Obispo José Guadalupe Torres Campos
Estamos en contacto a través de la reflexión de este documento, la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia hemos estado estudiando este documento los primeros cinco capítulos. Después de la introducción a la luz de la Palabra, el primero, El matrimonio y la familia; el segundo capítulo, Las realidades y desafíos de las familias en el mundo de hoy que tenemos que enfrentar; el tercer capítulo fue La mirada puesta en Jesús, vocación de la familia; el cuarto capítulo muy interesante, precioso: El amor en el matrimonio; después el quinto, Amor que se vuelve fecundo y debe dar frutos abundantes. Y hoy, después de esta especie de teoría y doctrina el papa viene a darnos con el capítulo sexto algunas perspectivas magistrales. Ya entramos al mundo de la práctica, de la praxis pastoralis con relación a la familia y al matrimonio.
En el capítulo sexto el papa afronta algunas guías pastorales que orientan para construir, dice él, familias sólidas y fecundas. No nada más construir familias, sino familias sólidas bien cimentadas, fecundas, que den mucho amor y vida, pero según dice el plan de Dios.
Es importante estas dos acentuaciones: construir familias sólidas y fecundas según el plan de Dios.
La primera tarea de las familia es anunciar el Evangelio. Las familias cristianas, por la gracia de Dios, por la gracia del sacramento que les da la unión sagrada, son, dice el papa, los principales sujetos de la Pastoral Social. Y aquí pone la base, el fundamento de la pastoral de la familia son los matrimonios, es la familia misma, los primeros sujetos de la pastoral familiar. ¿Cómo? ¿cómo tienen que ser sujetos de esta pastoral familiar? …sobre todo con el testimonio y un testimonio gozoso de los cónyuges y de las familias, que son iglesia doméstica.
En ese punto yo me pongo a reflexionar sobre nuestros abuelos, nuestros padres, muchos matrimonios hoy también son una escuela de fe, de valores. Cómo nos transmitían no sólo de palabra, a lo mejor entre comillas decíamos “no eran muy sabios, no de mucha escuela”, como hoy que todo mundo está estudiado. (Aquella) era gente sabia, no era gente preparada, era gente de fe, y con el testimonio, con su ejemplo nos educaba. Entonces ¿cómo va a ser la familia sujeto principal de la pastoral familiar? Con su testimonio gozoso.
Pero también dice el papa que la Iglesia, en este caso los pastores, deben ofrecer motivaciones para una valiente apuesta por un amor fuerte, sólido, duradero, capaz de hacer frente a todo lo que se le cruce por delante a la familia.
Entonces somos los pastores que, precisamente organizando la pastoral familiar, tenemos que buscar y ofrecer esas motivaciones, buscando pues esas cualidades en la familia: amor fuerte, sólido y duradero que enfrente cualquier situación por difícil que sea y por difícil que se le afronte. Es tarea de la Iglesia, es tarea de los pastores, señala el papa. Muy importante acompañar.
Aquí me llamó la atención el papa como obispo, como pastor de una diócesis y en su momento cada presbítero tendrá que asumir su propia vocación, su propia responsabilidad de cuánto nos hace falta acompañar. Un pastor acompaña a sus ovejas, guía a sus ovejas, está con ellas, las conoce, las lleva por donde hay agua, a comer. Así nosotros como pastores debemos acompañar a cada una y a todas las familias. Esto es imposible estrictamente, pero sí hay que organizar una verdadera pastoral familiar integral donde él ofrezca espacios con la dirección, con la asesoría material, se hace presencia física y personal, sacramental, acompaña a todas las familias.
Hacer un esfuerzo evangelizador y catequético dirigido a la familia. De veras que sí urge que cada presbítero asumamos esta misión de evangelizar y catequizar la familia. La familia es la base si la familia, es la base de la sociedad y de la Iglesia como iglesia doméstica.
A la familia hay que ponerle todo el empeño evangelizándola y catequizándola, pero en una estructura. El párroco, en este caso, no puede solo, tiene la parroquia, no sólo como territorio parroquial, no nada más como el edificio, el templo de culto. No. La parroquia es la gente, la parroquia es la comunidad de comunidades, la parroquia es un familia de familias, la gran familia cristiana. Es ahí en la parroquia donde se armonizan, se juntan los aportes de las pequeñas comunidades, de los movimientos y de todas las asociaciones eclesiásticas en pro de la familia, en pro del matrimonio. Entonces la parroquia es básica, es en la parroquia donde se va a desarrollar la pastoral familiar, el decanato y la diócesis ofrecen subsidios, ofrecen capacitación, ofrecen asesorías, instrumentos de apoyo. Es ahí en la parroquia donde se implementa la práctica pastoral hacia la familia.
En ese sentido el papa señala como algo muy importante la formación con los últimos documentos el vaticano, los documentos de las conferencias del episcopado mexicano, como Puebla, Santo Domingo y Aparecida hablan mucho de la formación del discípulo misionero en la Iglesia y aplicado a esta familia, es importante que en el sacerdote, en la parroquia, en la diócesis y decanatos, existan espacios para una formación más adecuada a los presbíteros. Ahí todos entramos, los diáconos, religiosos y religiosas catequistas y otros agentes de pastoral. Formación. Algo que batallamos mucho porque no queremos formarnos, nos cuesta mucho capacitarnos o no ofrecemos espacios de formación.
