Antes de la revolución sexual de los años 60, las enfermedades venéreas se contraían, en su mayoría, a través del contacto con prostitutas. Los marineros quedaban infectados en puertos de tierras lejanas, y esas enfermedades eran curadas con antibióticos. No se daba tanta importancia a estos males sexuales. La situación ha cambiado mucho. Hoy las enfermedades ya no se contraen con prostitutas en los desembarcaderos, sino que se están contagiando en los salones de clase de nuestras escuelas.
‘Tengo 24 recién cumplidos –escribe un chico en un foro de infectados de VIH– y hace 3 días me he realizado la prueba, y el jueves me entregan los resultados. Soy consiente que, como muchos, he tenido una vida sexual desordenada. Estoy preocupado, asustado, no sé qué pensar”. En Estados Unidos se calcula que 54 mil personas contraen diariamente una enfermedad de transmisión sexual. Muchas de ellas son incurables y algunas, letales. Lo peor es que una de cada dos personas llega a los 25 años de edad habiendo contraído una enfermedad. Sí, así de terrible. La mitad de la población joven sexualmente activa llega a los 25 años con una enfermedad de transmisión sexual en su historial.
Una gran cantidad de jóvenes inician su vida sexual a edad temprana, y muchos de ellos llegan al matrimonio habiendo tenido varias parejas sexuales. La sociedad en que vivimos, a través de la publicidad, los medios y la educación, presiona a jóvenes y adolescentes a experimentar con el sexo, sin advertirles que las consecuencias serán altamente perjudiciales para ellos. Una de las consecuencias más obvias son las enfermedades de transmisión sexual.
Cuando yo era joven, había seis o siete de estas enfermedades. Hoy existen alrededor de treinta. El sida, por ejemplo, es una enfermedad a la que todos tienen miedo. Es la peor de todas. El sida es causado por el virus de inmunodeficiencia humana, y se transmite a través de los fluidos del cuerpo, principalmente semen y sangre. Millones de personas han muerto por esta enfermedad y el 40 % de los nuevos infectados son jóvenes entre 15 y 24 años.
El herpes es, relativamente, una nueva enfermedad. Del herpes no se ha hablado tanto en los medios como del sida. Sin embargo quienes la padecen jamás la olvidarán. El herpes es doloroso y es incurable. Se manifiesta por ampollas en todas las partes sensibles e íntimas del cuerpo. Es extremadamente contagiosa y se transmite por contacto sexual con una persona infectada. Está creciendo de manera alarmante.
El virus del papiloma humano causa verrugas genitales. Eso ya es grave daño, pero hay más. Se ha demostrado que muchas de estas verrugas son causa de cáncer que ataca directamente el sistema reproductivo. En muchos casos es fatal, sobre todo para las mujeres. En la Universidad de California de Berkeley un estudio arrojó que 46 % de las mujeres están infectadas con este virus.
La clamidia es una infección bacterial, y es curable. Sin embargo, los síntomas con frecuencia no se detectan. Muchas mujeres no saben que están infectadas con esta enfermedad que les puede dañar permanentemente su sistema reproductivo. Una infección de clamidia deja a la mujer con 25 % de probabilidad de esterilidad permanente; dos infecciones la deja con 50 %; tres, con el 75 %; y cuatro infecciones hacen a una mujer permanentemente estéril. La mujer puede ser tratada de esta enfermedad, pero el hombre, que es quien infecta, no.
Estas son las enfermedades sexuales que hoy están truncando los anhelos más grandes de la juventud, como es el formar una familia. Muchos no podrán debido a la esterilidad o a la muerte por cáncer que pueden dejar una de estas infecciones. Lo increíble es que entre los jóvenes el mal uso del sexo, creado por Dios para unir a los matrimonios y trasmitir la vida, se ha vuelto vehículo para desunir a las parejas –una gran cantidad de personas divorciadas experimentaron sexo prematrimonial y terminaron rompiendo– y para transmitir la enfermedad y la muerte.
Cualquier persona sexualmente activa y que haya tenido varias parejas debe hacerse exámenes para detectar algunas de estas enfermedades. Y quienes queremos una sociedad más sana hemos de promover la castidad hasta el matrimonio y la fidelidad conyugal hasta la muerte.