Juan Jesús Hernández Vázquez
Hoy en México la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaro que es inconstitucional la penalización del aborto, pues argumenta que viola el derecho a decidir de las mujeres y personas gestantes ¡Hágame usted el favor, apreciado lector!
Esto es una total incongruencia si tomamos en cuenta que se está violando el derecho a la vida de miles de niños aún no nacidos, ¿Acaso vale más la vida de una madre, que la de un bebé en gestación? ¡No! Valen lo mismo, y es por eso que se debe legislar para proteger el derecho a la vida, de toda vida humana, sin importar en qué fase de desarrollo esté, proteger la vida de la madre y proteger la vida del niño en el vientre de la madre.
Es posible que la legalización de esta práctica criminal en contra de mexicanos aún en desarrollo fetal, sea inducida por presiones extranjeras que propagan la ideología de género, desde instituciones mundiales como la ONU y la OMS, por grupos feministas radicales, o por compañías transnacionales a quienes les genera grandes ganancias, a quienes no les importa que se asesinen niños mexicanos, sólo por obtener ganancias económicas millonarias.
Y al parecer a nuestros magistrados tampoco les importa la vida de los mexicanos, a ellos también les importan más sus grandes sueldos y compensaciones y quién sabe, tal vez, algún bono económico a partir de estas acciones en contra de la vida por parte de todas estas instituciones, o personas que promueven el asesinato de mexicanos aún en desarrollo fetal. Esto sin olvidarnos del partido en el poder que es uno de los grandes promotores de la muerte a través del aborto en nuestra querida patria mexicana.
Si bien es cierto que aunque se legalice el aborto en todo México, los mexicanos podemos optar por no practicarlo, también es cierto que a través de estas reformas a la Constitución, no solo de la nación, sino de la Constitución de cada entidad federativa o estados de la República, nos pueden obligar a cometer actos nefastos como esos, pues también quieren eliminar de los derechos de los ciudadanos el derecho a la objeción de conciencia.
Todos los cristianos deberíamos de alzar nuestra voz contra la Cultura de la muerte que está impregnando a nuestra amada patria mexicana, contra las injusticias y asesinatos de mexicanos aún no nacidos, pero que están en proceso de desarrollo en el vientre de sus madres.
Claro que también es un llamado a la oración, pero también a la acción, no seamos cristianos tibios, a los que no nos mueve el dolor ajeno, el dolor de seres inocentes masacrados, ahora de manera legal, por ideologías e instituciones que sólo buscan llenarse los bolsillos con el dolor de los inocentes. ¡Viva Cristo Rey!