Y aquí el papa nos está urgiendo que los obispos debemos procurar espacios, técnicas, herramientas, cursos, talleres de formación para todos, para el párroco para que esté capacitado y organice su pastoral en su parroquia. A los diáconos que también colaboran con los presbíteros, a los religiosos y religiosas para que también ahí en sus comunidades, en sus colegios, lo hagan; y los laicos como los catequistas que son muy importantes. A veces pensamos que son sólo los catequistas de los niños, pero catequistas son para jóvenes, adolescentes, adultos, matrimonios. Catequistas son todos los que enseñan y forman. Y formar otros agentes de pastoral pues hay muchos movimientos que dice en relación a la familia. Acabo de escuchar en Radio Guadalupana al Movimiento Familiar Cristiano, Encuentros matrimoniales, Congreso de familias, Esposas cristianas, en fin. Hay muchos movimientos de agentes de pastoral en relación a la familia.
Por ahí tenemos en la nueva estructuración de la pastoral una comisión que dice así: Familia, juventud, laicos y vida, ahí es donde tenemos que potenciar la formación para todos los agentes de pastoral en relación a las familias.
También el papa nos invita a los obispos y a los formadores de los seminarios que a los seminaristas se les debe ofrecer una formación interdisciplinaria más amplia sobre noviazgos y matrimonios, y no sólo en cuanto a lo doctrinal, sino ya en técnicas, cursos, dinámicas junto con la doctrina, que se prepare a los seminaristas para que si Dios les concede el don del presbiterado, ya en el ejercicio de este ministerio puedan desarrollar una pastoral familiar adecuada. Desde el Seminario hay que prepararlos, darles formación con ayuda de psicopedagogos, médicos familiares, médicos comunitarios, asistentes sociales, maestros, en fin, todo lo que ayude y contribuya para la familia, bienvenido en ese intento de formar a los agentes de pastoral, para que estos a su vez realicen la pastoral familiar y matrimonial.
Después el papa afronta el tema de guiar en el camino de la preparación al matrimonio. ¡Cómo es importante que los candidatos al matrimonio se preparen para el matrimonio! Lamentablemente escuchamos que se preparan a veces, en ciertos ambientes, seis meses antes, un mes antes, y andan buscando dónde se van casar, el salón, andan preparando cosas ajenas o no directamente que hacen referencia al matrimonio. Es importante que tengamos una guía, un camino de preparación al matrimonio, como ayudando a los jóvenes a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio, que no se casen por costumbre, por tradición, porque me voy a ver mal si no me caso, ¿qué van a decir mis papás?, por obligación, porque ya está esperando mi novia, ¡no!, sino que realmente valoren la riqueza, la sacralidad, la belleza espiritual del matrimonio en sí mismo, con un mayor compromiso de toda la comunidad cristiana en la preparación de los prometidos al matrimonio. Y ese compromiso de toda la comunidad se refiere a los papás de los novios, a las familias de los novios, a los agentes de pastoral, en la parroquia, al sacerdote, al amigo. Que todos contribuyan de alguna manera a que aquellos prometidos para el matrimonio se preparen bien. Este es un bien para todos, pues en la medida en que los novios se preparen, que lleguen bien preparados, va a ser un bien para todos. En la medida en que no haya preparación, que no haya una buena espiritualidad, esto será en perjuicio de todos.
Hace falta más calidad en la formación, más que cantidad, más calidad.
Otra manera de llevar a la preparación es anunciando el kerigma a los novios, es decir, evangelizándolos, dándoles un taller de evangelización, un retiro, ofrecer también una preparación remota que haga madurar el amor que se tienen con un acompañamiento cercano y testimonial, cercano de todos, y testimonial de aquellos que ya tienen experiencia en el caminar matrimonial, para que oriente y ayude a los jóvenes que quieren contraer matrimonio. Que la formación tienda a crecer en el amor y a vivir el Evangelio en familia.
Dos aspectos muy importantes: la preparación, la concientización, la sensibilización, crecer en el amor y vivir el Evangelio en familia. Y también una manera de llegar es detectar señales o posibles señales de peligro que podrían tener en la relación de los novios. Si en la plática, si en el taller se detecta alguna señal, hay que decírselos, hay que hacérselos saber para que reflexionen, hay que advertírselos para que ellos lo analicen y lo superen.
Dice el papa en la exhortación que lamentablemente muchos llegan al matrimonio sin conocerse. Habrá que hacer un breve estudio a ver qué tanto se conocen a fondo los novios ya en formación al matrimonio, que los novios comprometidos al matrimonio no vean este como el fin del camino, como si “ya me casé, ya llegué”, sino como una vocación a vivir y a veces más bien es al contrario: “ya llegué, ya lo conseguí”, y se pierde ahí, sino más bien como una vocación un camino que se va a vivir diariamente.
Fortalecer el vínculo entre la pastoral pre-matrimonial y la pastoral matrimonial, que no sean dos cosas separadas.
También el papa nos invita a reflexionar sobre la preparación ya próxima para la celebración, pero eso lo veremos la siguiente semana. Les saludo con afecto y les motivo sobre todo a los novios que ya están pensando seriamente en el matrimonio, reflexiónenlo, no se precipiten, pidan consejo, asesoría espiritual, acudan a los talleres. No escatimen en charlas, en todo lo que sea posible asesórense bien, acérquense a Dios, acérquense al sacramento para que vayan más y mejor preparados al matrimonio. Los bendigo y les manifiesto mi cariño y mi bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.