Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Que tengan un domingo bellísimo, lleno del amor de Dios, lleno de gracia en familia. Les saludo con mucho amor de padre y pastor en este domingo décimo del Tiempo ordinario.
Dios nos creó en una perfecta armonía: la tierra, la humanidad, la Creación es una armonía, un paraíso hermoso. Todo lo que Dios hizo lo hizo bien, todo es bueno y el hombre, por encima de todas las creaturas, hecho a imagen y semejanza de Dios. Así Dios lo dispuso, lo creó en armonía. Y es un Dios que se interesa, sale a nuestro encuentro, se preocupa por nosotros, platica.
Por eso hoy quiero comenzar esta reflexión con la primera lectura del Génesis: Dios caminando por el jardín por el paraíso le pregunta a Adán y a Eva: ¿dónde estás? Y con esa pregunta entiendo que Dios nos pregunta siempre ¿dónde estás? ¿cómo estas? ¿en dónde andas? ¿cómo andas? porque somos sus hijos.Todo papá lo hace, o debe hacerlo, pregunta ¿cómo estás hijo, en dónde andas? o ¿cómo vives?.
Pero también la pregunta tenía otro propósito, porque la armonía de la creación se había roto por el pecado, y a través de lo que sentían y experimentaban Adán y Eva hacia su interior: ‘oí tus pasos, Señor, tuve miedo, me escondí porque estoy desnudo’. ¡Qué expresión tan fuerte le respondieron Adán y Eva! Ante la presencia del Señor tuve miedo, me escondí…la desnudez. Antes y después del pecado también, dice la Creación, que andábamos desnudos, pero como decimos, no pasaba nada, todos tranquilos, en paz. Había paz, estaban bien, corriendo, disfrutando de la vida, trabajando. Pero ahora con el pecado se descubren desnudos y eso les causó angustia, miedo y se escondieron.
Pecado y libertad
El pecado, la desobediencia. Así pasa en la vida: Dios nos dio libertad, Dios nos dio amor, nos da una familia, nos da cualidades, nos da a su hijo Jesucristo. Dios nos da su Palabra y nos ama… todo a nuestro alrededor en perfecta armonía. Así debe ser la creación, así debe ser el plan de Dios, que vivamos una perfecta armonía, porque Dios creó el mundo y puso al hombre por encima de todo, en perfecta armonía, pero el pecado es lo que causa las consecuencias: nos escondemos, miento, trato de esconderme, lanzo la piedra y escondo la mano, hago daño y digo que no… odio, rencor. El pecado causa siempre ese malestar y ante Dios nos escondemos.
Hoy, este domingo décimo del tiempo ordinario querido hermano, Dios sale a tu encuentro en nuestro jardín de la vida y porque se preocupa por ti y por mí, y porque te ama y me ama pregunta: ¿Dónde estás? ¿Cómo estás? ¿Cómo vives? Y esto nos da pie a una reflexión:
Tengo que hacer un alto en mi vida ¿Cómo estoy viviendo? No se trata de la desnudez física, ¡no!, la desnudez del interior del corazón: ¿hay paz en mi corazón? ¿Hay paz en mi vida? ¿Estoy bien? ¿en armonía con Dios, con la creación, con mi familia y especialmente conmigo mismo? ¿Hay armonía en mi vida?
Porque eso se refleja. Si yo estoy en armonía conmigo mismo y con Dios, se refleja, soy constructor de paz en todos los ambientes, transmito esa armonía, construyo y lo hago todo conforme al plan de Dios
¿Acaso haz comido del árbol que te prohibí comer? ¿Acaso andas mal? Cómo hoy hay tantas desnudeces en los hombres, en todo sentido: pobreza, mentira, hasta desde el punto de vista la publicidad, se proyectan hombres y mujeres desnudos y más que desnudos físicamente, también presentan la desnudez del hombre por las guerras, por los odios, por los rencores, por la maldad, por la corrupción, por la muerte, por la guerra. ¿En qué tipo de humanidad estamos viviendo?
Y lo peor de todo es que también a veces estamos desnudos de conciencia. Ya no hay conciencia, parece que todo está bien, perfecto, eso nos quieren dar a entender: no pasa nada, nada es pecado, todo está bien, tú eres libre y dueño de tu vida, tú puedes hacer con tu vida lo que tú quieras. ¡Puras mentiras! ¡Puros engaños!, pura falsa doctrina, ideologías. Es un falso concepto de la persona.
Dios nos creó, sí, con libertad, pero llamados al bien. Esa libertad es para el bien, para ser felices y ¡cuántas veces vemos gente que tiene mucho, lo tiene todo, la fama y están desnudos!, desnudos porque no hay felicidad, tienen miedos, angustias, viven en el estrés, se esconden detrás de un disfraz, o nos disfrazamos para tratar de cubrir nuestra desnudez.
Un alto en nuestra vida
Ante esta situación hay que detener nuestra vida y decirle a Dios como dice el salmo responsorial: ‘Perdónanos Señor, y viviremos. Tomar conciencia de mi desnudez y en Dios encontrar la paz, el perdón, la vida, la gracia. Vísteme con tu perdón y con tu Espíritu Santo, vísteme con tu amor para que vuelva a recobrar la paz y armonía, y dé paz y armonía a las personas con quienes convivo: familia, amigos, vecinos y aquellos con quienes cada día me encuentre, con una recomendación para responderle a Dios.
Es lo que el evangelio nos pide: ‘ahí están tu madre y tus hermanos, Señor, que te andan buscando ¿quién es mi madre? ¿quiénes son mis hermanos? Jesús pregunta, y entonces dice: el que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. El camino es Jesús, el camino es estar atentos a la voz de Dios en Cristo, que sigamos escuchando los pasos de Dios. Y lo peor de todo es que ni los pasos de Dios querramos escuchar.
Escuchar a Dios
Que nosotros escuchemos la voz de Dios, los pasos de Dios en Cristo para descubrir su amor, experimentar su amor, su vida, su cercanía, su perdón, descubrir su voluntad y cumplirla para ser felices y esa felicidad y armonía que sólo nos la da Dios, nos va a revestir de virtudes, del Espíritu Santo, de luz, de paz, de bondad, para compartir todo esto con los demás, creando un mundo, una familia y una iglesia llena de Dios, de armonía llena de paz.
Que el Señor les bendiga y fortalezca en su caminar. Hagamos de nuestra ciudad, de nuestra casa y de nuestra vida, aquel jardín de la creación hermoso que el Señor nos ha dejado. La bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu santo permanezca siempre con ustedes. Un abrazo. Dios les bendiga.