Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Queridos hermanos amados en el Señor, llegaron los días fríos, pero el corazón calientito, ardiendo en la fe que da sentido a nuestra vida. Deseo que estén todos bien.
Llegamos al Domingo 32 del Tiempo Ordinario.Tanto la primera lectura del libro de Reyes, como el evangelio de san Marcos hablan de una viuda, cada una de ellas nos da una enseñanza muy importante.
Vamos a reflexionar primero la viuda que nos plantea el Evangelio. Jesús enseña siempre a la gente, a las multitudes y hace una afirmación fuerte: ‘¡Cuidado con los escribas!, les encanta pasearse con amplios ropajes, recibir reverencias y ocupar los primeros lugares’. Si nosotros tenemos posturas como estas: querer ocupar los primeros lugares, que nos hagan reverencia, al estilo de los fariseos y escribas, entonces nos está insinuando que el camino no es la apariencia, el dinero, el tener, sino el corazón sencillo.
Relata el evangelio que había una alcancía -como las que vemos en los templos y la gente deposita una limosna según sus posibilidades-, y ahí estaba Jesús y viene una viuda pobre, humilde -dice san Marcos- y dice que echó en la alcancía dos moneditas de poco valor. Ese es el hecho: la viuda pobre que da con generosidad lo que tiene. Y Jesús, viendo esa escena, da la enseñanza: ‘Yo les aseguro que esa mujer, esa viuda pobre, dio más que todos, porque echó todo lo que tenía para vivir, se desprendió’.
No son las moneditas, sino la enseñanza de la viuda que lo da todo, no se quedó con nada. La enseñanza es que tú y yo demos las moneditas que sean, pero de corazón, no como los fariseos, dar para que me vean, a veces caemos en esa trampa, ¡pero no! Hay que ser como la mujer, sencilla y dar todo lo que tengamos: amor, servicio, darlo y darnos. No lo dice el texto, pero es a ejemplo de Cristo que da su vida en la Cruz. Que tú y yo, como la viuda, lo demos todo.
Y la primera lectura del libro de Reyes también presenta una escena diferente, pero con el mismo mensaje. El profeta Elías va camino a Sarepta en el desierto, cansado, sediento, hambriento, desfallece, no puede seguir adelante, y en el camino se encontró igual con una viuda, con su pequeño hijo. Esta viuda tenía poquita harina y poquito aceite y se disponía a preparar un panecito para ella y para su hijo. Ella decía, ‘nos comemos este pan y vamos a morir’, era todo lo que tenia en un camino difícil como el desierto. Ahí lo podemos aplicar a nuestras vidas, a veces tenemos momentos felices, de alegría, pero también momentos de tristeza, de agobio, de ‘estoy en el desierto y ya no puedo más’, como Elías y la viuda y su pequeño hijo.
Y Elías le dice a la viuda, ‘prepara esto para mí. Y aquella viuda se queda preguntando ‘¿por qué me pide semejante cosa? Si es para mí y para mi hijo y vamos a morir’. Y le contesta: ‘no alcanza, es para mí y para mi hijo y lo comeremos y moriremos’.
Pero Dios está detrás de toda esta escena y habla a través del profeta: es Dios que se presenta y dice: ‘No temas mujer, anda, prepáralo como has dicho, primero para mí y después para ti y para tu hijo. Y luego la tinaja de harina no se vaciaba, y la vasija de aceite no se agotaba. Elías profetiza lo que va a pasar. Aquí lo admirable es la fe de aquella mujer, confía en Dios, en el profeta que se lo pidió con mucha seguridad.
La mujer obedece y hace el pan para Elías y luego viene el milagro, la acción providente de Dios. Culmina el texto diciendo, ni la tinaja nunca se vació, ni la vasija de aceite se agotó.
Es decir, hermanos, si uno es generoso, Dios es infinitamente más generoso. Nosotros no le ganamos a Dios en generosidad y en misericordia, por eso hay que confiar en Dios.
La enseñanza es que Dios te ha dado una tinaja y una vasija. Todos tenemos eso, en la medida en que confiamos en Dios, en que todo lo compartamos.
Estos dos textos bíblicos nos dejan gran enseñanza, ¿Tienes moneditas? ¡Compártelas!, Tienes tu tinaja y vasija con dones y talentos que Dios te ha dado, compártelos y sé generoso, Dios nos recompensará abundantemente.
La bendición de Dios todopoderoso permanezca con ustedes, un abrazo.