Ana María Ibarra
Fotografías de personas fallecidas a causa de la violencia fueron colocadas en un mural dentro del templo de San Francisco de Asís el pasado 21 de julio, como memorial para pedir por su eterno descanso y por la paz en la ciudad.
Dios no quiere la violencia
Pedir a Dios por el descanso eterno de aquellos que han fallecido de manera violenta, fue la principal intención que la comunidad de San Francisco de Asís albergó en su corazón al participar de la Eucaristía presidida por el párroco, Alfonso García quien al inicio de la celebración leyó entre las intenciones los nombres de las víctimas.
A la luz de la palabra de Dios, el sacerdote expresó en su homilía que Jesús murió víctima de la violencia de los poderosos de su tiempo, y al resucitar se aparece a sus discípulos para confortarlos y darles su paz.
«Ante la inseguridad y la violencia que se vive en nuestro país podemos preguntarnos ¿dónde está la paz? La paz está en nosotros», dijo el sacerdote.
Asimismo, señaló que en toda la geografía nacional suceden hechos violentos y Ciudad Juárez se ha visto violentada.
«Muchas familias, como ustedes, han perdido un ser querido. Esta situación repercute las familias de la ciudad. Es una situación que envenena el corazón de las personas con el resentimiento, el miedo, la angustia y a veces el deseo de venganza», expresó.
No obstante, el padre Alfonso afirmó que Dios no quiere la violencia, pues es un Dios de vida, de paz y de orden.
«Jesús mismo rechazó y nos invita a aprender de su bondad y mansedumbre, a perdonar, e incluso a ir más allá: a amar a nuestros enemigos, eso es incomprensible para los que no conocen a Dios», exclamó.
No perder la esperanza
La paz, refirió, es una tarea de todos erradicando todo deseo de venganza, de rencor, de odio.
«Ante el odio, el amor. Ante la violencia, la paz. La violencia no es parte del proyecto del plan de Dios. Invito a no perder la esperanza, no dejarse vencer por el miedo. Y que nuestros difuntos les conceda el perdón y la paz», finalizó.
La intercesión por las víctimas de la violencia se extendió, después de la misa, a la hora santa, en la que familiares y amigos de las víctimas, la mayoría vestidos de blanco, así como la comunidad, se postraron ante Jesús Eucaristía para pedir por sus familiares a quienes les fue arrebatada la vida.
De igual manera, en un ambiente de recogimiento, con cantos de meditación, los presentes se adentraron en la oración y pidieron por la paz.
Al finalizar, quizá el dolor por las pérdidas no desapareció totalmente, pero se retiraron con la confianza en Dios de que se hará justicia y de que pronto se viva un ambiente de paz en la ciudad, además de llevar la encomienda de seguir orando.