Diana Adriano
Rosa es una mujer que, debido a la violencia en su país natal, Honduras, que puso en riesgo su vida y la de su familia, tuvo que migrar con la esperanza de encontrar un futuro mejor.
Sin embargo, en su camino hacia la nueva vida que idealizaba en el norte de América, Rosa atravesó un verdadero infierno, del que apenas recientemente pudo salir, gracias a la ayuda de muchos.
En entrevista vía telefónica, Rosa, cuyo verdadero nombre se omite por causas de seguridad, compartió con Periódico Presencia su experiencia como víctima de Trata de personas.
Aquí su historia:
“Salí de mi hermosa ciudad Tela, Honduras, en 2019 en busca del ‘sueño americano’ un poco con temor por lo desconocido, pero era más el miedo de quedarme en mi país. Lastimosamente, cuando llegue a México me encontré con una situación muy difícil”, compartió.
Momento de necesidad
Dijo que llegó a Ciudad Juárez luego de una difícil travesía y después de pasar dos meses en albergues de la localidad, unas personas llegaron a solicitar tres trabajadores, pues necesitaban personal de limpieza en un hotel.
Por ser personas migrantes y como forma de ‘ayudarlos’ les ofrecían una de las habitaciones para que ahí mismo vivieran.
“Yo acepté inmediatamente, pues la oferta era muy atractiva y necesitaba el dinero, ya que miraba que mi situación migratoria avanzaba con lentitud, pues yo era parte del programa ‘MPP: Quédate en México’ ”, resaltó Rosa.
La entrevistada cuenta que en un comienzo la situación marchaba muy bien, sin embargo, con el pasar de los días comenzó a sentir que la carga de trabajo era mucha y la paga era ínfima.
“Eran jornadas de 24 horas, ya que como vivíamos en el hotel, nuestros jefes nos decían que agradeciéramos que teníamos dónde vivir y qué comer. Y así duré 13 meses, durante los cuales me daban solo un día de descanso al mes, y con una paga de mil quinientos”, compartió la mujer migrante.
Un gran apoyo
La entrevistada añadió que a pesar de que su cuerpo ya no soportaba las horas de tareas laborales, no sabía qué hacer o a qué lugar dirigirse para que la ayudaran, pues a pesar de que ya tenía meses en Ciudad Juárez, era poco lo que conocía.
“Durante todo este proceso una persona me dijo que me acercara a un centro de asistencia, ya que ahí me podían ayudar. Por un momento lo deje pasar, sin embargo, me decidí y les compartí mi situación…y ellos me tendieron la mano”, compartió.
Hoy Rosa se encuentra felizmente en Estados Unidos, y recuerda con gran cariño a quienes la apoyaron en esta frontera, en un momento en el que se sentía sola.
“Me preguntaron si quería presentar alguna denuncia, pues lo que viví fue un acto de explotación laboral, pero dije que no, pues a pesar de que fue muy duro para mí, el estar en ese trabajo me mantuvo durante un tiempo. Lo que hicimos fue advertir a las personas de los albergues de lo que allí se vivía, para que estuvieran prevenidos”, concluyó Rosa.