Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
Lectura Lucas 1, 39-45
Clave de lectura:
El evangelio de hoy describe la visita de María a su prima Isabel. Las dos se conocían. Eran parientes. Pero en este encuentro descubren, la una en la otra, un misterio que no conocían todavía y que les llena de mucho gozo. ¡Cuántas veces nos sucede en la vida que encontramos personas que conocemos, pero que nos sorprenden de nuevo por la sabiduría que poseen y por el testimonio de fe que nos dan! Es así como Dios se revela y nos hace conocer el misterio de su presencia en nuestra vida.
El texto del evangelio de este cuarto domingo de Adviento no incluye el Cántico de María (Lc 1,46 -56) y traza apenas la descripción de la visita de María a Isabel (Lc 1,39-45). En este breve comentario nos tomamos la libertad de incluir también el Cántico de María, porque ayuda a entender mejor toda la grandeza de la experiencia que las dos mujeres han tenido en el momento de la visita. El Cántico revela que la experiencia que María tuvo en el momento del saludo de Isabel le ayuda a percibir la presencia del misterio de Dios, no sólo en la persona de Isabel, sino en su misma vida y en la historia de su pueblo.
Durante la lectura del texto, trata de estar atento a lo que sigue: “¿Con cuales gestos, palabras y comparaciones, tanto Isabel como María, expresan el descubrimiento de la presencia de Dios en sus vidas?”
Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto de este texto que más te ha gustado o que ha llamado más tu atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son los gestos, las palabras y las comparaciones que expresan el descubrimiento de Isabel sobre la presencia de Dios en su vida y en la vida de María?
c) ¿Con cuáles gestos, palabras o comparaciones expresa María el descubrimiento que hace de la presencia de Dios en su vida, en la vida de Isabel y en la historia de su pueblo?
d) ¿Cuál es la causa de la alegría de las dos mujeres?
e) ¿Cuál es el símbolo del Viejo Testamento que se recuerda y se actualiza en la descripción de esta visita?
f) ¿Dónde y cómo la alegría de la presencia de Dios se da hoy en mi vida y en la vida de mi familia y comunidad?
Orar con el Salmo 27 (26)
El Señor es mi luz, ¿a quién temeré?
Oración final
Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.