Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucho amor de padre y pastor, deseo se encuentren muy bien. Estamos en el Domingo 19 del Tiempo Ordinario.
La palabra de Dios como siempre nos alienta, nos da luces para nuestra fe y nuestro caminar, siempre buscando conversión, fidelidad y amor a Cristo, a Dios, a la Iglesia y a nuestros hermanos.
El evangelio de San Juan nos habla de un tema eucarístico de vida, muy importante donde Jesús nos da una expresión muy bonita, pero como siempre desconcierta a los que lo escuchan.
Cuando dice: “Yo soy el Buen Pastor, yo soy la Vid, ustedes son los sarmientos” digamos que está dentro de lo que humanamente podemos entender, pero hoy lo que dice causa extrañeza.
Dice el texto que los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho “Yo soy el Pan Vivo que ha bajado del cielo”, es decir, no entienden, se escandalizan, se preguntan ¿Quién es este? ¿Cómo es que dice esto? Si es el hijo del carpintero, es el hijo de José, ¿Cómo es posible que dice ser el pan vivo?
Segundo, porque ellos valoraban que Moisés les dio al pueblo pan del cielo, el Maná, y por esto se escandalizan.
Pero Jesús es el pan, es un tema eucarístico, Jesús es el alimento, su cuerpo y sangre nos alimenta, se nos revela así como el Pan Vivo que ha bajado del cielo.
Y yo ¿Me escandalizo?, ¿creo?, ¿acepto a Jesús en mi vida? ¿me alimento de Él? ¿Soy gustoso de alimentarme de Él que me da todo con su Cuerpo y Sangre?
Jesús les dice claramente: ‘no murmuren, está escrito por los profetas que todos serán discípulos de Dios’, todo el que escucha al Padre aprende de Él, mi Padre me ha enviado, créanme, por eso así les dice directamente a los que murmuraban y hoy me lo dice a mí: “Yo soy el pan vivo. El que me crea en mí como alimento, tendrá Vida Eterna.
Entonces debemos creer en Jesús, aceptar a Jesús como alimento, como el pan vivo que ha bajado del cielo, por lo tanto me alimento y lo tomo.
Vemos en nuestras iglesias que no todos comulgan pues dicen ‘estoy en pecado’… ¡todos pecamos!, pero me confieso, pido auxilio, recibo el perdón, creo como Jesús, me alimento.
‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo’, es una revelación muy importante de Cristo, y el creer, el decir ‘lo acepto, lo acojo, me alimento de Él’, y el comulgar implica una nueva vida, porque Él dice ‘vivirá para siempre’ entonces es llevar una vida de santidad al alimentarme de Cristo y llevar el plan de salvación que Cristo me da. Cristo me da vida eterna, la promesa de que viviremos para siempre.
El de hoy es un texto muy hermoso que nos ayuda a amar a Jesús en la Eucaristía, y alimentarnos de Él y todo eso implica un estilo de vida, un testimonio. Por eso san Pablo en la Carta a los efesios nos dice ‘no le causen tristeza al Espíritu Santo, destierren de ustedes la ofensa, la ira, la indignación, los insultos, la maledicencia… ¿Cómo ando en estos temas que nos dice san Pablo? Mas bien procuren alimentarse de Cristo que les da vida eterna pues en efecto, el fruto del alimento de Cristo es la bondad, el perdón; alimentarme de Cristo me lleva al perdón a amar al otro y vivir unidos.
Queridos hijos, ahí está clarísimo: vivan amando como Cristo, que nos dice ‘Yo soy el pan vivo’.
Ahí está todo el evangelio pues Cristo amó hasta entregar la vida por todos nosotros.
Y respecto a la primera lectura ¿Qué vamos a hacer si estamos caídos, en el desierto, derrotados -como Elías-, ¿Qué hago?, ¿espero de Dios todo o hago un esfuerzo de levantarme? Esta es la invitación que la Palabra de Dios nos hace hoy: ‘No te quedes tirado, el Señor nos alimenta de muchas maneras, con tantas cosas que me da, entonces ¡levántate y come!
Por eso con el Salmo cantamos ‘Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor’, ¡No te quedes tirado! Hay que trabajar, esforzarnos, comer el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
¡Ánimo!, debemos ver cómo estamos, cuál es nuestra realidad, en qué situación me encuentro ahorita, y si me encuentro tirado, caído, en un momento de desierto, recordar que aquí está Jesús diciéndome ¡levántate y come!, ¡Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor!
Dios te bendiga y nuestra Madre Santísima te acompañe, también Ella nos levanta y su presencia siempre es muy importante.
La bendición de Dios Todo poderoso permanezca con ustedes. Cuídense mucho.