Mons J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucho cariño, con mucho amor de padre y pastor, deseando se encuentren bien. Estamos ya en el Quinto domingo de Pascua, ya se vislumbra el final, en sentido cronológico; vienen La Ascensión y Pentecostés.
En este domingo, la Palabra de Dios, como siempre, es fuerte, es directa, nos interpela y nos pide una respuesta. Vamos a partir del Evangelio de San Juan que comienza diciendo: Judas salió del cenáculo. Viéndose atrás, ya iba a realizar su plan de entregar al Señor. Salió del cenáculo. Y entonces dice el apóstol San Juan: Jesús dijo al resto de los apóstoles. Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre y Dios ha sido glorificado en Él.
Esta frase es complicada y es difícil entenderla a profundidad. Él es el Hijo del Hombre. Ya será entregado. Llega el momento, la hora, como él lo anunció, de su Muerte, de su Resurrección. En ese sentido es glorificado el Hijo del Hombre, desde la entrega, desde el amor, desde la donación. Porque es obediente al Padre, y de esta manera, también dice San Juan, Dios Padre ha sido glorificado en Él. La gloria de Dios Padre es su Hijo Jesucristo. La gloria del Hijo, es el Padre.
Queridos hermanos, esto nos invita a pensar que a veces andamos buscando otro tipo de “gloria”. Mi propia gloria, una gloria triunfal real, dinero, fama, la gloria del mundo. Pero debemos aprender a vivir nosotros en ese contexto de la glorificación de Cristo, en nuestra entrega, en nuestro amor, en nuestra donación estando íntimamente en Jesucristo, en su Pasión, Muerte y Resurrección.
Sigue diciendo San Juan que Jesús dice: ‘hijitos, todavía estaré físicamente un poco con ustedes’.
Los apóstoles se quedan desconcertados ¿Qué querrá decir? ¿Qué nos quiere dar a entender? ¿Ya no estará? ¿Cuándo? Muchas preguntas, pero eso se lo guardan los apóstoles y después entenderán a qué se refiere.
Ya lo comprenderán que la presencia del Cristo glorificado, el Cristo muerto y resucitado, estará siempre presente con nosotros.
¿Cuál es lo esencial entonces de la glorificación de Cristo y del Padre, del Hijo del Hombre y del Padre? Es el amor. Por eso enseguida nos dice el apóstol San Juan, Jesús les dijo: les doy un mandamiento nuevo, con esta calificación, con este adjetivo: mandamiento.
Recuerden que en el Antiguo Testamento había 600 o más de 600 normas, leyes, mandamientos que había que cumplir escrupulosamente, que muchos de los judíos normales desconocían y que no cumplían. Por eso dice: ‘les doy un mandamiento nuevo’. Que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Ahí está la glorificación de Jesús.
¿Quiero vivir en la presencia de Cristo glorificado? Sí, claro que sí. ¿Cómo? Cumpliendo este mandamiento nuevo: ama a Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo.
Y por este mandamiento -termina diciendo el texto de este domingo- por este amor que se tendrán ustedes, reconocerán que ustedes son mis discípulos. Es de esta manera como voy a dar testimonio de Cristo, porque habrá coherencia en mí: ‘soy discípulo, sigo a Jesús, amo de verdad’.
Y me pregunto, ¿de veras amo a mi prójimo como Cristo me ama? Es una reflexión que cada uno tendrá que hacer en lo personal, durante la semana.
Y pedir a Dios, dame la gracia, dame la fuerza para vivir en el amor, en este mandamiento nuevo.
Que nosotros también bendigamos al Señor anunciándolo, proclamándolo con un gran testimonio de obras, de palabras. Que el testimonio sea fiel a Cristo.
Que el Señor nos ayude, el Señor nos bendiga, nos proteja. La bendición de Dios, todo el poder del Padre, Hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes. Buen domingo, buena semana y un fuerte abrazo.