El Papa Francisco advirtió al pueblo cristiano contra la vida tibia, contra la “tibieza espiritual” que “transforma nuestra vida en un cementerio”.
Durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este jueves 26 de septiembre, el Santo Padre comentó la primera lectura del día, correspondiente al Libro de Ageo, en el que se narra cómo Dios reprocha al pueblo de Israel su falta de compromiso a la hora de reconstruir el Templo de Jerusalén, que se encontraba en ruinas.
Aquella gente, dijo el Papa en su homilía, “no tenía voluntad de levantarse, de recomenzar. No se dejaba ayudar por el Señor, que quería alzarlo”. La excusa era que el momento adecuado todavía no había llegado.
“Ese es el drama de esa gente, y también nuestro drama”, lamentó el Pontífice. Un drama que se produce “cuando aparece la tibieza de vida, cuando decimos: ‘Sí, sí, Señor, está bien…, pero despacio, despacio, Señor, dejémoslo así… ¡Mañana lo hago!’”.
“Y mañana se dice los mismo, y mañana lo dejamos para pasado mañana, y pasado mañana para el día siguiente…, y así tenemos una vida en la que se aplaza la decisión de convertir el corazón, de cambiar de vida”.
El Pontífice lamentó que esa actitud lleva a mucha gente a desperdiciar su vida y a terminar como “un desecho, porque no ha hecho nada, sólo conservar la paz y la calma dentro de sí”. Pero esa paz, advirtió Francisco, “es la paz de los cementerios”.
“Cuando entramos en esa tibieza, en esa actitud de tibieza espiritual, transformamos nuestra vida en un cementerio, y eso no es vida. Sólo es cerrarse para que no entren los problemas”, afirmó.