En entrevista, el director espiritual del Seminario Menor habla sobre el sacramento de la Reconciliación y cómo debemos aproximarnos a él en esta Cuaresma…
Claudia Iveth Robles
Pedir la gracia de Dios a la hora de confesarse es un requisito indispensable para tener un acercamiento adecuado al sacramento de la Reconciliación, aseguró el padre Guillermo Sías Burciaga, prefecto espiritual del Seminario Conciliar.
Al ser la Cuaresma un tiempo penitencial, en el que los fieles suelen acercarse elcás al sacramento de la Reconciliación, el sacerdote respondió a Periódico Presencia preguntas sobre la Confesión, que ayuden a los fieles en la recepción de este sacramento.
Como se sabe, en la Cuaresma, las parroquias y decanatos de la diócesis organizan jornadas de confesiones en las que se reúnen varios sacerdotes para poder atender a los feligreses que se acercan a pedir la misericordia de Dios.
El mismo Papa Francisco convocó para este fin de semana 23 y 24 de marzo, a lo que ha llamado desde hace varios años la jornada “24 horas para el Señor”, en la que pide que en las diócesis se refuerce el encuentro de los fieles con el sacramento de la reconciliación.
Sacerdotes de Ciudad Juárez ya han organizado sus programas de Confesiones, de tal manera que presentamos la entrevista con el padre Sías, con el fin de que los fieles vayan con más confianza al Confesionario.
Aquí la entrevista:
- En su experiencia ¿Cuál es el principal impedimento para que las personas se confiesen?
Lo principal es no estar arrepentidos, porque pueden tomar actitud de no tomar conciencia. Pueden pensar en cómo tranquilizar un poquito su conciencia, pero no generar un arrepentimiento verdadero; creo que el principal impedimento sería eso, el no estar verdaderamente arrepentido.
- Solemos ser soberbios a la hora de confesarnos . ¿Cuáles diria usted que son pecados que solemos pensar que no lo son y no confesamos?
Pueden ser el que digamos ‘Yo no he pecado’ o ‘yo no tengo este pecado’. Cuando yo creo que por el hecho de ser humanos todos estamos expuestos a muchas cosas y muchas veces puede haber realidades más bien inconscientes que no tomamos en cuenta; pero la soberbia viene a endurecer a la persona, le impide querer ver lo que puede haber de fondo.
Podemos pensar o sentir que nuestros pecados no lo son, porque no tomamos conciencia de ello, porque no hay un verdadero conocimiento de la naturaleza del pecado, o incluso por falta de humildad.
- ¿Cuál es el primer paso para una buena Confesión?
El primer paso es un buen examen de conciencia, no sin antes pedir a Dios la gracia de hacer una buena Confesión. Antes que nada hay que reconocer que es un don y hay que pedir la luz de Dios para que ilumine nuestro corazón y nos de la inteligencia, sabiduría y tomar conciencia de la realidad vivida o de esa realidad que se ha omitido en cuanto al pecado.
El primer paso es pedir a Dios la gracia de una buena Confesión, encomendarse a la Virgen María y empezar a hacer un examen de conciencia.
- ¿Cómo se debe preparar una buena Confesión?
En lo personal me parece que para preparar una buena Confesión se requiere generosidad de tiempo, es decir buscar el tiempo para esto y el lugar propicio donde no me distraiga, donde tenga el tiempo que sea necesario para que mi corazón se vaya desnudando y no dejar que la presión, las prisas, las distracciones nos quiten del cometido que buscamos, que es preparar una buena Confesión.
Tambien implicaría revisar los mandamientos, uno por uno irlos desmenuzando, bajo la mirada de Dios y dejar que Dios nos vaya iluminando.
- ¿Cómo debemos de reflexionar sobre los pecados de omisión?
Lamentablemente pensamos de una manera individualista y pensamos que ‘es mi pecado’, cuando realmente el pecado afecta al otro. Como ejemplo: Dios elige a Abraham y lo envía fuera, le dice que será bendecido, pero también será bendición para los demás.
Así como la gracia se recibe y el alma es afortunada por la gracia que acepta, no solamente es éso, sino que es fuente de bendición para muchas almas. Una persona que es bendecida, bendice a otras personas.
El pecado es igual: un pecado que yo cometo no sólo afecta a mi persona y mi relación con Dios, sino afecta la estructura social, la relación con los demás.
Como ejemplo, si yo cometo una agresión contra una persona, no solamente daño a la persona, me daño a mí y a otras personas, en el sentido que lo ofendo, y ofendo a la familia y lastimo otras estructuras.
Hay que tener conciencia de que el pecado personal contribuye a la estructura social, en la estructura universal del pecado.
- ¿Cuál es la diferencia entre confesión y dirección espiritual?
La Confesión es sacramento, la dirección espiritual no es sacramento. La Confesión implica un sigilo sacramental; la dirección espiritual tiene un secreto del ministerio.
Por ejemplo en una Confesión, el confesor no puede reincidir de una Confesión a otra, aún si es la misma persona que se confiesa, porque un confesor no puede romper el sigilo del Sacramento. La Confesión cierra con el sigilo sacramental. El pecado queda perdonado y ya no hay que reincidir en ello.
En cambio, la dirección espiritual sí permite, a pesar de que hay un secreto del ministerio en este servicio, permite reincidir, cuantas veces sea necesario con la persona, sobre lo que se ha compartido.
La diferencia es que la Confesión sólo la ofrece el ministro ordenado, pero hay directores espirituales que son laicos y pueden ser mujeres.
También la diferencia entre dirección espiritual y Confesión es que en la Confesión no se le puede dar un seguimiento de cerca (al pecado confesado), más que en el momento en que se confiesa, y en la dirección se puede dar seguimiento. Incluso el mismo director puede tomar la iniciativa de preguntar las cosas o los caminos del alma que está dirigiendo y se puede reincidir muchas veces en la direccion espiritual, cosa que en la Confesión no se puede por la misma naturaleza (del sacramento).
- ¿Algo más que desee agregar?
Invitarlos a que en esta temporada se acerquen al sacramento. Este es un gran momento para acercarnos al sacramento de la Reconcliación, que es el corazón abierto de Dios.
Podemos y debemos acudir a Él, tener confianza y dejarnos reconciliar con Dios.