Segunda parte de la reflexión sobre el segundo capítulo de la exhortación apostólica Amoris Laetitia…
Otros desafíos que el papa señala son la cultura de lo provisorio: todo es descartable, desechable, se usa y se tira, se gasta y se rompe, se aprovecha y se estruja. La cultura de lo provisorio, la cultura del descarte, y el papa lo ha insistido mucho, no sólo en lo material de úsese y tírese, incluso de las mismas personas, decir ‘tiene valor en cuanto me da utilidad, deja de tener valor, en cuanto deja de tener utilidad’. Hay que evitar dejarnos atrapar por esa cultura de lo provisorio, porque esa cultura nos lleva a otro fenómeno también que está sucediendo mucho: el narcicismo, nada más pensar en mi propia felicidad, en sentirme yo bien, atractivo, lucir cómodo, lo sensual, lo bonito, lo satisfactorio, no el sacrificio, no el ofrecernos al otro, no el renunciar para ver que el otro sea feliz, no el servicio. Tenemos que cambiar esa mentalidad de servicio, de amor, de salida, de ver por el otro, ver por la esposa, ver por el esposo, ver por los hijos, ver por otras familias, interesarme por los demás.
Otros fenómenos que afectan la realidad en la familia en el matrimonio son la economía, el trabajo y la vivienda. Muchos jóvenes de hoy no quieren casarse por la economía: ‘es que no tengo dinero, es que no tengo trabajo’, y sí, ahí hay mucha razón, no hay trabajo o tengo un trabajo poco remunerado, ¿de qué voy a vivir? ¿cómo voy a sostener una familia?… son miedos. Y la vivienda, también se dificulta mucho tener una vivienda digna, agradable, que favorezca la felicidad, el desarrollo del matrimonio y la familia. Son circunstancias reales que de una u otra manera pueden afectar a los matrimonios o a los jóvenes para decidirse a contraer matrimonio y formar una familia conforme al plan de Dios.
Otro aspecto importante de la realidad que afecta es el debilitamiento de la fe y de la práctica religiosa entre los matrimonios y las familias, (por) un cambio generacional. Las familias de hace años, los matrimonios vivían su fe, su misa, el Rosario, acudían a la Iglesia, eran los primeros catequistas de sus hijos. Las nuevas generaciones de padres de familia han dejado de lado esta vocación, esta misión. Hay un debilitamiento de la fe y la práctica religiosa, sí creen, pero no asisten a misa, no asisten a la Iglesia y eso afecta directamente a las familias.
Dice el papa en el documento que son muchos los niños en la actualidad que nacen fuera del matrimonio, es otra realidad que hay que estudiar, qué es lo que está pasando, que está sucediendo.
Otra circunstancia ya extrema que hay que tener en cuenta también es la migración. Aquí en esta frontera, en nuestra diócesis ¿qué tanto nos puede afectar esta realidad de la migración a la familia y al matrimonio? En otros países y regiones como Medio Oriente también las persecuciones por motivos religiosos están dañando y afectando al matrimonio y a las familias cristiana.
Es importante pues, el papa señala, crear espacios de formación para jóvenes y para los nuevos matrimonios y para todo mundo sobre el matrimonio, para despertar conciencia, formar las conciencias de los jóvenes y adultos en relación a los valores, a la importancia de la familia y del matrimonio como lo presenta la revelación las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia.
Termino diciendo lo que al final de este capítulo el papa nos dice como palabras de consuelo y que nos animan: “Doy gracias a Dios porque muchas familias que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante aunque caigan muchas veces a lo largo del camino”. Esto es alentador, es importante tenerlo en cuenta, seguir adelante, no desanimarnos, seguir con firmeza a lo largo del camino en el matrimonio y en la familia.
Dios los bendiga, Dios los fortalezca, Dios derrame su amor en los matrimonios y en las familias cristianas y en todas las familias de nuestra diócesis. Los bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.