Nuestra felicitación sincera se dirige hoy a los triunfadores de la contienda electoral del domingo 5 de junio, Javier Corral como gobernador electo y Armando Cabada como jefe del ayuntamiento de Ciudad Juárez. La participación ciudadana fue más alta que otras veces, alrededor del 50 por ciento del electorado que salió a votar, excepto en Ciudad de México donde ganó el abstencionismo. Cifras semejantes de elevada participación también se reflejaron en otros estados de la república.
Los resultados también fueron inauditos. El triunfo de Acción Nacional ha sido asombroso, al menos en Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo y Durango, que siempre fueron gobernados por el PRI. En Chihuahua podemos decir lo mismo. Muchos tenían al PAN como un partido sumido en una profunda crisis de la que sería difícil levantarse. Rondan, pues, dos preguntas en el ambiente: ¿por qué un partido en crisis arrasó en las elecciones y tumbó al PRI?, y ¿por qué despertaron muchos mexicanos apáticos a las elecciones y fueron a sufragar?
He leído a varios analistas políticos y casi todos coinciden en que el pueblo de México está harto de la corrupción en el gobierno. También culpan al presidente Enrique Peña Nieto y su desempeño en los últimos años, sobre todo por los sonados escándalos de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y de la mansión de siete millones de dólares. La pobreza de millones de mexicanos también se menciona como una posible causa de las derrotas del PRI.
Sin embargo hay algo que nadie se atreve a decir por considerarse políticamente incorrecto. Un par de semanas antes de las elecciones, el presidente Peña Nieto hizo pública su iniciativa de ley, y sin hacer una consulta popular, sobre el matrimonio igualitario. La noticia provocó el aplauso de quienes simpatizan por los derechos de los grupos LGBTTI pero causó conmoción en la mayoría de las familias mexicanas que sintieron la propuesta como un atentado contra la Familia natural. En más de 14 ciudades de México y en embajadas de nuestro país en el extranjero hubo protestas multitudinarias contra Peña Nieto por su pretensión de alterar la naturaleza del matrimonio.
Este dato a muchos les parece inverosímil y hasta estúpido. No se cree que esta pueda ser la causa de las derrotas del PRI y del acercamiento del electorado hacia el PAN, un partido que, al menos en sus principios filosóficos, defiende la vida y la familia. ¿Por qué la gente, si se dice que está harta de los mismos partidos políticos PRI y PAN, no sacó su frustración votando por el PRD o por Morena? Por la razón de que la gente busca, en los gobiernos que respetan la vida y la familia natural, una estabilidad y un futuro seguro para sus hijos. El mensaje es claro para el presidente: en México no queremos proyectos de ingeniería social dictados por Estados Unidos y organismos internacionales; en cambio sí queremos la estabilidad del matrimonio y la familia natural, que son los cimientos de la civilización humana a lo largo de su historia.
No termino de entender por qué el presidente Peña Nieto, dos semanas antes de las elecciones, anunció con bombo y platillo su iniciativa del matrimonio igualitario. Electoralmente hablando, era el peor momento para hacerlo. Si no quiere hacerse el harakiri completo, Peña deberá dar marcha atrás a su propuesta y meterla en el congelador. De lo contrario seguirá pintando a los estados de azul.