Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Muy buen domingo, un domingo alegre, bonito y ya más fresco cada día, nos ha llovido esta semana. Ojalá estén todos ustedes bien, llenos de salud, llenos de amor , sobre todo llenos de Dios, que es lo más importante en sus vidas, en sus familias, en toda la diócesis. Estamos en el domingo 26 del tiempo ordinario; vamos a reflexionar algunas ideas sobre las lecturas que este domingo se proclaman.
Una parábola en el evangelio de san Mateo donde un señor que tiene dos hijos y le dice a uno ‘ve a trabajar a la viña’ y el hijo le dice ‘sí voy’, pero no va. Le dice al segundo hijo ‘ve a trabajar a la viña’ y le dice ‘no, no voy’, se enoja, pero sí va.
Cómo a veces nosotros pudiéramos ser de los que decimos sí a Dios, pero en la práctica podemos actuar contrariamente al Señor, cuando pecamos, cuando fallamos, cuando nos equivocamos. Finalmente es eso, es ir en contra del plan de Dios, es romper la amistad con Dios. Soy ese hijo que a lo mejor le digo al señor ‘sí, sí Señor’, pero luego mis obras dicen todo lo contrario.
Amor y fidelidad
La Palabra del Señor nos invita a ser fieles, tal vez renegones, tal vez de pronto nos molestemos, pero si finalmente le decimos que sí, y somos coherentes en nuestra fe y vida y trabajamos en la Viña del Señor, vamos a trabajar y el Señor estará contento con nosotros. Por eso le pregunta ¿quién de los dos hizo lo que quería el padre? ¡obviamente el que fue a trabajar!, el que trabajó en la viña del Señor.
La invitación es a la obediencia, a la escucha de la voluntad de Dios Padre y a cumplir el proyecto de salvación que tiene para mí, para ti, por mi bien, por mi salvación y por la salvación de los que nos rodean.
Por eso la primera lectura del profeta Ezequiel nos invita a ver por nuestra propia salvación, nuestros actos, nuestras acciones, nuestra vida debe ser encaminada para mi salvación. Allí habla del malvado, que si continúa en su vida de malvado, muere y se condena, pero si nos convertimos, si me doy cuenta de mi maldad porque el Señor me invita a trabajar a la viña y cambio, y voy, colaboro, el Señor me salvará.
Debemos buscar nuestra salvación, pero también la salvación de nuestros hermanos…tengo que trabajar por mi propia salvación, y también por la salvación de los demás, como decía san Agustín, como cristiano tengo que buscar mi propia salvación, pero como obispo tengo que trabajar por la salvación de ustedes. Eso me lo apropio como obispo, pero también cada cristiano, a lo mejor si yo como persona tengo que trabajar en mi propia salvación, pero como cristiano tengo que trabajar por la salvación de los demás, de la esposa, del esposo, de los hijos, del hermano, del vecino, del compañero, siempre buscando nuestro bien.
Fuertes en el amor
Nos recuerda el salmo que se ha proclamado la misericordia de Dios, la misericordia de Dios es muy importante entre nosotros, nuestro punto de partida y lo que nos hace fuertes es el amor de Dios, Dios compasivo, Dios misericordioso, siempre bueno siempre cercano siempre amoroso con todos nosotros y esa respuesta que nos pide Cristo en el evangelio, respuesta de fidelidad, de cooperar y trabajar en la viña con alegría, es lo que Pablo experimentó una vez que se convierte y sigue a Cristo como apóstol: una total entrega a Cristo y nos invita a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, trabajar en la Viña del Señor es tener los mismos sentimientos de Cristo, vivir como Cristo sirviendo, acogiendo, amando, perdonando, ayudando al pobre, al necesitado.
Tener los mismos sentimientos de Cristo es un trabajo de diario, solamente con la gracia del Espíritu Santo, con la fuerza de la oración, con el alimento diario, si fuera posible, no nada más el domingo, del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Dile sí al Señor, dile sí aunque te cueste, dile sí voy y ve a trabajar en la viña del Señor.
Invita a Rosario Viviente
Sacerdotes, seminaristas, diáconos, consagradas y consagrados, fieles todos en el Señor, los invito de todo corazón a participar del próximo Rosario Viviente a celebrarse el 7 de octubre en el estadio Benito Juárez, con un programa muy bonito, iniciando con la peregrinación. Infórmense con sus párrocos para llegar al estadio con música, con cantos con representación de escuelas, colegios, bandas, matachines, sobre todo cada quien con su rosario para rezarle a la virgen María.
En esta ocasión se ha preparado de manera excelente, como siempre se han cuidado muchos detalles porque celebramos con este Rosario Viviente tres aniversarios: 100 años de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, 60 años de nuestra Diócesis de Ciudad Juárez y 25 años del Rosario Viviente.
Los invito a participar desde las procesiones, y sobre todo a hacer presencia, llegar al Estadio Benito Juárez, traigan su Rosario, traigan su vela, pero traigan su fe y su amor a la Virgen. A través del Rosario, a través de la Virgen llegar a Cristo, el Señor.
Les repito, el 7 de octubre de este mes de octubre, a partir de las 3 de la tarde, pero dispongan toda la tarde y nos vemos ahí en el Estadio Benito Juárez.
Como cada domingo les envió mi bendición: la bendición de Dios Todopoderoso Padre, hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes.