Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Muy buen domingo queridos hermanos. Después del hermosísimo tiempo de Navidad que ha terminado con la fiesta del Bautismo del Señor, hoy estamos en el segundo domingo del Tiempo Ordinario.
Este domingo vemos un texto paralelo al del Bautismo del Señor. Texto de san Juan, del que quisiera señalar tres aspectos que me resultan interesantes: la primera palabra clave es ‘encuentro’ dice el texto: “Vio Juan el bautista a Jesús’ y también dice que Jesús venia hacia él. Un encuentro para cumplir una profecía, pues ya desde Isaías se anunciaba este momento del Bautismo del señor.
La enseñanza en el tiempo ordinario es que nos invita a un permanente encuentro con Jesús. Él va hacia ti, Él se dirige hacia ti y como Juan lo vio, que nosotros nos encontremos con Él verlo con el corazón y ya la profundidad del verbo ‘ver’ encontrarnos con Jesús, abrazarlo. Segunda palabra clave: la humildad, tanto de Juan como de Jesús. Por una parte Juan presenta a Jesús: ‘Este es el Cordero que quita el pecado del mundo’ en ese sentido. la humildad.
En otro pasaje se dirá ‘Yo soy el que debo ser bautizado por ti, ¿Cómo voy a bautizarte? y Jesús le dirá ¡No!, cumple las Escrituras. Juan es humilde, reconoce su condición y solamente se concreta a presentar a Jesús y bautizarlo, y Jesús, Hijo de Dios, humilde le pide a Juan, bautízame en el Jordán, un lugar significativo tanto para el Antiguo Testamento por el paso del pueblo por el Río Jordán hacia la tierra prometida, como en el Bautismo, el paso de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, a la gracia.
La enseñanza de esta palabra clave que propongo: ser humildes, como Jesús, el siervo de Dios. El texto de san Juan está enmarcado en la profecía de Isaías. Comienza diciendo: “tú eres mi siervo, en ti manifestaré mi Gloria” y habla de esa unción.
Ahora, habla el Señor el que me formó desde el seno materno, te voy a convertir. Anuncia a las naciones, dice Isaías, anuncia la presencia, la luz te convertiré en luz de las naciones y por eso juan así lo presenta: ‘Este es el Cordero, el Siervo de Dios, el sufriente, el que va a entregar su vida por ti y por mí, que quita el pecado del mundo, el Salvador.
El ejemplo muy humano de Juan -humildad y sencillez- en el Plan y la voluntad de Dios, es el que estamos llamados a imitar.
Tercera palabra clave que yo propongo es el testimonio. Hay que dar testimonio con nuestra vida, con nuestra oración, en la Eucaristía, en las obras buenas, en la caridad, con ser artesanos de paz, justicia y verdad, dar testimonio de Jesús. En la misa decimos creo en ti Señor, anunciamos tu Muerte y Resurrección, decimos Amén cuando comulgamos, pero también hay que dar testimonio en la vida, en la enfermedad, en la tristeza.
Son tres palabras claves en el texto de Juan, que debemos vivir en este tiempo ordinario: encuentro (encontrarme con Jesús), humildad (ser sencillos y abiertos), y testimonio (vivir nuestro propio Bautismo)
Juan habla del bautismo del Señor, pero nosotros también hemos sido bautizados. Yo participo del Bautismo de Jesús. Tengo una misión por ser ungido: anunciar a Cristo y dar testimonio de Jesús.
En este Tiempo Ordinario que nuestros días transcurran con paz. Como escuchamos al inicio del año: ‘Concédenos la paz’, pero también significa comprometernos a trabajar por la paz, en la humanidad, en nuestro país, en nuestra familia. Y por eso cantamos con nuestro Salmo Responsorial, hermoso: ‘Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad’, como el Cordero de Dios.
Con esa idea de san Pablo en la carta a los corintios ‘les deseo la gracia y la paz de parte de Dios’, la Iglesia, en el saludo litúrgico, nos desea la gracia de la paz, que toda nuestra vida sea llena del amor de Dios y recibamos la paz de Cristo, pero también seamos constructores y artesanos de paz.
Que tengan un domingo extraordinario. Mi afecto y mi cariño, y la bendición de Dios Todopoderoso permanezca con ustedes.