Diana Adriano
El Verano ofrece a los jóvenes seminaristas de la diócesis, la gran oportunidad de vivir una experiencia transformadora, encontrando a Cristo a través del amor, la caridad y el servicio. Esto al ser enviados a las comunidades parroquiales para llevar a cabo su apostolado y compartir su fe con los fieles.
A continuación, presentamos algunos testimonios que reflejan la alegría y la entrega de estos jóvenes en su misión.
Encuentra gratificación
Gustavo Ángel Ruiz de Jesús, un joven seminarista de 18 años proveniente de la parroquia La Virgen de la Luz, compartió su experiencia en el camino de apostolado.
Gustavo, quien recientemente concluyó la etapa del Seminario Menor, -Preparatoria- fue enviado a realizar su apostolado en la parroquia La Asunción de María, servicio que ha asumido con gran alegría mientras espera iniciar el Curso Introductorio en el próximo ciclo que dará comienzo en agosto.
Dado que el objetivo encomendado en su apostolado es la caridad, Gustavo destacó la importancia de este valor durante su formación, el cual puede hacer vida en su acercamiento con la comunidad y los hermanos.
Tanto en la parroquia a la que fue enviado como en la suya propia, ha constatado que vivir la experiencia del sufrimiento de los demás y acompañarlos amplía su perspectiva para prepararse al ministerio al que aspira.
«El apostolado es una experiencia muy impresionante en el camino de la formación, en cuestión de la caridad. Nos permite el acercamiento con la comunidad y con los hermanos. Vivir la experiencia propia desde el sufrimiento del hermano y acompañarlo nos va abriendo el panorama sobre la realidad que muchos viven” dijo Gustavo en entrevista con Presencia, y consciente de que es para eso para lo que se prepara en el Seminario, en busca del ministerio sacerdotal.
Vivencia de la caridad
El joven seminarista destacó la gratificación que experimenta al poder participar en el apostolado, especialmente después del tiempo marcado por la pandemia que limitó las oportunidades de servicio.
Gustavo resaltó que su generación no pudo tener una experiencia de apostolado en su primer año de formación, lo que ha hecho que la diferencia ahora sea aún más significativa.
«Mi generación se caracterizó, por ejemplo, por cuestión de la pandemia, no tuvimos propiamente una experiencia de apostolado el primer año, y hoy encontramos diferencia en el camino de la formación», comentó.
Antes de realizar su apostolado en la parroquia La Asunción de María, Gustavo estuvo algunas semanas en su comunidad de origen, en la que recibió una cálida acogida.
Con ancianos y enfermos
Dentro de las actividades realizadas por Gustavo descubrió el sentido de la caridad al atender a los adultos mayores. En su apostolado, ha dedicado tiempo y esfuerzo para brindar compañía, apoyo y cuidado a aquellos que se encuentran en esta etapa de la vida.
“La cuestión de demanda en la acción pastoral es distinta en cada comunidad. Por ejemplo, aquí en las zonas centro es más la atención a las personas mayores. Yo creo que estas experiencias te van abriendo el panorama y la visión en el proceso de formación”, expresó el seminarista.
Además de su labor con los adultos mayores, Gustavo también ha colaborado en los equipos de caridad de la comunidad La Asunción de María, participando en la entrega de despensas a las familias que atraviesan por situaciones de necesidad.
Por otra parte, también le ha correspondido visitar a los enfermos como parte de su servicio.
“Cada una de estas experiencias de apostolado te van abriendo el corazón, te fortalecen y te ayudan hacerte de esa convicción, en el sentido de, qué quiero para mí al optar por la vida sacerdotal”, añadió.
Con entusiasmo expresó su deseo de seguir desempeñando un buen trabajo en este sentido.
“La oportunidad de vivir la caridad en acción fortalece nuestra convicción como seminaristas de seguir sirviendo a la comunidad y de prepararnos para desempeñar un papel significativo como futuros sacerdotes”, añadió.
Edificado con el testimonio
Por su parte Miguel Alberto Martínez Aragón, de 22 años, quien se prepara para iniciar su primer año de Filosofía después de haber completado el Curso Introductorio, ha estado realizando su apostolado en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Miguel ha tenido la oportunidad de acompañar al padre Luis Soriano, administrador parroquial, durante estas últimas tres semanas y esto le ha permitido conocer de cerca la vida del sacerdote.
Esta experiencia, a su vez, se ha traducido en acercarse a la comunidad parroquial y conocer cómo late el corazón de la Iglesia congregada.
Miguel expresó que el ministerio del padre Luis Soriano ha sido una fuente de edificación y cercanía pastoral que ha impactado profundamente en su propia vida. Destacó la alegría y energía que el padre muestra en su entrega al pueblo, lo cual ha sido una fuente de inspiración para su propio servicio.
«El padre Luis me ha edificado mucho en mi corazón, al ver su cercanía como Pastor, así como ver la alegría que tiene como joven, la energía que tiene para entregarse a su pueblo que es lo que me llenó mucho en este apostolado», compartió el joven seminarista.
Aprendizaje
Miguel también compartió cómo su apostolado le ha permitido encontrarse con un rostro distinto de la diócesis, el rostro de la misión y la necesidad de sacerdotes entre las comunidades.
«Cada día que paso en esta comunidad y sus capillas puedo observar la sed que tienen los fieles de Dios, una sed de sacerdotes alegres y entregados por ellos. Es lo que hace el padre Soriano cada domingo desde el kilómetro 20 hasta el kilómetro 33. Es mucho trabajo, pero la gente recibe al padre con alegría cada vez que llega», señaló Miguel.
El joven seminarista destacó que esta experiencia ha sido una fuente de motivación para seguir adelante en su camino de formación sacerdotal. Y ha fortalecido su determinación de continuar preparándose en el Seminario, para luego servir al Señor y a su pueblo.
Miguel compartió que ver el trabajo del padre Soriano, su entrega constante y la alegría con la que es recibido por la comunidad cada domingo, ha dejado una profunda impresión en él. Esta vivencia le ha recordado la importancia de la labor sacerdotal y la necesidad de sacerdotes dispuestos a servir con entusiasmo y entrega.
«He visto la necesidad y la sed de Dios en esta comunidad, y deseo ser uno de esos sacerdotes alegres y entregados que puedan responder a esas necesidades», afirmó el entrevistado.