucaristía y lo ven como un pan, pero para nosotros es el Pan bajado del cielo que da Vida, es su carne, para que el mundo y quien coma de su Cuerpo, tenga vida eterna.
Entonces los judíos lanzan una pregunta como crítica de incredulidad, ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Por una parte es entendible la pregunta, que también nos pudiéramos hacer tú y yo, ya en un plan de fe, pero podríamos cambiar la pregunta, ¿Cómo es que Jesús, que nos ama tanto, que tiene vida plena, nos da su carne?
Hay que conocer el misterio eucarístico y solo lo podemos entender a la luz de la fe: creo en la presencia de Cristo en la Eucaristía, que Jesús me alimenta con su Cuerpo y Sangre y me da vida en abundancia.
Jesús explica que si no comen la Carne del Hijo del Hombre y no toman su Sangre, no podrán tener vida, y que esto nos da vida en abundancia, vida en ustedes y en Jesús.
Por eso la importancia y necesidad de la Eucaristía, vamos a misa, como decimos, y cuando la gente no comulga se queda como a la mitad: escuchamos la Palabra en acto de fe y cumplimos con el precepto, pero si no como, me falta…si no comen y no beben no tendrán vida.
Quiero vida plena en Cristo, quiero ser hombre Eucarístico y reflejarlo en lo que soy. Este es un misterio y sacramento importantísimo para nosotros en la Iglesia, misterio de vida y amor.
Sigue diciendo Jesús en el texto del evangelio ‘yo lo resucitaré en el último día’, habla de la resurrección, de resucitar a la vida con Él. El viático, el alimento en la tierra nos fortalece y nos da vida, y a quien lo toma le dice Jesús: ‘lo resucitaré en el último día’.
Sigue diciendo Cristo en el evangelio de san Juan: ‘el que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él’. Otro aspecto importante: permanecer. Es unión, estar en comunión cuando comulgo. Cristo en nosotros y nosotros en Él, unidos. Añade todavía, como el Padre y Yo, así la Comunión, así la Eucaristía.
Entonces ¡comulguemos! Claro que soy pecador, rompo la amistad con Dios por el pecado, pero el Señor me perdona, tenemos el sacramento de la Reconciliación. Es triste que en muchas celebraciones poca gente comulga, en ciertas fiestas, boda, XV años vamos a misa, pero no alcanzamos a penetrar en su riqueza de permanecer íntimamente unidos con Jesús.
¡Qué hermoso texto de san Juan! Ojalá que lo reflexionemos, lo valoremos como todos estos textos eucarísticos que nos hablan de la importancia y centralidad de la Eucaristía en nuestra vida cristiana, que debe implicar toda nuestra vida como Iglesia y como sociedad.
Valoremos qué tanto amo la Eucaristía, qué tanto creo, qué tanto voy a Ella y participo plenamente comulgando a Jesús. Que el Señor nos ayude y nos proteja. La bendición de Dios Todopoderoso permanezca siempre con ustedes.