El padre Jaime Melchor, formador del Seminario, explica la importancia de obtener indulgencias y cómo estas pueden ayudar a los fieles a fortalecer su fe… camino al Cielo.
Diana Adriano
Las indulgencias otorgadas por la Iglesia no solo representan una oportunidad de crecimiento espiritual y reconciliación, sino también un camino hacia la gracia de Dios para uno mismo, y para los familiares difuntos.
Así lo explicó el padre Jaime Melchor, formador del Seminario, quien habló a Presencia sobre el significado de esta gracia en la vida católica.
Medio de sanación
El sacerdote explicó la importancia de las indulgencias como un medio de sanación y purificación espiritual.
Detalló que una indulgencia es «la remisión de la pena temporal por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa», una gracia que el fiel de Cristo, bien dispuesto, obtiene bajo ciertas condiciones establecidas por la Iglesia.
Explicó que, aunque en el sacramento de la Confesión Dios perdona los pecados, queda en el alma una «culpa» o «desorden» que debe ser reparado.
Comparó este proceso con el acto de romper accidentalmente una ventana ajena: aunque el dueño puede perdonar el incidente, el responsable tiene el deber de reparar el daño.
De la misma manera, el pecado crea un desorden interior en el alma, y las indulgencias ayudan a reparar y purificar ese desorden.
Esta remisión de la pena temporal es una muestra de la misericordia de Dios, quien, a través de la Iglesia, ofrece a los fieles el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos como ayuda para su purificación.
Administrar el tesoro
Señaló que la Iglesia, al administrar este “tesoro” de gracia, toma de los méritos de Cristo —único Salvador— y de los santos, especialmente de la Virgen María, quien intercede como reina de los santos.
«Las indulgencias permiten, además del perdón de los pecados, ordenar la vida de los fieles y encaminarse hacia la salvación que Cristo desea para cada uno», señaló el presbítero.
Este acto se enmarca en el poder que Cristo confió a la Iglesia, recordando sus palabras: Lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.
De esta manera, la Iglesia actúa como administradora de los tesoros espirituales de Cristo, ofreciendo a los fieles un medio para reparar el desorden causado por el pecado y avanzar hacia una vida en comunión con Dios.
Indulgencia parcial y plenaria
Por otra parte, detalló que la indulgencia plenaria “borra las penas temporales en su totalidad” relacionadas con los pecados ya perdonados, brindando una purificación completa al alma.
En cambio, la indulgencia parcial solo remite algunas de esas penas temporales, ayudando al alma en su proceso de sanación espiritual, pero sin alcanzar la plenitud de la indulgencia completa.
Ambas indulgencias, aclaró el padre Jaime, representan una oportunidad para reparar las consecuencias del pecado y acercarse más a Dios.
Ayuda para la Salvación
Recordando el decreto del papa Pablo VI de enero de 1967, donde se expone la doctrina de las indulgencias, el padre Jaime explicó que este decreto subraya la comunión de toda la Iglesia y el «misterio de la comunión de los santos», un dogma que los fieles profesan en el Credo al declarar: Creo en la comunión de los santos.
Según el padre Jaime, los santos interceden por los creyentes para que logren la purificación de sus pecados, permitiéndoles acercarse a la salvación y a la entrada al cielo.
De esta forma, las indulgencias son un regalo de gracia que Dios ofrece a los fieles a través de la Iglesia para la salvación de sus almas, una oportunidad para sanar el alma y borrar las penas temporales, es decir, las consecuencias del pecado que, aunque perdonado, deja desorden en la vida espiritual.
“Dios nos otorga esta gracia a través de Cristo y del tesoro de méritos de los santos, para nuestra purificación y salvación”, señaló.
En noviembre, por nuestros difuntos
El sacerdote entrevistado destacó que las indulgencias no solo benefician al alma de quien las obtiene, sino que también pueden aplicarse a los fieles difuntos.
A través de oraciones, sacrificios y actos devocionales, los fieles tienen la oportunidad de ganar indulgencias en favor de las almas del purgatorio, ayudándolas a alcanzar el cielo.
“La Iglesia nos enseña a ofrecer nuestras oraciones y sacrificios para la salvación de aquellos que ya partieron», añadió el padre Jaime, recordando el amor y la unidad que une a toda la Iglesia, en la tierra y en el cielo, en la esperanza de la vida eterna.
Por la Iglesia purgante
El sacerdote subrayó que las indulgencias permiten a los fieles entrar en comunión con la Iglesia purgante.
Al seguir las indicaciones de la Iglesia para obtener indulgencias, los fieles tienen la oportunidad de interceder por las almas del purgatorio, ayudándolas a alcanzar la plenitud de la comunión con Dios.
Este acto de intercesión resalta el valor de la unidad y la misericordia en la Iglesia, donde vivos y difuntos se apoyan mutuamente en el camino hacia la salvación eterna.
Comentó que estas almas, aunque ya tienen asegurada su entrada a la presencia de Dios, deben pasar por un tiempo de purificación.
“Sabemos que un alma en el purgatorio tiene determinado tiempo para estar ahí; un día llegará a la presencia de Dios. Pero nosotros, como Iglesia militante y peregrina, podemos ayudarles”, mencionó el padre Jaime.
Noviembre, especial
Recordó que durante el mes de noviembre, la Iglesia invita a los fieles a orar y a ofrecer indulgencias por aquellos que aún necesitan purificación.
Las indulgencias permiten que los fieles ofrezcan sus oraciones y sacrificios por ellos, ayudándolos en su proceso de purificación.
Recordó que en la tradición católica, el mes de noviembre se dedica tradicionalmente a las Ánimas del Purgatorio y que obtener indulgencias es un acto de amor y solidaridad hacia nuestros seres queridos difuntos.
“Cuando se habla del mes de noviembre para ganar indulgencias, se enfoca más que nada en esto de ayudar a las almas del purgatorio, que han de purgarse. Nosotros, con este don, les podemos ayudar”, afirmó.
Cómo ganar indulgencia plenaria
El sacerdote explicó que para obtener esta indulgencia, es necesario cumplir con ciertos requisitos establecidos por la Iglesia, que incluyen:
Una disposición interior de arrepentimiento, confesión sacramental, recibir la Santa Comunión, orar por las intenciones del Papa y realizar una obra concreta que esté ligada a la indulgencia.
Igualmente recordó que procurar la indulgencia para el alma de un familiar o amigo difunto representa una obra de gran misericordia, ya que le libra de la pena de sus pecados perdonados y eso podría acelerar su salida del Purgatorio.
Para saber…
La doctrina del Purgatorio se desarrolló gradualmente en la teología católica a lo largo de los siglos y no se estableció formalmente en un solo momento específico.
Desde los primeros tiempos del cristianismo, los cristianos oraban por los difuntos y tenían la creencia en la purificación de las almas después de la muerte. Algunos escritos de los Padres de la Iglesia, como San Agustín en el siglo V, sugieren conceptos relacionados con la purificación después de la muerte.