Como parte de la iniciativa Jornada de Oración Mensual, la CEM pide elevar una oración especial este domingo 16 de octubre, por las víctimas de Trata de personas…
Diana Adriano
Como parte de la Jornada de Oración Mensual implementada por los obispos de México, en coordinación con los Jesuitas y congregaciones religiosas en el país, este domingo 16 de octubre, el llamado a las parroquias y movimientos laicales de todo el país, es a elevar una oración especial por quienes son víctimas del delito de Trata de personas, una grave violación a los derechos humanos.
Actualmente, se calcula que 45.8 millones de personas en el mundo viven la llamada esclavitud moderna, mientras que México ocupa el tercer lugar a nivel mundial, solo detrás de Tailandia y Camboya, algo que los obispos mexicanos han calificado como “vergonzoso”.
En Ciudad Juárez, la presencia de este mal es innegable, ante el abundante y constante movimiento migratorio, pues los desplazados son de las poblaciones más vulnerables a este delito.
Cristina Coronado, coordinadora del Centro de Asistencia Social y Casa de Acogida atendida por los misioneros columbanos de la parroquia Corpus Christi, en Anapra, compartió en entrevista con Presencia cómo este fenómeno de explotación se ha visto reflejado en los migrantes que llegan a Ciudad Juárez.
En el trabajo que realizan con los migrantes, ¿Ha sido común encontrar casos de explotación sexual/laboral?¿Qué han visto desde su servicio?
Sí, ha sido muy común desde que iniciamos los albergues en 2019 y Casas de Acogida para migrantes junto con Rubén García en El Paso, Texas, encontramos estos dos tipos de esclavitud; laboral y sexual.
Nos dimos cuenta que en 2019 era muy grande porque la gente migrante en aquel tiempo se encontraba sin documentos en México, y eso los hacía vulnerables y los exponía a todo tipo de esclavitud y abuso.
Muchas de las personas que atendimos en esa época estaban esclavizados laboralmente, y lamentablemente, mujeres eran esclavizadas sexualmente.
Un caso fue el de dos jóvenes de Honduras que fueron esclavizadas laboralmente. Trabajaban durante 24 horas diarias y el pago era muy poco, porque las personas que las contrataron les decían que era suficiente, porque les daban un techo y comida, pero realmente era una esclavitud.
Al conocer su caso las llevamos a uno de nuestros albergues y las sacamos de ese lugar que las explotaba laboralmente.
Este año, cuando pensamos que cada vez los casos eran menos, con el flujo grande de los migrantes Haitianos, se desató nuevamente el fenómeno de abuso laboral, sobre todo en el centro de la ciudad. Encontramos muchos casos en los que los migrantes eran puestos a prueba durante un mes y cuando era tiempo de recibir el pago, los corrían sin pago.
¿Ha habido algún caso en especial que las haya marcado?
Teníamos una mujer migrante de Honduras con sus dos hijos que había estado en un albergue muy grande anteriormente y de ahí se fue a la casa de un tipo que le ofreció trabajo, sin embargo, él la esclavizó sexualmente durante meses.
Ella no contaba con nada, entonces, por la necesidad de una casa y comida, tuvo que tener el papel de amante con esta persona, hasta que un día alguien la contactó con nosotros y la pudimos apoyar.
De ahí la canalizamos a uno de nuestros albergues. Ella es una de tantas personas que han sufrido una situación similar.
Hubo otra chica migrante que estuvo durante dos meses secuestrada y bajo explotación sexual, junto a grupo de ‘polleros’, quienes le prometieron que le ayudarían a cruzar hacia los Estados Unidos.
Fue hasta que se cansaron de ella cuando la soltaron. La dejaron tirada en la calle toda golpeada y en mal estado. Como pudo se acercó a Catedral y la canalizaron con nosotros. La pudimos ayudar y gracias a Dios ya se encuentra en Estados Unidos. Fue un caso muy difícil, pero hubo mucha intervención de varios grupos para apoyarla.
¿Qué creen que deberíamos saber los católicos sobre la trata de personas y específicamente sobre lo que ocurre en la localidad?
Yo pienso que debemos saber diferenciar la información verídica de lo que está pasando con los migrantes en nuestra localidad. No podemos pensar que todo es culpa de ellos, pues muchos que están en esta situación son personas que salieron huyendo de situaciones graves en sus países, y que están abandonados en todos los sentidos.
Además de la oración, ¿Qué más pueden hacer los católicos para ayudar en el combate a la Trata de personas?
Considero que si conocemos situaciones de esclavitud, una manera de hacer algo es hablarlo a la luz pública, no debemos ignorar y como católicos debemos ayudar. Sabemos que en muchas ocasiones esto puede dar miedo por todo lo malo que engloba, pero no daremos un verdadero testimonio como cristianos si nos hacemos de la ‘vista gorda’.
Asimismo, el hecho que las personas investiguen y se empapen sobre el tema es muy importante.
Su oración siempre es muy bien recibida, pero también los laicos deben conocer que en nuestra diócesis hay grupos que se encargan de apoyar a estas personas en vulnerabilidad, y si se sienten llamados y les nace el deseo de apoyar más concretamente en un grupo como el de nosotros, es posible. Es posible ayudar a combatir la esclavitud.