Comentarista católico
Como cada fin de año, se reunió la Comisión Nacional de salarios mínimos para determinar el aumento que se daría al salario mínimo este año, tomando en cuenta el cálculo de la inflación que tendremos en los próximos 365 días. Y se decidió que dicho aumento es de 2.94 pesos por dia de trabajo.
Aunque muchos lo niegan, todavía hay en nuestro pais varios millones de trabajadores que ganan el mínimo señalado por la ley, de manera que muchísimas familias mexicanas tienen que atenerse a la percepción de 74 pesos para todos sus gastos del día.
Muy lejos se vuelve a quedar lo que el artículo 123, apartado VI nos dice del salario mínimo y lo que debería de cubrir.
De hecho, en los últimos más de cuarenta años, el cálculo que se hace cada año sobre lo que aumentará el costo de la vida en los siguientes 365 días sigue quedando muy corto con relación a lo que aumenta en realidad. Pensemos que ese aumento de 2.94 pesos quedará hecho polvo con sólo que el boleto del camión suba 50 centavos.
Y por esa razón, quienes estudian estas cosas nos dicen que en los últimos 40 años, el poder adquisitivo de salario ha disminuido un 75 %, es decir, lo que se puede comprar con el salario mínimo ahora es sólo un 25 % de lo que se podía obtener en los años ’70. Y eso que en aquellos años el salario mínimo no era ninguna maravilla.
¿Qué sucede en México, que tiene uno de los salarios más bajos entre los países de Latinoamérica?
Hay una especie de complicidad entre varios factores: el gobierno, los empleadores y los sindicatos, que son los que se ponen de acuerdo para fijar los salarios.
Por parte del gobierno, hay una intensa propaganda en países extranjeros para atraer inversiones, con el atractivo de que en México es mucho más barato producir porque los trabajadores cobran mucho menos que en países del primer mundo, y además la mano de obra es de calidad.
Y los empleadores se dejan querer, y si el aumento es tan pequeño, qué mejor: así no tendrán que desembolsar mucho en el pago que dan a sus trabajadores, ni tendrán que aguzar la mente para mejorar la productividad y la calidad de sus productos.
Y los sindicatos, como las centrales obreras que tenemos y que son las que deciden, casi siempre están coludidos con gobierno y empleadores, a cambio de privilegios que a veces es difícil imaginar. Sólo hay que ver el tren de vida que llevan los líderes sindicales y sus familias, que se codean con los políticos de más alto nivel y se perpetúan en sus cargos, que dicen, son para beneficio de sus agremiados.
En contraste con el mísero aumento de cada año, el discurso oficial que siempre nos repiten nuestros políticos nos dice que están y estarán siempre con los trabajadores, que no duermen pensando cómo resolver sus problemas y que su empeño siempre es y será el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo.
Este año hubo el intento del gobierno del DF de proponer el aumento del minisalario a 86 pesos, pero la comisión de los salarios mínimos se adelantó sin tomar en consideración esa propuesta y el resultado ya lo conocemos.
Papa Francisco
En unas semanas vendrá el Papa Francisco. Hablará con el presidente de la República. Habrá actos protocolarios oficiales porque es jefe de Estado y tiene que hacerlo. Pero con ellos, estamos seguros, hablará de los grandes problemas de nuestra sociedad, entre ellos, de la desigualdad social, de la corrupción y de la inseguridad que nos agobia.
Pero más que nada viene a convivir con los pobres, los marginados, los migrantes y los indígenas para darles el consuelo de su palabra, pero también con la exigencia de la justicia para que se haga todo lo posible para remediar su situación.
Y a nosotros nos toca pasar de observadores quejumbrosos a agentes activos que propongan, protesten, se expresen, voten por aquellos partidos o políticos que veamos que tienen un verdadero interés en remediar esta injusticia….