Ana María Ibarra
Marisela Naves asistió en el 2016 a un Seminario de Sanación de la comunidad María Mediadora, donde encontró la solución a sus tribulaciones: dejar todo en manos de Dios. Y tras un proceso de formación, Marisela se ha convertido en servidora, lo que para ella es la mejor manera de agradecer a Dios lo que hizo en su vida.
Mujer atribulada
Marisela fue invitada varias veces por una compañera de trabajo al Seminario de Sanación, lo cual pudo realizar después de varios meses, consciente de que los tiempos de Dios son perfectos y cada persona tiene su momento.
Como la gran mayoría, Marisela llegó al seminario con muchas tribulaciones en su vida.
“Tenía problemas en mi matrimonio, económicos y familiares. Por eso acepté e inicié el proceso de sanación”, compartió la entrevistada
Dijo que los problemas económicos provocaban angustia tanto en su matrimonio como en su vida personal.
“Era algo que me mantenía completamente angustiada y con peleas en la casa, era mucha frustración y mi mayor tentación”, reconoció.
Más que falta de recursos, añadió la entrevistada, eran las malas decisiones que tomaba en cuanto al manejo y organización de la economía lo que la mantenía en jaque y, por ende, a toda su familia.
“Era querer vivir una vida que no correspondía a nuestros ingresos y economía familiar. Eso nos llevó a tomar malas decisiones. Aprendí que eso sucede por no obedecer a Dios y no tenerlo en el centro de nuestra vida y en cada decisión que deseamos tomar”, dijo.
Un comienzo
Para empezar a restaurar su vida matrimonial, familiar y económica, Marisela aprendió a dejar a Dios en el centro de su corazón y de su vida.
“Descubrí que debo consultarle cada una de las decisiones a tomar para hacer lo correcto: si vamos a comprar una casa, adquirir una deuda y cómo sanar las finanzas, él tiene la respuesta y la solución y la forma correcta de cómo hacerlo, pero lejos de él, lo hacemos desde la soberbia”, afirmó.
Otras heridas que logró sanar Marisela fueron aquellas de su niñez, así como las que llegaron con el pecado y las fallas cometidas.
“He logrado sanarlas, limpiar la mente y el alma para ver con claridad qué es lo que tiene Dios para mí y mi familia y recibir todas esas bendiciones”.
Hasta el momento, el marido y los hijos de Marisela no han asistido a un Seminario y ella sigue orando por la conversión de ellos, sin embargo, también el cambio lo ha podido ver en su familia.
“Hemos entrado en esta convivencia más sana, más amorosa. Ahora oramos al comer juntos, ha habido ese anhelo, ya mis hijos hacen peticiones en la oración por alguna necesidad. Sé que Dios está haciendo su obra y él sabe el anhelo de que toda mi familia venga aquí”.
Amor e inspiración
En ese Seminario, Marisela no solo encontró el amor de Cristo, que fue lo que más impactó su vida, sino que también encontró en cada servidor una inspiración para su vida.
“Por la situación que estaba viviendo me sentía sola, desesperada, incomprendida. Al venir aquí y ver a los servidores con una vida plena y feliz, me inspiraron el amor de Dios y deseaba un día tener tanto amor para dar, como ellos lo hicieron conmigo”, expresó.
Hoy Marisela forma parte del Consejo pastoral, de la organización de los eventos, de la predicación y evangelización de niños en KIDS, así como coordina una red.
“Lo hago con todo el amor del mundo queriendo regresar un poco de lo que recibí y darle gracias a Dios. Y porque Dios quiere que vivamos en comunidad. Que esta vida de luchas y batallas la vivamos al lado de nuestros hermanos para aconsejarnos, para protegernos, para ir juntos y he encontrado una manera muy hermosa de vivir”, dijo.
Vida distinta
Hoy, su vida es completamente diferente a partir de implementar lo que ha ido aprendiendo por gracia del Espíritu Santo. Ysigue con el deseo de agradar a Dios.
«Jesucristo empezó a restaurar mi vida, me dio tranquilidad, paz, siguen las luchas día a día, pero todo es diferente, ya no voy sola, sino tomada de la mano de Jesús, a la luz de Dios, de la Virgen María”.
Es este sentimiento el que hace a Marisela invitar a la comunidad a que se animen a vivir el Seminario de Sanación y Liberación y darse la oportunidad de descubrir que en todos existe una necesidad de sanar.
“El enemigo nos hace pensar que nuestra vida está bien, que no nos va tan mal, pero siempre debemos anhelar convertir a Dios en el centro de nuestra vida. Ser cada día cómo Él quiere que seamos para recibir sus bendiciones”, concluyó.