Devotos comparten las gracias que han recibido del Sagrado Corazón de Jesús, y que han difundido entre sus catecúmenos para que se conozca el Amor incondicional de Jesús.
Ana María Ibarra
Siendo un niño, y gracias a su mamá, Guillermo Lucero, Willy, adoptó con gran amor la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la cual lo llevó a servir 50 años como catequista en la parroquia dedicada al Sagrado Corazón.
Centro de su vida
“Mi mamá era cien por ciento devota del Sagrado Corazón desde niña. En la casa siempre tenía una imagen que, hasta la fecha, tiene 60 años iluminada día y noche”, compartió Willy.
Por algún motivo que Willy desconoce, recibió dos veces el sacramento del Bautismo de manos del entonces párroco, Leonardo Lucero. Y también en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús recibió los sacramentos de la Confesión y primera Comunión.
A los doce años de edad, en 1970, Willy inició su servicio en la parroquia, en catequesis familiar. Pero este servicio concluyó el año pasado, 2020.
“Pensé en tomar un año sabático, pero vino la pandemia y ya extendió”, dijo.
Como catequista, Willy buscó transmitir su devoción tanto a los niños como a los papás.
“Al niño le sobrecoge ver ese corazón fuera del cuerpo de Jesús. Los traía cada semana a saludar al Sagrario y preguntaban por qué Jesús tenía el corazón afuera, les decía que es tanto el amor que nos tiene que se le salió del pecho. Es tan grande su amor que no alcanzamos a comprender”, resaltó.
“Fueron 50 años de catequista. Extraño mucho a los niños. Dios es muy bueno, y ya al rato volveremos”, externó como deseo ferviente.
Lleno de entusiasmo, Willy aseguró que el Sagrado Corazón es el centro de su vida en todos los aspectos.
“El corazón de Jesús es refugio de fortaleza, de defensa, de entusiasmo. Para mí representa todo”, aseguró el maestro jubilado.
Retomar devoción
Con tristeza, Willy reconoció que la devoción al Sagrado Corazón ha venido a menos, no de parte de los fieles, sino de la misma comunidad.
“Antes había un grupo llamado Apostolado de la Oración, eran señoras mayores, cuyo estandarte está olvidado en la sacristía, promovían la devoción, utilizaban cintas rojas y se consagraban al Sagrado Corazón”.
Willy guarda una de esas cintas rojas, y con ella recuerda la devoción de los viernes primeros, que, sentenció, “hace mucho bien”.
“El Sagrado Corazón hace 12 promesas y una de ellas dice que quien promueva la devoción a Él, ganará su nombre escrito en el corazón de Jesús para siempre. Y lo que el Señor promete, lo cumple”.
“La promesa número doce dice que quien haga los nueve viernes primeros de manera continua, confesado, se le va a conceder el don de la perseverancia final y el auxilio de Jesús en el momento de su muerte. Si te ofrecen la perseverancia en estos tiempos tan complicados. ¡Es un regalazo!”, dijo quien ha dedicado su vida a promover esta devoción específica, las promesas, la oración de reparación y la oración después de la comunión.
Refugio amoroso
Willy guarda con celo un archivo e imágenes que, dice, pertenecen a la parroquia, pero no hubo oportunidad de hacer entrega cuando vivía el padre Celso.
También guarda una alcancía que era utilizada por el grupo del apostolado para recabar fondos para la parroquia.
Como Willy nunca se casó, ya tiene especificado entregar todo esto a la parroquia, en caso de que el Señor lo llame a su presencia.
Para concluir, invitó a la comunidad a recordar que el Sagrado Corazón es el abogado de los sacerdotes, y que en esta pandemia hay que refugiarse en ese corazón que es un horno ardiente que no se acaba.
“No estamos solos, no nos desanimemos, tenemos al Sagrado Corazón, y sobre todo los sacerdotes, que son los pastores, incluyendo al señor obispo, se refugien en ese corazón. En esta pandemia que ha cambiado tantas cosas, agarrémonos de Él que es un amor infinito. Hay que retomar esa devoción”, concluyó.
Difundir la devoción, una misión de todos
Su devoción al Sagrado Corazón llevó a Rosa Irma Ramírez a una vida de servicio, buscando siempre hacer lo que a Jesús le agrada.
En ese caminar descubrió su llamado como catequista en la parroquia del Sagrado Corazón, servicio que realiza desde hace más de 30 años.
Herencia valiosa
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús llegó a Rosa Irma Ramírez en su niñez. Su madre y su abuelita eran devotas y, ella, en su inocencia, sentía alegría de ver a su mamá con su chalina y su rosario en mano.
“Aunque no sabía leer, le pedía a mi mamá su librito de oraciones para ver las imágenes y le decía que iba a platicar con ‘el Jesús’”, compartió Rosa Irma.
Con el tiempo, Rosa siguió con sus oraciones y en edad escolar su madre la llevó a un colegio de religiosas en El Paso, Texas, que colindaba con la parroquia Sagrado Corazón.
“No podía creer que estuviera cerca del Sagrado Corazón. En esa parroquia hice mi primera Comunión y fue el primer encuentro entre Él y mi corazón”, dijo emocionada, recordando que su mamá siempre le decía que no sólo era rezar sino también las obras buenas que hiciera.
Rosa Irma igualmente recordó que su mamá consiguió una casa para vivir cerca de la parroquia de la Constitución, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, donde después se convirtió en catequista, servicio que desempeña desde hace 30 años.
Promotora incansable
En la parroquia, la catequista también formó un grupo llamado Amigos de Jesús, donde, al igual que en catequesis, enseñaba a los niños la devoción al Corazón de Jesús y a través de ellos evangelizaba a los papás. Igualmente participó en el grupo ‘Esclavas de María’ y así se convirtió, al igual que su madre y su abuela, en promotora de la devoción al Sagrado Corazón.
“No debemos quedarnos con ello, debemos hacer que otras personas lo conozcan. A Santa Margarita María Alacoque se le apareció y le pidió promover la devoción”, resaltó.
Y como difundir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús no se limita a la parroquia, la entrevistada también lo hizo fuera de ella, como maestra de un jardín de niños seglar, entre los niños y sus compañeros docentes.
“A Jesús no le gusta la tristeza, quiere que estemos contentos y siempre nos invita a comulgar, que es lo más importante porque si no comulgamos el alma se debilita. Si estamos con Él, su corazón ardiente siempre estará con nosotros”, finalizó.