Diana Adriano
El pasado 5 de marzo, la comunidad católica de Ciudad Juárez se reunió para celebrar el Miércoles de Ceniza, marcando el inicio de la Cuaresma, tiempo de preparación espiritual para la Pascua.
En la Catedral, el obispo don José Guadalupe Torres Campos, acompañado del párroco, Eduardo Hayen y el vicario Arturo Martínez, presidió la primera misa de la jornada, a la que acudieron decenas de fieles para recibir el signo de humildad y arrepentimiento que recuerda la fragilidad de la vida y la necesidad de acercarse a Dios.
Tiempo fuerte de gracia
Durante su homilía, el obispo destacó que la Cuaresma es un «tiempo fuerte, de gracia y bendición», un momento propicio para reflexionar sobre el camino de cada creyente y su relación con Dios.
Señaló que la palabra clave que debe guiar este período es la conversión, pues el alejamiento de Dios trae consigo desórdenes como el pecado, el odio, la mentira y la guerra. Por ello, exhortó a los fieles a aprovechar esta oportunidad para cambiar y ser mejores cristianos.
El obispo enfatizó que Dios es compasivo y misericordioso, por lo que no se debe temer regresar a Él con un corazón sincero. Citando el salmo responsorial, recordó la importancia del arrepentimiento genuino: «Misericordia, Señor, hemos pecado».
Invitó a que el acto de recibir la ceniza no sea solo una costumbre externa, sino un verdadero gesto de contrición, un llamado a «enlutar el corazón» y volver al Señor.
Cuaresma y esperanza
El obispo resaltó que esta Cuaresma se vive dentro del Jubileo de la Esperanza, lo que añade un sentido especial al tiempo litúrgico.
Animó a los fieles a mantener viva la esperanza y a fortalecer su amor a Dios a través de la caridad, el ayuno y la oración, prácticas que muchas veces se descuidan, pero que son fundamentales para el crecimiento espiritual.
La Catedral se mantuvo abierta a lo largo del día para recibir a los fieles que se acercaron a vivir este momento de fe, al igual que ocurrió en todos los templos católicos de la diócesis.