Roberto O’Farrill Corona/ Periodista católico
Sin fundamentos respetables y con mucha injusticia, al Medioevo se le ha considerado como una época bárbara, violenta y culturalmente oscura, ubicada entre la civilización romana y el Renacimiento. Pero no es así, pues al contrario de tan infundadas afirmaciones, se trata de un periodo histórico en el que tuvieron lugar los grandes avances y cambios culturales, desde el florecimiento de la cultura islámica hasta nacimiento de la cultura carolingia.
La Edad Media, notable por su erudición en la medicina, las matemáticas, el arte, la escolástica y el renacimiento de las ciudades, en verdad es uno de los más fascinantes periodos de la historia, que cubre mil años, del siglo V al siglo XV. Al terminar la Edad Antigua o clásica, comenzó la Edad Media con la caída del Imperio Romano de Occidente, en el año 476 de la era cristiana, y se extendió hasta finales del siglo XV, en 1453, con la caída del Imperio Bizantino y con la invención de la imprenta, acontecimientos con los que dio inicio la Edad Moderna.
El medioevo consta de tres etapas: la Temprana Edad Media, Alta Edad Media y la Baja Edad Media. La primera etapa transcurrió de finales del siglo V a fines del siglo VIII, tiempo durante el que se fusionaron las culturas germánicas conla cultura latina, heredera del antiguo Imperio Romano, para entonces ya desintegrado. Así, se formaron los reinos Romano-Germánicos y el Imperio Carolingio. La Alta Edad Media, que abarcó los siglos IX al XI, se caracterizó por el auge del feudalismo con una producción basada en la mano de obra servil y centrada en los Señoríos que restaron poder a los reyes. La Baja Edad Media, que comenzó a inicios del siglo XII y terminó hasta mediados del siglo XV, es considerado como un tiempo en el que las ciudades y el comercio volvieron a ganar importancia con el surgimiento de un nuevo grupo social identificado como la burguesía, de donde surgirá, más tarde, la economía capitalista.
Originalmente conocido como “Cristiandad oriental y Cristiandad occidental”, a este periodo histórico el protestantismo anglo-sajón comenzó a llamarle Edad Media con el oscuro propósito de ensombrecer mil años de desarrollo de la humanidad ubicándolos entre la antigüedad y el modernismo.
En la Edad Media, la filosofía se mantuvo íntimamente relacionada con la teología. El estudio del pensamiento humano se vinculó, como nunca, con el conocimiento de Dios. Los grandes temas de la filosofía medieval se centraron en la interacción entre la fe y la razón, la libertad humana en relación al plan divino, la obra creadora en la naturaleza, y en la interpretación, desde la filosofía teológica, de las enseñanzas de filósofos clásicos como Platón y Aristóteles. Entre los grandes filósofos medievales se destacaron san Agustín de Hipona, Ramón Llul, Guillermo de Ockham y santo Tomás de Aquino. La mujer, por su parte, tuvo una gran participación en la política, como santa Catalina de Siena y santa Juana de Arco, y en las ciencias, la medicina y las artes, como santa Hildegard Von Bingen.
La literatura, que también proliferó en el medioevo, es de índole religiosa, aunque también profana; la primera mucho más extensa, de donde proceden las obras hagiográficas, la poesía mística, la Leyenda Áurea y los grandes poemas inspirados en la Virgen María escritos por Gonzalo de Berceo y considerados como los primeros testimonios del castellano escrito. En la literatura profana, la Edad Media dio a luz los poemas épicos y cantares de gesta que elogiaban las aventuras de héroes como El Cid campeador y el rey Arturo, los poemas al amor cortés y obras narrativas más extensas de contenido sociológico y filosófico como La Ciudad de las Damas, de Christine de Pizán; Los Cuentos de Canterbury, de Chaucer; El Decamerón, de Boccaccio; y La Divina Comedia, de Dante Alighieri.
En el arte, predominaron los estilos del románico, el gótico y el bizantino. El románico se extendió por Europa en los siglos XI y XIII y se vinculó particularmente con las grandes construcciones de monasterios de roca sólida con grandes bóvedas, arcos de medio punto y grandes portadas profusamente esculpidas. El gótico se extendió entre los siglos XIII y XV en las ciudades y se vinculó a la edificación de majestuosas catedrales con grandes vitrales, enormes muros, pilares y naves que, elevándose a los cielos mostraron la grandeza de Dios.
De entre los grandes personajes, que brillaron en la Edad Media, son de memoria siempre presente, el rey francés san Luis IX, el emperador Carlomagno, san Francisco de Asís, san Bernardo de Claraval y, al final de la Baja Edad Media, Cristóbal Colón.